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junio 30, 2010

CONOCIMIENTO, EDUCACIÓN Y CALIDAD INSTITUCIONAL: BASES DEL DESARROLLO

Mg. Neuro J. Villalobos R.(*)


R E S U M E N

Referirse al desarrollo económico y social de una nación nos lleva inmediatamente a la consideración de su proceso educativo y fundamentalmente a su educación superior. La educación fortalece la democracia y es en un ambiente de libertad en que el proceso educativo puede alcanzar su máxima potencialidad porque es así como puede hacer sus aportes al desarrollo económico y social. El conocimiento y la competitividad logran su mayor fluidez e impacto en un régimen de libertad económica donde el Estado además de mediador sea el promotor del progreso y del bienestar social. La integración de todos los sectores sociales y económicos del país inducirá un mejor uso y mayor acceso al desarrollo científico y tecnológico, a la par que coadyuvaría a una mejor calidad de sus instituciones. La democracia como medio ambiente necesario para el ejercicio de la libertad debe garantizar el funcionamiento eficiente y adecuado de las instituciones del Estado y el correspondiente respeto a las instituciones privadas. Las instituciones a su vez, tanto públicas como privadas deben hacer una lectura adecuada de la realidad mundial y nacional para redimensionarse y adecuarse a las exigencias del nuevo siglo. Las instituciones de educación superior, en ese sentido, están obligadas dada su multidimensionalidad, a transformarse aceleradamente y responder a las exigencias de la sociedad del conocimiento, y del Estado, quien es su mayor proveedor de recursos. El sector productivo a su vez, debe hacer contribuciones importantes al mejoramiento de la calidad del proceso educativo, a la determinación de la pertinencia de las ofertas de estudio y a la investigación científica. La democracia como sistema es la forma de organización social que garantiza la calidad institucional, y son éstas, las instituciones, las que pueden impulsar el acceso al conocimiento para captarlo, adaptarlo y aplicarlo en función del desarrollo integral de un país.



(*) Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia (1987-1990). Vice-Rector Administrativo de la Universidad del Zulia (1992-1996). Rector de la Universidad del Zulia (1996-2000). Miembro de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Condecoración “Alberto Adriani” en su 1ª. Clase de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.















CONOCIMIENTO, EDUCACIÓN Y CALIDAD INSTITUCIONAL: BASES DEL DESARROLLO
Mg. Neuro J. Villalobos R.



LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO.-

El escenario mundial está dominado por la sociedad del conocimiento. La educación como factor fundamental para el proceso de desarrollo de los pueblos, se ha convertido en uno de los elementos mas importantes que inciden en el perfil productivo de las naciones. Ya la riqueza contabilizada en términos de recursos naturales no garantiza por sí solo el progreso de una economía.

La conformación de grandes bloques económicos, altamente competitivos, obliga a nuestros países a reflexionar sobre el papel de las instituciones que forman el recurso humano social y productivo. Las inversiones destinadas al sector educativo deben considerarse vitales para el desarrollo de los pueblos y no puede seguirse considerando como gasto social o económico improductivo. Mucho más ahora, cuando la información viaja a velocidades jamás imaginadas, en calidad y cantidad que se hace inmanejable si no se prepara a los niños y jóvenes para que asimilen convenientemente esa realidad.

La tecnología, aliada de la educación ya que permite captar el conocimiento, adaptarlo, transformarlo y distribuirlo requiere de inversiones adecuadas y suficientes, tanto para la adquisición de equipos y su actualización, como para la creación de infraestructuras de apoyo confortables y la preparación del recurso humano necesario. Más aún si aceptamos como válida la afirmación de Toffler de que nos encontramos en una tercera ola impulsora de un tercer sistema de riqueza, más reciente y más vertiginoso, que desafía todos los principios de la industrialización, puesto que sustituye los factores tradicionales de la producción industrial por el conocimiento más refinado.

