El radiotelescopio más potente del mundo está en México, fue desarrollado casi en su totalidad por talento nacional y se encuentra a punto de iniciar su misión: buscar vida en planetas fuera del sistema solar, a distancias de 13 mil 200 millones de años luz, o lo que es lo mismo, en galaxias que se formaron en el Big Bang.
El equipo de científicos se encuentra en las etapas de finales de calibración del Gran Telescopio Milimétrico(GMT), construido en el extinto volcán Sierra Negra, en Puebla.
El gran telescopio fue ideado en 1994 para que permitiera una resolución angular cinco veces mayor a la de los instrumentos entonces disponibles, de 15 metros de diámetro.
El astrónomo mexicano Alfonso Serrano Pérez-Grovas, hoy director del megaproyecto, fue uno de los principales impulsores para que se hiciera en México.
El telescopio debía tener al menos 50 metros de diámetro y ubicarse, literalmente, más allá de las nubes para evitar la interferencia que provoca la humedad a nivel del mar.
La cúspide más alta que se podía ofrecer era el Pico de Orizaba, con 5 mil 600 metros de altura, pero, dado que las condiciones climáticas y el difícil acceso no hacían posible la instalación, se eligió una cumbre cercana, el antiguo volcánSierra Negra, de 4 mil 621 metros de altura.
Desde el kilómetro 179 de la autopista México-Orizaba, el Gran Telescopio Milimétrico (GTM) se ve como una pequeña parabólica, sin embargo, tiene la misma altura que el Palacio de Bellas Artes (52 metros).
Las dimensiones de su antena equivalen al tamaño de media cancha de futbol; ésta opera con una parábola activa integrada por 180 segmentos o espejos móviles que permiten deformar sus casi 2 mil metros cuadrados de superficie colectora.
Los grandes radiotelescopios del mundo, incluso de más de 500 metros de diámetro, se encuentran a menos de 1,000 metros de altitud y son estáticos.
Pero el GTM está a una altura casi cinco veces mayor. Su parabólica tiene un movimiento de 90 grados hacia arriba y hacia abajo, y la superficie colectora de su antena está activa para poder contrarrestar los efectos de la gravedad y mantener su capacidad de detección de ondas entre uno y tres milímetros.
Además, la construcción puede rotar 360 grados sobre su eje y es capaz de detener su peso de 2 mil 600 toneladas en precisiones de medio segundo de arco (esta medida se obtiene de dividir un grado en 72 mil partes).
El GTM es capaz de registrar frecuencias y longitudes milimétricas de las ondas electromagnéticas que emiten las moléculas y los átomos interestelares.
"Podremos estudiar planetas fuera del sistema solar para detectar las moléculas complejas y buscar posibles huellas de presencia de océanos o plantas; ver si hay algo, por ahí, convida", explica el astrónomo Miguel Chávez Dagostino.
Quien fuera coordinador del área de Astrofísica en el Instituto Nacional de Astronomía, Óptica y Electrónica (INAOE), está seguro de que el radiotelescopio será un "estandarte científico" nacional.
"Vamos a dar resultados de impacto que, posiblemente, modifiquen nuestra visión del Universo", asegura.
El radiotelescopio se construyó con recursos de México y Estados Unidos. La inversión final fue de 1,548 millones de pesos, de los cuales, 1,135 fueron aportados por el INAOE y los 412 restantes por la Universidad de Massachusetts.
Además, en un principio se pensó que solamente 25% del proyecto sería ingeniería nacional.
Sin embargo, al final fueron mexicanos quienes desarrollaron más de 80% de las soluciones de alta precisión requeridas por el proyecto, comenta Juan Carlos Jáuregui Correa, director adjunto de operaciones del Centro de Tecnología Avanzada (Ciateq).
