diciembre 24, 2010

"Hoy nos toca a nosotros anunciar al mundo que ha nacido el Salvador"  

Sucedió que un ángel del Señor se les apareció.
La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor.


Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo.
Lucas 2:9-10

En el pasado Dios utilizó a uno de sus ángeles—la palabra ángel significa mensajero en el lenguaje original—para transmitir un mensaje especial al pueblo judío que estaba a la espera de una solución a sus problemas, aunque ellos en realidad no sabían cuál era realmente su problema. La revelación de la gloria de Dios y la visión del ángel los impactó de manera tal que la única reacción a lo ocurrido fue sentir un profundo miedo.
Las palabras del ángel les devolvieron algo de tranquilidad y pudieron recibir las buenas noticias del nacimiento del Salvador de Israel y de todo el mundo, el tan esperado Mesías—Cristo en griego,
Ungido en español—el Libertador y Líder que rescataría al pueblo de Israel de la opresión a la que estaban sometidos por el imperio romano llegaba por fin.
La liberación era más bien un rescate de la opresión de la Ley de Moisés y del pecado, pero ésto no lo entendieron sino muchos años después.
Hoy día, nosotros cumplimos esa misión que una vez le fue encomendada a este ángel, ser vocero de los planes de Dios.
Hoy nos toca a nosotros anunciar al mundo que ha nacido el Salvador.
Que sólo en él podemos encontrar la satisfacción a todas las preguntas y dudas existenciales del hombre.
La presentación de las buenas noticias—evangelio en el lenguaje original—de la llegada del Mesías prometido y el comienzo del cumplimiento de todas los anuncios realizados por los profetas de Dios durante muchos años, es nuestra misión.
Hoy nos toca anunciar que ese precioso niño que nació en un establo porque no había lugar en la posada, había nacido libre de pecado y condenación y se convirtió en un hombre adulto que dio su vida por todos nosotros para liberarnos del yugo de la ley y el pecado.
Que resucitó de la tumba en la cual su cuerpo había sido enterrado, venciendo así también a la muerte, y que ascendió a los cielos para ocupar allí el lugar que le corresponde en el trono celestial sobre toda la creación.
Dediquémonos pues a cumplir esa misión de transmitir las buenas noticias que una vez le correspondió al ángel pero que en estos días aciagos nos corresponde a todos nosotros, los hijos de Dios.

¡Sólo a Dios sea la gloria!

¡Feliz Navidad!

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