Mientras que el sistema de riqueza de la primera ola se basaba principalmente en hacer crecer cosas y el segundo en fabricar cosas, el sistema de riqueza de la tercera ola se basa cada vez más en servir, pensar, saber y experimentar. A medida que se despliegue el reciente sistema de riqueza basado en el conocimiento, iremos a un futuro en el que, como veremos, habrá más gente que “trabaje”, pero menos tendrá empleo.

Para los países subdesarrollados tocar el tema de la robótica, por ejemplo, reviste una especial contradicción, tanto por su necesaria comprensión y aplicación, como por la realidad que se expresa en sociedades en las cuales la marginalidad creciente, el analfabetismo y el deterioro progresivo de la educación, afectan las posibilidades de estructurar un grupo humano capaz de asimilar el conocimiento de avanzada, que le permita mejorar los niveles de vida y la competitividad del país.

Las instituciones de educación superior están obligadas a ampliar sus programas de internacionalización y darle prioridad a la adquisición y uso de las tecnologías de información y comunicación, más aún, en momentos cuando se reducen sus presupuestos en términos reales, se cuestiona su capacidad de respuesta y se ven afectados los programas de actualización de su personal académico. La tendencia universal no puede obviarse y quedar subordinadas a los problemas cotidianos ya que se corre el riesgo de que el rezago sea mayor. Dicho de nuevo en palabras de Toffler: “Pocos problemas supondrán mayor desafío que la creciente disfuncionalidad sistémica de tantas instituciones, en relación mutua pero desincronizadas.”

La alianza estratégica entre los distintos niveles de gobierno, empresarios, sociedad civil y universidades es una necesidad siempre presente, que no puede postergarse más. La calidad de la educación es un concepto multidimensional. En ella confluyen demasiados elementos y factores que es necesario tomar en consideración, como es el de la propia naturaleza de las instituciones, el desarrollo del conocimiento y el contexto social en el cual se imparte.

Las instituciones de educación superior tienen que transformarse estructuralmente. La estrategia sugiere un cambio organizacional para darle mayor flexibilidad a sus componentes internos que permita incorporar rápida y fácilmente los avances científicos y tecnológicos planetarios y atender las demandas de nuevas carreras cuyas exigencias provienen del entorno social y productivo del país y cuyas características y modalidades para ser impartidas requiere de mucha creatividad e innovación.

En las instituciones de educación superior se realiza la mayor parte de la investigación del país, la cual permite generar conocimiento que se difunde a través de la docencia de pre-grado y post-grado, y de las actividades de extensión. Una de las funciones principales del educador, es justamente que sepa pensar y aprenda a hacerlo para que a su vez lo enseñe a sus discípulos. En esas circunstancias es más fácil identificar los problemas nacionales y regionales y dar aportes para la solución de los mismos. Para cumplir esta titánica labor es necesario invertir recursos en forma eficiente.

La calidad de la educación toca también un aspecto fundamental relacionado con las raíces de la identidad cultural. Contrarrestar la distorsionada visión social es una tarea importante para el rescate de la juventud y de nuestros niños. La corrupción penetró hasta las entrañas de la sociedad generando modelos según los cuales todos somos corruptos, flojos y apátridas. Se impone un esfuerzo extraordinario para el rescate de los valores a través de la educación familiar y escolar.

En el proceso transformador, el engranaje de todo el cuerpo teórico y filosófico es importante para el entendimiento del rumbo de los cambios del complejo mundo moderno. Las acciones que se tomen a nivel interno para hacerle entender a la comunidad universitaria la visión integradora y transformadora que demanda el país, es uno de los retos que actualmente se anhela consolidar tanto en dichas instituciones como en el resto de la sociedad.

Para las universidades este podría ser su momento estelar. Ahora Venezuela demanda la recomposición y el fortalecimiento de sus instituciones para superar el obstáculo de las carencias de credibilidad y justicia. No es la eliminación fácil y simplista de las organizaciones que conforman la institucionalidad del país lo que permitirá solventar la situación. La historia enseña que el comportamiento del pasado son verdaderas lecciones que señalan fallas y aciertos, y es allí donde las universidades podrían encontrar los elementos que fundamenten el papel histórico que deberán asumir en los próximos años.

