febrero 10, 2011

Situación real de PDVSA


No se resigna. 
Hugo Chávez tenía preparada su metamorfosis para Pdvsa. Un nuevo nombre a estrenar este verano -Petróleos de Venezuela Socialista-, el viejo ‘capitán’ de su confianza, el ministro Ramírez, y nuevas funciones para una empresa a la que Chávez ha convertido en importadora de comida, gestora de sanidado promotora agrícola por igual. Todo con tal de tratar de resucitar -al menos salvar de la ruina pública- a la que hasta su intervención hace ocho años era la mayor petrolera latinoamericana. Pero el ‘humo’ de Pdval (la filial de alimentos), el escándalo por las 110.000 toneladas que la maquinaria estatal dejó pudrir, destapan todos los ‘incendios’ operativos y financieros del conjunto de Pdvsa y encienden las ‘ascuas’ políticas en Miraflores. Y es que, paradojas chavistas, el quinto exportador mundial de crudo derrapa sobre las segundas reservas mundiales (211.173 millones de barriles) y Pvdsa es ya la ‘oveja negra’ de las petroleras paraestatales.
Ha perdido un millón de barriles de capacidad productiva; en un año cayeron un 35% sus beneficios, aporta un 76% menos a fondos sociales y, con más de 24.000 millones de dólares de deuda, depende de la voluntad de las multinacionales y de créditos foráneos por más de 50.000 millones de dólares. Nada puede seguir igual para Petróleos de Venezuela, aunque Chávez no se resiste a su huida hacia adelante con las nacionalizaciones. Pero la de las 11 torres de la estadounidense Helmeritch no opaca que Pdvsa pierde también el pulso a Obama: ha pasado de tercer a quinto exportador a EE UU, Citgo acumula rojos por 150 millones de dólares trimestrales y no ha podido emitir los 1.500 millones en bonos previstos para financiar a Pdvsa.
Quiso hacer de Pdvsa el motor de su ‘revolución’ bolivariana. Una que por primera vez en América Latina -decían los ideólogos cercanos a Chávez- iba a ser rica, con suficiente ‘oro negro’ como para sacudir su autarquía por toda la región. Eso era en 2001, en plena intervención estatal. Ya sobre la mesa de Chávez, desde hace meses, lo alarmaban las alertas de técnicos y algunos directivos de Petróleos de Venezuela. Pero es ahora cuando en Miraflores han empezado, por primera vez, a soltar el lastre de Petróleos de Venezuela y a engranar la marcha atrás, dentro y fuera de sus fronteras. La petrolera es ya la niña bonita de las pesadillas de Chávez y el heraldo de la peor crisis de gestión de los ministros Ramírez y Diosdado Cabello, una que tiene además conexión cubana. La Administración ha devuelto a la nevera de las nacionalizaciones a la empresa Polar y ha revertido la prohibición de bodegas privadas en las que se distribuya alimentación. Si cumple su palabra, por primera vez, habrá compensación económica para la incautación de 11 torres de taladro petrolífero para Pdvsa de la estadounidense Helmeritch, como exige Barack Obama.
Entre los asesores del presidente saben ya que, a la vista del mayor escándalo de los tres Gobiernos de Hugo Chávez es mejor empezar a dar por perdidas un par de batallas de la petrolera para que no se cuestione el conjunto. Pero ya han comenzado a sospechar también que ni el humo del escándalo de Pdval -la filial de Pdvsa dedicada a la importación y la distribución de alimentos- ni la ‘transparencia oficial’ después de un mes de negativas acerca del derrame petrolero sobre la décima parte de la extensión del lago Maracaibo serán suficientes para opacar todos los fuegos en los que arde ya Pdvsa. Y es que sus heridas más sangrantes son las que no se ven aún, ni con Pdval, ni con el conjunto de la petrolera y sus 5.250 empresas satélites.