En Contacto, la única novela que escribió el astrónomo Carl Sagan hace 25 años y adaptada al cine en 1997, el autor describe la radioastronomía como el estudio de las ondas de radio que provienen de otros planetas, estrellas y galaxias, así como las emisiones de la composición de las grandes moléculas orgánicas que flotan entre las estrellas.
"Esas emisiones radioeléctricas son naturales, es decir, causadas por procesos físicos, por electrones que se mueven en círculos en el campo magnético galáctico, por moléculas interestelares que chocan unas con otras, o por los remotos ecos del Big Bang, la gran explosión primigenia de los rayos gamma en el origen del Universo", escribió.
Los radiotelescopios "escuchan" el cielo. Dice el astrónomo y divulgador científico Raúl Mújica que se trata de complejos radiorreceptores, sin bocinas, que proporcionan radioimágenes.
Pregunta, por ejemplo, qué escucharía un radiotelescopio si apuntara desde otro planeta hacia la Tierra. Además de los ruidos de las grandes ciudades o el último éxito de Black Eyed Peas, registraría el movimiento de las moléculas de metano, monóxido de nitrógeno, dióxido de carbono, ozono y agua.
La radioastronomía ha dado nuevos ojos a los científicospara identificar en el Universo partículas que pudieron dar origen a la vida en la Tierra.
A partir del conocimiento que ha detonado la construcción delGTM, el investigador en física médica Carlos Treviño asegura que hoy se pueden desarrollar instrumentos capaces de identificar de manera rápida y oportuna células cancerígenas en longitudes de onda de entre 10 micras y dos milímetros.
Dirigida al espacio, esta tecnología permite que el GTM pueda detectar ondas a distancias de 13 mil 200 millones deaños luz, es decir, galaxias que se formaron en el Big Bang.
Según el libro El Gran Telescopio Milimétrico, dos países vecinos exploran juntos el cosmos, las primeras cinco grandes líneas de investigación del megatelescopio incluyen: la observación de polvo estelar para identificar la evolución de sus compuestos orgánicos vinculados con el origen de la vida.
También se realizará una cartografía de planetas grandes como Venus, Júpiter o Saturno; un censo de asteroides y otros objetos más allá de las fronteras de la Vía Láctea; el estudio de la materia circundante a los hoyos negros y dedicará varias horas de observación a los cometas.
Los cometas son los objetos más primitivos del Universoy por sus bajas temperaturas mantienen congeladas las sustancias que componen su centro.
La tecnología del GTM podrá identificar sus moléculas y estudiar cómo su transformación química provoca los gases de la atmósfera cometaria. Este análisis podría comprobar la hipótesis de que la vida llegó a la Tierra en un cometa
El GTM ya está bien equipado. Cuenta con AzTEC (Astronomical Thermal Emission Camera), un ensamble de bolómetros o sensores capaces de fotografiar de manera nítida las zonas frías del Universo; así como con Sequoia (Second Quabbin Optical Imaging Array), que fotografía espectros estelares.
También cuenta con SPEED (Spectral Energy Distribution Camera), que detecta objetos de menos de 200 kilómetros de diámetro incluso más allá del Cinturón de Kuiper, la franja donde se encuentran los objetos más pequeños y alejados del Sol.
El último reto, antes de comenzar a operar, es la precisión. Los 180 espejos que componen el plato principal de la parábola deben reacomodarse en cada observación; deben tener un rango de error menor a 70 micras (si se divide un milímetro en mil, se obtiene una micra).
Francisco Barbosa, el ingeniero a cargo de ese sistema, asegura que en las pruebas de laboratorio han logrado un error incluso por debajo de 50 micras.
El GTM trabajará de manera sincronizada con ALMA (Atacama Large Milimeter Array), en Chile, que contará con 66radiotelescopios de 12 y 7 metros de diámetro a 5 mil metros de altitud, y que comenzará a funcionar en 2012.
El GTM operará como un gran cartógrafo que mapeará el Universo, para que luego ALMA investigue a detalle áreas específicas del espacio.
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