En la última década hemos observado como empresas que fueron insignia del “management” mundial, han caído una tras otra en escándalos donde se han involucrado los principales directivos de las empresas y sus juntas directivas, por actos de acción y omisión.
Nos hemos familiarizado con nombres como: Enron, Worldcom, Tyco, Arthur Andersen, Parmalat, en las que finalmente muchos de los responsables de los delitos cometidos están pagando por sus actuaciones ante la justicia.
Evidentemente, se ha tratado de corregir esta situación mediante regulaciones muy estrictas como el caso de la Ley Sarbanes-Oxley en EEUU en el año 2002. Sin embargo, la situación continuó cuando en el año 2008 se observa una nueva caída del mundo financiero: Merrill Lynch, Lehman Brothers, Madoff. Incluso se han realizado esfuerzos muy grandes para llevar las mejores prácticas de gobierno corporativo a todo el mundo (OECD-Organización Económica para la Cooperación y Desarrollo) tratando de convencer a los empresarios de la necesidad de tener de manera voluntaria prácticas de buen gobierno corporativo. No obstante, aún seguimos teniendo escándalos en esta década, no sólo internacional como los mencionados sino nacionalmente (DMG año 2008, Fuerzas Militares falsos positivos 2009, Grupo Nule año 2010)
La continuación del problema se debe a que hemos buscado solucionarlo desde los efectos, mediante mecanismos de control, no en la causa, en su raíz, es decir, en los valores y principios que las organizaciones viven y trasmiten.
Esta columna de análisis surge por la necesidad inminente de crear un nuevo modelo para motivar a las personas que trabajan en las organizaciones ha alcanzar la consecución de la estrategia de manera ética y en especial a las empresas familiares debido a que son éstas las que tienen mayor participación dentro del número de empresas que conforman la economía de un y adicionalmente son las que más influyen en la comunidad debido a la mayor proporción de empleo que generan en el mundo.
Es innegable que en la mayoría de los escándalos mencionados, las causas del problema además de los inadecuados gobiernos corporativos, tienen que ver con los sistemas de dirección de las empresas, entre éstos los de compensación y evaluación. La evaluación del desempeño en muchas ocasiones ha motivado a las personas a pasar por encima de la ética para lograr los objetivos delineados y por lo tanto alcanzar un paquete de compensación millonario. Un ejemplo clásico de este tema, ha sido el cumplimiento de la meta del presupuesto de ventas de las compañías al finalizar el año. Se tienen evidencias en todo tipo de empresas del mundo sobre cómo han llegado los directivos a extremos de crear empresas ficticias, a las que al finalizar el año se les factura con el ánimo de alcanzar el objetivo y tener las bonificaciones del sistema, posteriormente realizando las devoluciones en el transcurso del año. Realmente estamos viviendo sistemas perversos que al centrarse exclusivamente en el resultado y en el objetivo, se dañan a las personas, olvidándonos de la ética.
Así pues, la dirección por valores, virtudes y principios consiste en adoptar una filosofía de gestión moral y empresarial acorde con alguna línea de pensamiento moralmente definida. Una cultura coherente con los valores, virtudes y principios de una empresa incrementa la capacidad de supervivencia de la misma en el largo plazo. Dentro de esta filosofía los valores, virtudes y principios representan los pilares necesarios para mantener la unidad de la organización, son el faro que lo orientan en una tormenta, de manera que todos los participes de la organización los tengan en cuenta en la toma de sus decisiones.
Durante los últimos años, se ha descubierto en diversos estudios la influencia de los valores en las empresas familiares, siendo ampliamente aceptado que la unidad familiar y el compromiso de la familia con sus empresas constituyen la ventaja competitiva de las empresas familiares exitosas, al igual que la confianza reinante entre la familia o el denominado “Familyness” que las hace diferenciales e incluso las lleva a obtener un mejor desempeño frente a las empresas no familiares. Razón por la cual es importante que las familias conozcan sus valores, y de esta forma poder enfocar sus esfuerzos en mantenerlos vigentes en la vida de sus miembros.
Es muy probable que los valores fundamentales sean los mismos de los fundadores así como su capacidad para crear legados familiares. También hay que reconocer que los valores del fundador tienen una gran importancia en el día a día de las empresas familiares, al igual que en la alineación de su cultura, pero debemos aclarar que las familias deben saber cuáles valores y principios deben resaltar en cada ámbito, para que de esta forma se puedan obtener mejores resultados.
El ideal sería lograr transmitir los valores a todos a lo largo de las generaciones, pero debemos ser conscientes que en el camino encontraremos nuevas personas, y con ellas nuevos valores que definirán a la familia, en lo posible, que ayuden a mejorar la actuación de la familia empresaria.
Quiero resaltar que esta columna está dedicada a empresas familiares que quieren mantener sus ventajas competitivas como la unidad y compromiso, o el efecto familia denominado familyness, que no es más que un grupo de valores, virtudes y principios que se logran mantener como el legado de una familia empresaria. ¿Cómo mantener esos valores, virtudes y principios? Se invita a la reflexión para que antes de compensar un desempeño cuantitativo exitoso se evalúen las personas por medio de las percepciones de los altos directivos. Muchos pensarán que este tema es subjetivo y lo tratarán de cuestionar, y aunque se hace a partir de percepciones individuales y subjetivas, la evidencia muestra que con la participación de varias personas en la organización podremos entender mejor las personas que trabajan con nosotros y guiarlos a ser mejores personas, sin perderse en el camino de la remuneración económica y la obtención de bonos.