EL CONOCIMIENTO Y LA COMPETITIVIDAD

Las organizaciones educativas se encuentran frente a una nueva revolución, la revolución de la inteligencia y de la creación de riqueza, profunda y continuada, en la que predomina el uso de la robótica, la microelectrónica y la biotecnología, que inciden en el desarrollo de los procesos productivos. La robótica permite abaratar costos, reducir el consumo de energía, facilitar la planificación industrial y modificar el criterio de satisfacción del cliente.

La microelectrónica, en unión con la robótica hace posible la creación del robot inteligente que puede tomar decisiones de acuerdo con las circunstancias que se le planteen. Su incidencia también es decisiva en la teleinformática, las comunicaciones, la computación y los sistemas educativos. La biotecnología ocupa un lugar importante en el mundo científico, tecnológico y económico de hoy. Con este método se puede producir seres, vegetales y animales, con nuevas características que le permiten mejorar su nivel productivo, con márgenes de cero error y contra los cuales sería imposible competir.

Más recientemente, (El Nacional, 24/02/08), se habla de la revolución nanotecnológíca, ciencia que trata de imitar la naturaleza a partir del átomo para introducir nuevos materiales que cambiarán la vida cotidiana.

Los países desarrollados han copiado ya el plan Norteamericano denominado: Iniciativa Nacional de Nanotecnología, que estimula la investigación y la economía a través de esta prometedora ciencia basada en la manipulación de la materia a escala atómica.

Dice Álvaro De Cózar, en reportaje del diario EL País (España) que recoge el diario El Nacional (Venezuela), que “el futuro de lo que se come, se compra, se observa, se padece y se investiga estará relacionado con la nanotecnología”. Nos precisa que dos motores mueven esta ciencia: el primero, es el económico; más pequeño significa más barato. El segundo motor es puramente científico, que plantea como siempre, otras inquietudes más filosóficas y muchas veces de carácter ético y teológico, como lo es la posibilidad de imitar a la naturaleza y colocar los átomos donde se desee a través de la química.

Estas apreciaciones nos dan una idea acerca de las exigencias de la competitividad en que se encuentra sumergida la sociedad global y especialmente las universidades y el mundo empresarial. Estas razones indican que para ser más competitivos es necesario ser más productivos, eficientes y excelentes tanto en la producción de bienes materiales como en la producción de conocimiento, y éstos deben ser de calidad. Nuevamente Toffler apunta que “la combinación de más científicos, herramientas K más potentes, -instrumentos que utilizamos para generar conocimiento-, comunicaciones instantáneas, colaboración a escala planetaria y una base de conocimiento cada vez más amplia donde beber, está cambiando las fronteras de la propia ciencia al abrir de nuevo interrogantes que, en otra época, se consideraban películas de ciencia ficción de serie B”.

No podemos obviar que existe una tendencia hegemónica mundial, montada sobre un modelo de liberalismo económico que intenta imponerse a cualquier costo en los países subdesarrollados. Esta tendencia debe analizarse profundamente para tratar de sacar provecho a los avances de la humanidad; de lo contrario, la mayor parte de estos países están amenazados por el dominio científico-técnico y económico-político de las potencias industrializadas.

No debemos caer en el error de producir aceleradamente bienes y servicios que cubran desorganizadamente las necesidades de una sociedad agobiada por los altos índices de pobreza extrema y crítica. Se hace necesario, entonces, comprender las complejidades de la sociedad del conocimiento para intentar tener mejores resultados. Esto a su vez se logra, reorganizando, transformando e integrando a los sectores educativos, científicos y tecnológicos; la estructura de gobierno en todos sus niveles y la actitud, comportamiento y responsabilidad social de las empresas y empresarios que conforman el sector productivo venezolano. En todo caso, lo que sugieren estas anotaciones es que el avance incesante del conocimiento nos compromete a revisar los fundamentos, principios y leyes que sustentan a todas las ciencias conocidas hasta ahora, así como las bases axiológicas de todas las instituciones.

