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enero 21, 2011

Democracia y totalitarismo


La  democracia venezolana, 53 años después del 23 de enero de 1958, vive momentos críticos. Para Jacques Maritain, es un ideal de vida enmarcado en la ética y la razón. La dignidad de la persona humana es el alma de la democracia, que descansa en tres grandes soportes: los derechos de los ciudadanos, las relaciones entre éstos y la autoridad y la concepción del Estado. Para R. Wesson, la democracia es “la política de la coerción mínima y de la lucha moderada”. No basta la realización de elecciones periódicas si no existe igualdad ante la ley o si se burla la participación real, o se irrespetan los derechos de las minorías.

No existe democracia si la coerción se lleva a niveles insoportables y se pretende acabar con las instituciones. Cuando el principio de la mayoría carece de limitaciones o se ejerce contra la ley, la democracia degenera en un simple totalitarismo. Cuando los valores fundamentales, como los derechos humanos, se irrespetan diariamente, la democracia comienza a resentirse.

En suma, la democracia se pone en entredicho cuando una supuesta representación de la mayoría actúa de manera autocrática, absolutista, despótica y autoritaria. K. Popper ha expresado que las democracias son como las fortalezas: deben ser bien diseñadas, pero también bien mantenidas. No basta con presumir que se respeta la democracia si no se mantienen y respetan las instituciones que la caracterizan, como la inmunidad parlamentaria o la separación de poderes. Si esto no ocurre, surgen los síntomas del totalitarismo, se profundiza el dominio político de quienes controlan el poder. 

Por ello, es bueno recordar una frase de Juan Pablo II -de gran vigencia- durante el acto de presentación de credenciales de un embajador venezolano ante la Santa Sede: “Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como lo demuestra la historia”. En consecuencia, ante el mundo entero debemos defender esos valores que hoy se irrespetan para que nuestra democracia no sucumba ante un totalitarismo marxista-militarista cada vez más visible, como lo demuestra la historia.

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