Tal Cual
La llamada "Cédula del Buen Vivir" sólo busca legalizar el racionamiento de productos muy escasos. La modalidad solo busca controlar progresivamente la vida de los venezolanos.Si el Gobierno no logra abatir la gran pobreza surgirán inevitablemente otros graves problemas sociales
Por: Heliodoro Quintero
Manuel Rosales, candidato presidencial de la unidad opositora nacional, en su campaña electoral del año 2006, planteó seriamente por primera vez en la historia política de nuestro país, la ejecución de una transferencia monetaria condicionada de una quinta parte de la renta petrolera nacional, dirigida a aproximadamente 2.500.000 familias venezolanas situadas por debajo de la línea de la pobreza, que al mismo tiempo serviría como una especie de seguro al enorme desempleo reinante en nuestro país.
Este novedoso programa implicaba en esencia una entrega planificada de una parte de nuestra riqueza petrolera, directamente a los venezolanos más necesitados.
Para asegurar su operatividad, el mismo sería ejecutado por una agencia gubernamental independiente, que basaría su actividad en información disponible proveniente de las instituciones públicas y privadas con el objeto de generar una selección objetiva de todos los beneficiados.
Se estimaba en ese entonces la entrega a las familias seleccionadas de un monto mensual que podía oscilar entre 600 mil a 1 millón de bolívares de los viejos, dependiendo del comportamiento de diferentes variables relacionadas con nuestro mercado petrolero tales como; las cifras de producción y precios del petróleo venezolano en los mercados internacionales.
MI NEGRA
Es por ello que este programa se orientaba a mejorar sustancialmente todos los aspectos sociales de una Venezuela que, al igual que en el año 2006, cada día se hunde más en las tinieblas de la anarquía y el abuso generados por un gobierno que sólo ha contribuido con la creación de una boliburguesía capitalista que todo lo reclama para sí y sus vasallos internacionales.
Este programa consistía fundamentalmente en la entrega de una tarjeta de débito denominada en esa oportunidad "Mi Negra" al jefe, o a la jefa de familia, cargada automáticamente con el monto correspondiente al primer mes del aporte.
Subsecuentemente, este instrumento se recargaría de manera automática y con una periodicidad mensual para asegurar de esta forma el retiro del límite de efectivo y/o la compra de bienes en una amplia gama de tiendas y otros establecimientos comerciales, que incluían la mayoría de las cadenas de auto mercados existentes en el país.
Otra característica interesante de la tarjeta "Mi Negra" es que se trataba de un instrumento personal e intransferible, asociado a una clave para el uso exclusivo del beneficiario. A su vez, éstos podrían también acumular el dinero no utilizado para su uso posterior, como si se tratase de una cuenta personal.
Cuando el candidato de la unidad nacional, Manuel Rosales presentó esta oferta en septiembre de 2006, tenía la firme convicción que a través de este sistema, el estado venezolano podría facilitar a sus ciudadanos el tránsito hacia una sociedad más equilibrada, como primer peldaño para alcanzar una genuina y saludable "democracia social".
Si el gobierno de turno no logra de algún modo eficiente abatir la gran pobreza que hoy día azota a nuestro país, como ocurre en el caso concreto de este régimen, surgen inevitablemente otros graves problemas sociales como la inseguridad, el desempleo, la inflación, déficit de viviendas, crisis del sector de la salud, etc., y bajo ningún esquema podría entonces haber un desarrollo social armónico.
PARAR LA REGALADERA
La tarjeta "Mi Negra" serviría también como palanca para detener la tan utilizada "doctrina de la regaladera", brillantemente aplicada por el Presidente Chávez.
En otras palabras, un programa como "Mi Negra" hubiera impuesto serios obstáculos al manejo dispendioso de nuestra riqueza petrolera que caracteriza a la revolución bolivariana.
Debido al control feudal que ejerce el presidente Chávez, a través del Ministro Ramírez sobre Pdvsa, cada día es más evidente su uso indiscriminado como instrumento político para eternizarse en el poder, castigar a aquellos que disciernen de sus políticas y como apetitosa botija para ablandar las conciencias de diversos actores internacionales en su aberración desmedida por instaurar un mal llamado Socialismo del Siglo XXI.
Muchos detractores de la tarjeta "Mi Negra" interpretaban equivocadamente en dicha oportunidad que esto no era más que otra vendetta populista para alcanzar un beneficio electoral, sin embargo, ante la debacle social por la que atraviesa el país hoy en día y luego de haber transcurrido casi 4 años de haber sido instrumentado este programa, seguramente en Venezuela hoy existiría un mayor equilibrio social, que hubiera ya comenzado a mostrar un avance en la lucha contra la pobreza, la delincuencia, la desnutrición, etc.
La propuesta Mi Negra de Manuel Rosales no sólo representaba una forma de darle a cada venezolano individualmente lo que hasta ahora sólo ha sido una ilusión colectiva, expropiada por el partido político de turno, sino que transformaría la manera como la sociedad venezolana exigiría que se administre su patrimonio contenido en la industria petrolera.
Hace menos de un mes Chávez nos viene con el cuento de una Tarjeta que él ha llamado dizque "Del Buen Vivir". Esto seguramente va a ser otro mecanismo a través del cual el gobierno controlará todas nuestras compras.
Además no se la ha dicho claramente a la gente que tiene que tener una cuenta en el ahora nacionalizado Banco de Venezuela (es decir del gobierno) y tiene que depositar su dinero allí, para luego poder utilizar la tarjeta.
PARA CONTROLAR
La idea del gobierno de cara a los venideros procesos electorales, incluyendo las elecciones presidenciales de diciembre de 2012, es que parezca que la gente no va a pagar nada por lo que adquiera, sino que el Presidente es tan bueno que le va a regalar a la gente las compras que efectúe.
La implantación de la llamada "Cédula del Buen Vivir" anunciada por el presidente Chávez sólo busca legalizar el racionamiento de productos ya existente en los mercados venezolanos, rubros éstos que por demás son ya muy escasos.
No se trata tampoco de una tarjeta de crédito para la obtención de productos, sino más bien se parece mucho al "cartón de racionamiento cubano", pues buscaría limitar la compra de productos de la cesta básica tal como sucede en Cuba, donde dicho instrumento se utiliza para adquirir arroz, pan, café, frijoles, azúcar, sal, vestido, calzado, incluso para regalos a los niños. Entonces de ser así podemos calificar esto de algo positivo, o más bien deberíamos llamarla la tarjeta del "Mal Vivir".
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