La existencia de factores externos que inciden en la eficiencia de las instituciones de educación superior obliga a realizar acciones políticas de corte estructural que ataquen las causas de los problemas y no sus síntomas. Entre estas soluciones se encuentra la reforma urgente de la Ley de Universidades, para que éstas puedan experimentar nuevas estructuras organizativas más dinámicas, flexibles y que profundicen su esencia democrática. Es necesario elevar los niveles de exigencias éticas, morales y científicas, que faciliten la instrumentación de estrategias de autoevaluación y coevaluación institucional con el propósito de corregir las desviaciones que afectan su misión.

La transformación de las universidades, especialmente en sus relaciones con el Estado y el resto de la sociedad, de cara a esta nueva revolución de la inteligencia, se ha convertido en una necesidad de vital importancia. Su vigencia trasciende los períodos gubernamentales y el cortoplacismo, de allí que mantener su autonomía y su independencia frente a las intenciones políticas del Estado, es una condición necesaria para el avance de la ciencia y la formación de los jóvenes. Es urgente, si tomamos en cuenta que hoy las naciones de todo el planeta se esfuerzan por construir, a distintas velocidades, economías avanzadas como prerrequisito para sustentar sociedades avanzadas.

La deuda institucional con el entorno tiene en estos momentos la oportunidad de alcanzar su saldo favorable. Se debe dar prioridad a la extensión que promueva el mejoramiento de la calidad de vida de la colectividad regional, ofreciendo opciones de educación no formal para el trabajo; integrando la universidad al diseño y ejecución de proyectos enmarcados en la formulación de políticas de desarrollo; gestionando con el sector privado la ejecución de programas socioculturales y tecnológicos; propiciando la creación de espacios y eventos que promuevan el desarrollo humano sustentable y finalmente, estimulando el intercambio y la transferencia de información, conocimiento y tecnología con la colectividad local, nacional e internacional.

En un mundo dominado por la sociedad del conocimiento difícilmente podrá desplazarse la importancia de la investigación y sus resultados, de las consideraciones para el desarrollo de la humanidad. Las grandes potencias se interesan más por exportar e importar información, que por los mismos recursos naturales que antes movían sus arsenales industriales. La información domina al mundo. Se observa un escenario cada vez más turbulento, con cambios drásticos que modifican la concepción del universo y de todos los que en él habitamos. La educación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología, son aliados fundamentales para mejorar los niveles de vida de la población y para lograr mayores grados de competitividad en los complicados escenarios económicos de hoy.

DEMOCRACIA, CONOCIMIENTO E INSTITUCIONALIDAD

El premio nobel de economía en el año 1993, Douglas North, justificaba la “democracia institucional” y contradecía la posición de la corriente liberal que criticaba el papel del Estado, al cual consideraban como un obstáculo para el desarrollo. Hay sistemas –dice- que recompensan la distribución de los ingresos y otros el robo. La pregunta es porqué algunos tienen una calidad de instituciones y otros no. En realidad la calidad de las instituciones es una causa y un efecto del grado de desarrollo de los países.

La propuesta de North critica la forma desmedida de privatizar, desregular y liberar mercados, porque no toma en consideración la vida institucional del país. Se obvia el rol que cumplen las organizaciones sociales, económicas y políticas dentro del contexto de cada país. Y es precisamente en esta amplia corriente de pensamiento actual en la que se puede encontrar respuestas concretas para pasar de un modelo de instituciones ineficientes a otro eficiente.

La responsabilidad de quienes administran justicia, por ejemplo, radica en la influencia que tienen para decidir sobre la vida de los hombres, porque de este importante sector depende el poder cumplir y hacer cumplir las leyes que rigen nuestras vidas; y ante la necesidad de crear las condiciones globales de nuestra sociedad, también se debe impulsar la idea de conformar otra cultura jurídica. Todas las instituciones que tienen vida activa en el país deben entender que la profundización de la democracia se puede lograr en la medida en que el poder se acerque al ciudadano y el imperio de la ley soporte la vida en sociedad.
El escritor y periodista colombiano Plinio Apuleyo, decía que en Latinoamérica cada vez que existían problemas sociales, políticos y económicos, se elaboraban leyes con un grado de perfección tal, que hasta los países desarrollados las tomaban como punto de referencia para sus estudios; pero en el momento de aplicarlas se diluía como el humo de un habano de la mejor calidad.