Las 110.000 toneladas de comida comprada por el Estado que la filial de Petróleos de Venezuela dejó pudrir sin distribuir, aunque suponen un 9% del total gestionado por Pdvsa que se logró importar el año pasado, el equivalente casi a las 191.000 que llegaron a los consumidores -y además la evidencia de que la petrolera estaba muy lejos del 1,7 millones de toneladas de su propio plan estratégico para este año- no son más que el cabo de un ovillo que se le empieza a deshilachar a Hugo Chávez en las manos. Y, aún peor a sus ojos, a enredarse en el organigrama de sus guerras de Palacio, las que enfrentan a los ‘ramiristas’ con los partidarios de Elías Jaua y entre todos con el ministro Diosdado Cabello, las tres ‘manos derechas’ de Chávez. Miraflores quiere culpables que enseñar a la galería. Ha quedado en evidencia que Pdvsa sólo pudo procesar 3.633 toneladas métricas de alimentos en el primer trimestre, un tercio de sus objetivos, pero sobre todo, que, después de comprarle al exterior una media de un millón de toneladas anuales, el 70% del dinero gastado por Pdvsa en importar alimentos en 2009 se perdió en los recovecos de su laberinto. En 2009 sólo distribuyó y vendió 191.000 tm, lo que deja aún en el limbo a 448.000 millones de toneladas (quizá las 110.000 podridas se descuenten de ellas).
No será suficiente con ver al anterior responsable de Pdval, Luis Pulido, en prisión. Menos aún para evitar que las aguas de Pdval lleguen al ‘río cubano’. Como ha desvelado durante las últimas semanas Alejandro Botía en Tal Cual, como Bariven no tenía experiencia en compra y gestión de alimentos, se creó un equipo de asesores cubanos para ellos. Y ante la evidencia de que el desorden de gestión de los puertos impedía descargar mucha de la mercancía en ellos desde que los gestionaba la cubano-venezolana BoliPuertos, se desviaron muchos barcos de comida a Cuba, hasta 68.000 toneladas métricas ™ de alimentos. El choque de espadas -después de la denuncia del Defensor del Pueblo- está servido y estalla ya a las puertas de la Fiscal General del Estado: sobre su mesa, el informe del Contralor, que le recuerda que la denuncia sobre los alimentos podridos de Pdvsa tenía más de un año.
Por primera vez está en cuestión el ministro Ramírez, presidente de la petrolera, aunque insiste en la responsabilidad de operadores privados y en el “boicot” de la oposición, ha confesado que los alimentos podridos estaban “no conformes”, aún a costa de rebotar nuevas sospechas sobre los tejados de Bolipuertos, la empresa también estatal encargada de la distribución nacional bajo mando de Cabello. Ramírez tendrá que dar cuentas ante una comisión parlamentaria, pero sobre todo, ha perdido ya el control de Pdval, ahora en manos del vicepresidente Jaua. Es sólo el preludio de la ‘Nueva Pdvsa Socialista’ de Chávez que ahora llegará con un aterrizaje forzoso y -si Miraflores encuentra la fórmula- con nuevos pagadores, a ser posible foráneos.
TODA  PDVSA  HACE  AGUAS
Lejos queda 2006, cuando Chávez paseaba los galones de la entonces mayor petrolera de Latinoamérica, el tercer proveedor de crudo en los mapas de George W. Bush y aseguraba que estaba listo para ser el “proveedor de todo occidente”. Hoy Pdvsa respira por las heridas de la operación, de su músculo financiero y del tejido de una diplomacia con la que buscaba la hegemonía al sur del Río Grande. No hace ni cinco años, las tres grandes petroleras paraestatales se repartían los galones, los proyectos y el mapa americano de la mayoría de las reservas de hidrocarburos del continente. Hoy, sólo el ranking por reservas favorece aún a Petróleos de Venezuela y deja a la brasileña en segundo lugar, por delante de Petróleos de México; pero Petrobrás le pisa los talones de la producción a PEMEX y, según los analistas independientes, hace meses que bordea la producción real de Pdvsa. No es nada, en realidad, que no haya sucedido ya, en la senda de las estatalizaciones, con el desaparecido Intevep, con la crisis de las empresas de Guayana, el Metro de Caracas, o la Electricidad de Caracas. Pero, en la piel de Pdvsa, esta vez la ‘habilidad’ anti-Midas del presidente bolivariano empieza a pasarle facturas más que energéticas y económicas.