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Evidentemente, se ha tratado de corregir esta situación mediante regulaciones muy estrictas como el caso de la Ley Sarbanes-Oxley en EEUU en el año 2002. Sin embargo, la situación continuó cuando en el año 2008 se observa una nueva caída del mundo financiero: Merrill Lynch, Lehman Brothers, Madoff. Incluso se han realizado esfuerzos muy grandes para llevar las mejores prácticas de gobierno corporativo a todo el mundo (OECD-Organización Económica para la Cooperación y Desarrollo) tratando de convencer a los empresarios de la necesidad de tener de manera voluntaria prácticas de buen gobierno corporativo. No obstante, aún seguimos teniendo escándalos en esta década, no sólo internacional como los mencionados sino nacionalmente (DMG año 2008, Fuerzas Militares falsos positivos 2009, Grupo Nule año 2010)
La continuación del problema se debe a que hemos buscado solucionarlo desde los efectos, mediante mecanismos de control, no en la causa, en su raíz, es decir, en los valores y principios que las organizaciones viven y trasmiten.
Esta columna de análisis surge por la necesidad inminente de crear un nuevo modelo para motivar a las personas que trabajan en las organizaciones ha alcanzar la consecución de la estrategia de manera ética y en especial a las empresas familiares debido a que son éstas las que tienen mayor participación dentro del número de empresas que conforman la economía de un y adicionalmente son las que más influyen en la comunidad debido a la mayor proporción de empleo que generan en el mundo.
Es innegable que en la mayoría de los escándalos mencionados, las causas del problema además de los inadecuados gobiernos corporativos, tienen que ver con los sistemas de dirección de las empresas, entre éstos los de compensación y evaluación. La evaluación del desempeño en muchas ocasiones ha motivado a las personas a pasar por encima de la ética para lograr los objetivos delineados y por lo tanto alcanzar un paquete de compensación millonario. Un ejemplo clásico de este tema, ha sido el cumplimiento de la meta del presupuesto de ventas de las compañías al finalizar el año. Se tienen evidencias en todo tipo de empresas del mundo sobre cómo han llegado los directivos a extremos de crear empresas ficticias, a las que al finalizar el año se les factura con el ánimo de alcanzar el objetivo y tener las bonificaciones del sistema, posteriormente realizando las devoluciones en el transcurso del año. Realmente estamos viviendo sistemas perversos que al centrarse exclusivamente en el resultado y en el objetivo, se dañan a las personas, olvidándonos de la ética.
Así pues, la dirección por valores, virtudes y principios consiste en adoptar una filosofía de gestión moral y empresarial acorde con alguna línea de pensamiento moralmente definida. Una cultura coherente con los valores, virtudes y principios de una empresa incrementa la capacidad de supervivencia de la misma en el largo plazo. Dentro de esta filosofía los valores, virtudes y principios representan los pilares necesarios para mantener la unidad de la organización, son el faro que lo orientan en una tormenta, de manera que todos los participes de la organización los tengan en cuenta en la toma de sus decisiones.
Durante los últimos años, se ha descubierto en diversos estudios la influencia de los valores en las empresas familiares, siendo ampliamente aceptado que la unidad familiar y el compromiso de la familia con sus empresas constituyen la ventaja competitiva de las empresas familiares exitosas, al igual que la confianza reinante entre la familia o el denominado “Familyness” que las hace diferenciales e incluso las lleva a obtener un mejor desempeño frente a las empresas no familiares. Razón por la cual es importante que las familias conozcan sus valores, y de esta forma poder enfocar sus esfuerzos en mantenerlos vigentes en la vida de sus miembros.
Es muy probable que los valores fundamentales sean los mismos de los fundadores así como su capacidad para crear legados familiares. También hay que reconocer que los valores del fundador tienen una gran importancia en el día a día de las empresas familiares, al igual que en la alineación de su cultura, pero debemos aclarar que las familias deben saber cuáles valores y principios deben resaltar en cada ámbito, para que de esta forma se puedan obtener mejores resultados.
El ideal sería lograr transmitir los valores a todos a lo largo de las generaciones, pero debemos ser conscientes que en el camino encontraremos nuevas personas, y con ellas nuevos valores que definirán a la familia, en lo posible, que ayuden a mejorar la actuación de la familia empresaria.
Quiero resaltar que esta columna está dedicada a empresas familiares que quieren mantener sus ventajas competitivas como la unidad y compromiso, o el efecto familia denominado familyness, que no es más que un grupo de valores, virtudes y principios que se logran mantener como el legado de una familia empresaria. ¿Cómo mantener esos valores, virtudes y principios? Se invita a la reflexión para que antes de compensar un desempeño cuantitativo exitoso se evalúen las personas por medio de las percepciones de los altos directivos. Muchos pensarán que este tema es subjetivo y lo tratarán de cuestionar, y aunque se hace a partir de percepciones individuales y subjetivas, la evidencia muestra que con la participación de varias personas en la organización podremos entender mejor las personas que trabajan con nosotros y guiarlos a ser mejores personas, sin perderse en el camino de la remuneración económica y la obtención de bonos.
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Por: Gonzalo Gómez-Betancourt
Ph.D. Director Área Family Business, Inalde, Universidad de La Sabana
gonzalo.gomez@inalde.edu.co
Ph.D. Director Área Family Business, Inalde, Universidad de La Sabana
gonzalo.gomez@inalde.edu.co
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