Esa tradición legalista, heredada de la cultura hispánica, cuando se va a instrumentar queda vacía, porque las sociedades, especialmente la venezolana, no han comprendido que las leyes deben tener un grado de aceptación social mayoritario que les permitan ser efectivas. Los países latinoamericanos todavía no comprenden que el Estado de Derecho es la única forma de reglamentar y garantizar la vida de sus ciudadanos y el funcionamiento de sus instituciones. Si un país hace el esfuerzo para acelerar el avance económico, pero, deja atrás sus instituciones básicas, su potencial para crear riqueza se verá finalmente limitado.

Entender a profundidad el grado de deterioro de la sociedad venezolana y sus instituciones, debe servir de acicate para su recomposición por parte de aquellas personas comprometidas con su futuro y no para quienes basan sus soluciones en simples maquillajes. El nivel de la crítica social, hace pensar que las soluciones mágicas no aparecerán. El discurso y la acción política tienen que materializar las soluciones a las verdaderas necesidades de una sociedad tratada injustamente por los avatares de gobiernos que contínuamente olvidan el compromiso que tienen con sus ciudadanos.

LA DEMOCRACIA COMO FUNDAMENTO DE LA INTEGRACIÓN SOCIAL

El sistema democrático se ha consolidado en el mundo de hoy básicamente por esa búsqueda constante del hombre de acercarse a un modelo social, cuya esencia garantice el respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos y el disfrute equilibrado de la riqueza que genere cada país. El intento de aproximación a este modelo debe entenderse como un proceso en permanente evolución, evitando asumir el poder como un fin y no como un medio.

La crisis institucional que afecta la estructura social del país no debe endosársele a la democracia. Precisamente esa capacidad interna de estimular la confluencia de fuerzas, la crítica constructiva y la respuesta acertada, aún cuando no oportuna, forman parte de su esencia. El poder de auto transformación es el que permitiría que el modelo venezolano evolucione a gran velocidad.

Durante cuatro décadas, las organizaciones políticas impulsaron el deseo de los ciudadanos de vivir en un régimen de libertades, con mayores posibilidades de participación y con amplias oportunidades de ascender en la escala social; sin embargo, las desviaciones y distorsiones los llevo a desconectarse de la realidad, lo cual contribuyó al fracaso de los partidos como interlocutores políticos para los ciudadanos. Sin embargo, la crisis profunda que hoy afecta a todas nuestras instituciones debemos asumirlo como una oportunidad para la transformación de las mismas, construyendo nueva formas de relacionamiento con el Estado.

Cincuenta y dos años de democracia son parte de la historia moderna de Venezuela. Los constructores de ese camino deben sentir un especial orgullo por su gran aporte. Pero, no debe ocultarse que la vida de la nación se ha visto obstaculizada por la inconstancia, la falta de reconocimiento de quienes somos y el relegamiento de nuestras capacidades para construir un mejor futuro. La educación sustentada en valores nos debe obligar a reencontrarnos con nosotros mismos. Integrados en una misma sociedad. Capaces de construir un futuro con equidad. La certera frase utilizada recientemente en un estudio sobre la educación del siglo XXI, por el gran escritor mejicano Carlos Fuentes, marca el destino que debe asumir el pueblo latinoamericano en el futuro: “Debemos educar al ciudadano para que aprenda a utilizar el poder en forma compartida”.

El vacío de liderazgo social en Venezuela comienza a preocupar a historiadores y científicos sociales que ven en esa ausencia la dificultad de encontrar salidas a los problemas que actualmente afectan la vida del país. La integración entre las universidades, el sector productivo y la sociedad civil organizada debe ser el germen de formación de un liderazgo colectivo que asuma con mayor responsabilidad la reconstrucción de la nación. Debe interpretar sin complejos las implicaciones del proceso de globalización y la conformación de grandes bloques económicos; la liberalización del intercambio y la aceleración de la innovación tecnológica. El estudio profundo de los escenarios modernos debe estimular la conformación de alianzas que faciliten el diseño de respuestas regionales y nacionales, que enfrente las complicadas relaciones de este siglo.