En 2009 sus beneficios cayeron un 35%, sus ingresos un 42% (hasta 4.600 millones, menos de la deuda pendiente con proveedores), nada que se pueda explicar, como pretenden los mensajes de Ramírez desde la bajada de precios (además el precio del petróleo venezolano se ha mantenido este año unos 13 dólares por encima del promedio del año pasado) y las restricciones impuestas por la OPEP. Su producción máxima -lo advierte la OPEP- no alcanza los 2,9 millones de barriles diarios (lejos de los 3,2 que proclama el gabinete de Ramírez) y ha perdido un tercio de capacidad productiva desde que se estatalizó con el modelo chavista, un millón de barriles diarios de diferencia desde la llegada al poder de Hugo Chávez. Las divisas no han alcanzado para los nuevos ‘mejoradores’ de la faja del Orinoco, se ha tenido que conformar con arrendar buques para la explotación offshore con más de tres décadas de vida; ya ni cumple el contrato colectivo porque carece de recursos. La propia directiva confiesa que tiene escasez de personal cualificado para la Faja y sus planes gasistas, aunque desde 2003 ha triplicado su mano de obra, hoy con 110.000 trabajadores, parte de ellos los ‘digeridos’ en cada expropiación.
El derrame del lago Maracaibo, aunque es el más extenso y afecta a las relaciones con Bogotá y los envíos a Washington, sólo es el último de una secuencia que pasa en los últimos meses por el derrame aún sin solucionar en la bahía de Amuaycito y dos fugas de gas en el Orinoco. En el último año, abarrotada de compromisos de inversión propios y ajenos -el proceso la adquisición de las empresas eléctricas- y con un flujo de caja ajustado, Pdvsa recurrió al financiamiento externo y contrajo más de 13.000 millones de dólares en deuda nueva en un solo año. Esto elevó la relación entre su deuda y patrimonio de un 9 a casi un 30%. Y hasta el papel de Pdvsa como ‘caja de caudales’ de la revolución ha empezado a erosionarse, aunque tiene filiales para distribuir leche en polvo, cosechar maíz y construir buques cisterna y a sus empleados también trabajando en programas sociales, frecuentemente con maestros y médicos cubanos. En los últimos doce meses, sus aportes al Fonden cayeron un 95%, hasta los 569 millones de dólares. Ya durante 2009 destinó 1.555 millones de dólares a la compra de alimentos, un 29,3% menos que el ejercicio anterior y ni el escándalo de ‘Pudreval’ (como la conocen ya los venezolanos), opaca que la red de Pdvalitos, los establecimientos dedicados a distribuir toda esa comida, se redujo en un 39% durante los últimos doce meses.
Ni la movilización de más de 600.000 toneladas de comida en 2009 -aunque ahora sólo reconozcan que se repartieron 190.000- para subvencionar la cesta de la compra de los venezolanos a través por cierto del ‘brazo alimentario’ de Pdvsa, Pdval, ni el control de los silos de cereales por parte del Estado, ni la intervención en más de 3.900 empresas de alimentación y distribución con la Ley Orgánica de Seguridad y Soberanía Alimentaria, o la nacionalización de los gigantes del sector como la cadena de hipermercados Éxito, los galpones a Polar y el decomiso de 114.000 toneladas de alimentos y nacionalización de la empresa Monaca (de accionariado español) han contenido el doble tentáculo del desabastecimiento y la inflación, que en los cinco primeros meses del año ha escalado un 11,3% y que según los analistas locales cerrará el año en torno al 35% en su cota interanual. El escándalo de Pdval (compras a precio oficial y ventas en mercado paralelo), ha evidenciado que ni el control del precio básico de los alimentos fijado por el Estado en un país en el que el 80% del consumo es de importación le ha podido poner ‘puertas al campo’. Todo lo contrario: los controles represan la inflación, desincentivan la inversión y la producción y cuando se aplican los ajustes, los precios se disparan más aún. Lo han hecho los agrícolas, más de un 44% en este año.