El entendimiento de la globalización y del predominio del conocimiento y de la información, conforman los nuevos elementos con los cuales deben lidiar las instituciones. La relación entre inversión en Ciencia y Tecnología y el PIB, muestra la diferencia entre los países altamente desarrollados y los menos desarrollados; en Venezuela es urgente establecer una estrategia coherente que conduzca a la conformación de políticas de desarrollo bien definidas y de largo plazo, sostenidas en el tiempo.

TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN Y EDUCACIÓN

El desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación conlleva a una redefinición completa y cabal de la misión de la Universidad para dar respuesta a la interrogante: ¿Cuál debe ser el papel a desempeñar por la universidad en este mundo competitivo? Los roles institucionales e individuales de profesores y estudiantes cambia totalmente, como dice George Blanc “De hoy en adelante, el estudiante aprenderá más y más por sí mismo, mediante procesos de intercambio a través de las redes. El profesor ya no transmitirá un conocimiento previamente estructurado, sino que enseñará a los estudiantes a pensar y organizar caminos individuales de aprendizaje. El papel de la universidad será el de facilitar estos procesos, al permitir el acceso a la información y al autoaprendizaje, pero también se encargará de certificar la capacitación y la investigación”.

La UNESCO, preocupada por estos aspectos y su incidencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje, prescribe también que “Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación están introduciendo una revolución en la enseñanza abierta y a distancia y deberían permitirle salir de los debates iniciados y del escepticismo de los pedagogos para transformarla en industria mundial. Los conceptos de “colaboración” y “enseñanza asincrónica” deberían comenzar a imponerse, más que por razones puramente pedagógicas, porque son el reflejo de las necesidades de la evolución de la sociedad. Este cambio lleva en sí el germen de una verdadera revolución pedagógica en la cual las estructuras tradicionalmente inmóviles de espacio-tiempo-jerarquía habrán de explotar”.

Existe una percepción creciente del aumento del desequilibrio entre ciertas esferas de estudio y la demanda de graduados con ciertos perfiles, que llevan a empleos considerados como inapropiados para la mayoría de ellos; a mayores costos de inducción y actualización de los egresados por parte de las empresas y a una categoría de “desempleo ilustrado” que empieza a preocupar no solo a los países menos desarrollados sino también a los desarrollados. Se observa igualmente, un desfase entre las funciones científicas y tecnológicas que llevan a cabo las instituciones de educación superior y el mundo productivo. Ese desbalance se percibe en las actividades de investigación llevadas a cabo por las universidades con muy escasa participación del sector empresarial, así como el retardo en producir resultados por parte de aquellas. Igualmente, el uso de tecnologías de punta por parte de las empresas, deja rezagada la formación en aulas y laboratorios de las universidades, debido fundamentalmente a razones de escasez presupuestaria y financiera. Toffler nos dice que hay un “efecto de desincronización” tan abismal que, haciendo un símil con los vehículos, la empresa y los negocios marchan a 160 Kms. por hora y el sistema escolar a 15Kms. por hora

EL NUEVO ROL DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

En la conferencia mundial sobre educación superior de la UNESCO, celebrada en octubre del año 1998, se llegó a conclusiones acerca de las exigencias del mundo del trabajo a dichas instituciones, que obligan a su transformación. Podemos resumirlas así:

1.- Continuar considerando el acceso equitativo según los antecedentes sociobiográficos como una cuestión clave.
2.- Diversificarse estructuralmente y, por consiguiente, respecto a las condiciones de estudio y a los cursos impartidos.
3.- Dedicar más atención a las competencias genéricas, a las capacidades sociales y al desarrollo de la personalidad.
4.- Modificar su función, sobre todo en su paso a una sociedad de aprendizaje durante toda la vida.
5.- Preparar a los estudiantes para la creciente mundialización e internacionalización económica y social.
6.- Servir a los estudiantes a través de una variedad creciente de medios más allá de la enseñanza y el aprendizaje en el aula, por ejemplo, mediante la comunicación fuera del aula, el asesoramiento, la oferta de diversas formas de experiencias de trabajo y de vida, o el apoyo en la búsqueda de empleo.
7.- Establecer modos regulares de comunicación entre la educación superior y el mundo del trabajo.

Si bien estas son conclusiones generales, es un indicador de que hay que trabajar muy duro para superar las barreras existentes y encontrar soluciones favorables, tomando en cuenta las condiciones especificas y culturales de cada país para la propuesta y adopción de medidas concretas.

LA CONTRIBUCIÓN EMPRESARIAL EN LA EDUCACIÓN

Según los expertos en currículo, los planes de estudio y los contenidos programáticos deben elaborarse sobre una triple perspectiva. En primer lugar, debe tomarse en cuenta la experiencia y visión académica institucional que incorpora las orientaciones del desarrollo del conocimiento a nivel mundial, y la visión de Estado en términos del desarrollo nacional.

En segundo lugar, la perspectiva del sector empresarial, ya que es bien sabido que los avances tecnológicos se asumen más rápidamente por las empresas, en término de adecuación a los procesos de producción y de mercados, y en definitiva, en términos de competitividad, que es el reto fundamental actual para los sectores productivos del país.

Las estructuras curriculares deben ser flexibles, que permitan la incorporación de los avances científicos mundiales y los avances tecnológicos de las empresas, en el conocimiento a impartir en aulas, laboratorios, talleres y en los estudios a distancia; se requeriría una actitud mas proactiva por parte de los sectores empresariales, para permitir el uso de sus instalaciones como “aulas” o espacios para la docencia y la investigación, que posibiliten el acortamiento del llamado “efecto de desincronización”.

La relación educación-trabajo, universidad-empresa o educación para el trabajo, hasta ahora se ha mantenido a nivel de pasantías de estudiantes de los últimos semestres por pocas y determinadas empresas y por poco tiempo. Existen nuevas exigencias y nuevos desafíos que obligan tanto a las instituciones educativas como a las organizaciones empresariales a ser mas creativas, innovadoras, audaces y mas abiertas para generar confianza entre ellas, y poder consolidar así una relación que será provechosa para todos.

También es necesario tomar en consideración las expectativas de los propios estudiantes, que al convertirse en egresados, se consiguen con la dificultad adicional de que sus conocimientos, por muy bien acreditados que estén académicamente, se encuentran desfasados de la realidad operativa de su campo laboral, producidos por los avances tecnológicos que las instituciones educativas no han podido incorporar. Esto exige un proceso de adaptación y entrenamiento previo de la empresa, que alarga su capacidad de aplicación cognoscitiva e implica costos adicionales para ellas.

La búsqueda de la ganancia y la producción de conocimiento para la humanidad, no debe dejar atrás la necesidad de incorporar en las estructuras curriculares la enseñanza de los valores, tanto los individuales como los sociales. La tendencia hacia la necesidad de rescatar los valores se ha convertido en el tema central de muchas discusiones ya que gran parte de la sociedad comenzó a entender la importancia que tiene la actitud de los ciudadanos hacia actividades claves como lo son el estudio, el trabajo, la solidaridad social, la honestidad y la unión familiar.

Algunos estudios destacan que la actitud del venezolano frente al trabajo es baja y lo consideran como un sufrimiento necesario; otro alto porcentaje de la población rinde en su trabajo, pero sin ningún tipo de motivación; sin embargo, las impresiones más graves se reflejan en quienes consideran que nadie se hace rico trabajando o siendo honesto. Por eso la necesidad de insistir en la importancia que tiene el desarrollo de las actitudes competitivas; reforzar la autoestima, la innovación y la creatividad; aumentar la permanencia del personal en las organizaciones; valorar el trabajo; la motivación por el logro obtenido; fortalecer la relación educación-éxito y estimular la calidad, los cuales son factores claves para incrementar la pro

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