Pero sobre todo, Petróleos de Venezuela dejó de entregar 18.700 millones de dólares al BCV. Hasta 2005 debía aportarle todo lo percibido por exportaciones, desde 2008, sólo el 42%, una línea roja que ya se salta también. Opera cada vez más fuera del escrutinio público, en una tierra de nadie en la que han prosperado el escándalo de los maletines con Buenos Aires, o ahora el de Pdval. La compañía pagó la deuda inscrita ante la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) de Estados Unidos en el 2005, de modo que ya no tiene que presentar declaraciones financieras a esta institución. Y el Fondo de Desarrollo Nacional del gobierno venezolano, que ha recibido más de 30,000 millones de dólares de Pdvsa desde el 2005, opera fuera de los libros oficiales. Nada que pueda esconder que ni a Pdvsa le llega al cuello la camisa de sus deudas, ni a Miraflores y sus Fondos Sociales -sobre todo el Fonden- les salen unas cuentas que se saldaban hasta ahora sólo gracias a los números de Pdvsa. Sólo a la vista de sus más de 24.000 millones de deuda y del retraso en más de 5.000 millones de dólares en pago a proveedores se entiende -según los analistas- que emitiera bonos de deuda por unos 6.000 millones de dólares el año pasado; que en junio suscribiera un crédito sindicado por 1.500 millones de dólares (aunque esperaba por las emisiones de Citgo) y que haya terminado por nacionalizar a los proveedores rebeldes. Y es que Pdvsa es la primera rehén de su laberinto: en la Memoria 2009 no detalla el monto de las cuentas a pagar con proveedores, pero sí reconoce que el retraso afectó a sus planes: ante la caída de sus ingresos retrasó pagos y exigió a todas las empresas de servicios, incluyendo taladros, una rebaja de tarifas; las que no se acoplaron -casi una veintena- acabaron en la sala de espera de las nacionalizaciones.
LA  CARA  EXTERIOR  DE  PDVSA, TAMBIÉN  EN  CUESTIÓN
Si hasta ahora, las ‘vergüenzas’ de la petrolera de cabecera de Miraflores se ventilaban en casa, han empezado a salpicar más allá de sus fronteras. Colombia estudia una denuncia contra Venezuela por el derrame de Maracaibo. En el aire, tras el viaje esta semana a Caracas del presidente Sirio, la refinería de Damasco que debía estar operativa desde 2013. Nada, en realidad que no haya sucedido con Ecuador, Argentina, Bolivia, Brasil o Paraguay. La propia Memoria y Cuenta 2009 de la petrolera publicada por El Universal entona los detalles de sus zozobras exteriores: con Petrocaribe, “hubo problemas para impulsar los proyectos de construcción de infraestructuras energéticas por la poca o ninguna capacidad financiera de los socios”, además “se registraron retrasos en los pagos y transferencias para la operación de las empresas mixtas y cancelar obligaciones a los contratistas”. No se pudo avanzar en el complejo refinador con Ecuador, cumplir con el plan de estaciones de servicio de Argentina, ni su proyecto de regasificación.
Los avances en el proyecto amazónico de Petrobras -transportará desde este año 5,5 millones de metros cúbicos por día del combustible, para generar unos 760 megavatios (MW) de electricidad- adelantan por la derecha al Gasoducto del Sur de Chávez, que sigue huérfano de realismo, financiación y socios. Y ni siquiera Rusia, que coquetea con una sucursal de la Guerra Fría en tierras bolivarianas y anuncia desde hace meses un Banco ruso-venezolano ha conseguido que Gazprom o Lukoil, con su promesa de 3.000 millones para invertir en la Faja del Orinoco vayan hasta ahora mucho más lejos de las buenas palabras y los entretenimientos militares a cuatro manos. Pdvsa se aferra a la posibilidad de proveeer a China, Vietnam y Rusia, para lo que necesita pasar en tres años a unos 4,9 millones de barriles desde los menos de 3 millones actuales, pero no suelta las promesas de seguir enviando a sus aliados -sin cobrarles nada a cambio- hasta un 15% de lo que el país exporta. Los analistas descuentan que esa generosidad bolivariana que le ha llevado a donar 53.000 millones de dólares a 33 países -casi un tercio a Cuba- en su década de gobierno, a reflejar en sus informes 11.500 barriles diarios de diésel a Bolivia, o dos torres de perforación con personal (como las que escasean en Venezuela) será ya muy pronto un viento de otra historia. El Gobierno de Chávez no dejará de venderles a sus 18 socios de Petrocaribe 200.000 barriles diarios, al menos por el momento, pero ya cambió las condiciones de pago aplazado y -aunque sea a crédito- se aferra a los precios de tiempos mejores, las cotizaciones flexibles en sintonía con el mercado y la promesa de una dependencia garantizada por décadas.
Del gas ni hablar. No, al menos por ahora. Hoy la producción de gas natural es tan baja que no permite llegar ni a la mitad de las necesidades nacionales y Pdvsa aún tiene sobre la mesa el hundimiento de la plataforma de Aban Pearl, apenas días después de que Chávez orquestara en ella una de sus inauguraciones majestuosas, que hará que se lo piense dos veces con el acelerón de los proyectos de explotación de gas natural costa afuera, que es donde el país posee la mayor cantidad de reservas libres. Venezuela cuenta con reservas de gas por el orden de los 150 trillones de pies cúbicos, pero están asociadas al petróleo en un 85% y sólo las importaciones podrán compensar su déficit de 1.500 pies cúbicos de gas por día, aunque esperaba producir 1.500 millones de pies cúbicos diarios. El ministro Ramírez mira ya otra vez a la Faja del Orinoco y a su petróleo. Intenta olvidar el retraso en las licitaciones, los recelos de muchas multinacionales y el paso atrás de Petrobrás, o Chevron. Ahora que el Servicio Geológico de EE UU determinó que en ella hay 513.000 millones de barriles de crudo extraíbles, quiere “producción temprana en dos o tres años”, busca un órdago técnico con el que limpiarle alguna mancha a Pdvsa y acallar la oleada de escándalos. Es su última baza. Pero sabe que se juega en manos multinacionales. Y es que, si ahora su directiva reconoce que no hay suficiente personal especializado que requiere la Faja, el modelo de empresas mixtas impuesto por el Gobierno de Caracas ha terminado por dejar en manos de Pdvsa el 60% del capital accionarial y las reservas y el crudo producido, pero también, la carga de las inversiones que ahora no puede cumplir.
Lo ha empezado a orquestar, a la fuerza, con su particular batalla a los ‘taladros’, lo justo como para espantar aún más a las multinacionales: si la dirección de Pdvsa reconocía que necesitaba 191 torres perforadoras nuevas para cumplir sus planes de perforación, en 2009 sólo consiguió 71 activas. Los taladros de arrendamiento privado han huido desde 2003, más ahora que escasean en todos los mercados. Chávez empieza a sospechar que ‘parió un ratón’ con su modelo de soberanía energética y quiere, otra vez, volver a cambiarlo. Con el actual, el Estado venezolano deja el 40% del crudo de la faja del Orinoco a las empresas transnacionales, que lo pueden comercializar fuera de la estructura operativa de Pdvsa por lapsos que podrían extender hasta por 40 años, la opción a la que se acoge del Consorcio Nacional Petrolero Ruso. Pero además, las estrecheces financieras de Pdvsa han dejado su producción futura en manos de Moscú y Pekín. Aunque el Estado Venezolano tiene los más bajos niveles de rentabilidad de sus bonos, del 15,55%, los bancos de inversión y los analistas descuentan que Pdvsa aún tenía capacidad de endeudamiento, pero no más allá de un año.
Es la propia Memoria y Cuenta de Petróleos de Venezuela la que reconoce ya sus líneas rojas: se ha convertido en un eslabón más de una maldición energética que ha encadenado el desabastecimiento eléctrico a las limitaciones de las refinerías El Palito y Puerto La Cruz; con la prohibición de exportaciones se limitó el procesamiento de crudo, se llegó a un margen negativo en refinación y se cronificó una. Lo ha sentido hasta Obama: la crisis eléctrica derivó en déficit de gas, que obligó a acelerar la utilización de plantas de generación distribuida, que, junto a las centrales de ciclo combinado y las térmicas privadas de gas, han consumido el fueloil predestinado a la exportación. Las plantas como la de Tacoa consumen parte del combustible que se enviaba a EE UU. Será sólo el ‘aperitivo’ del segundo escalón en su ‘infierno’ energético. Se han atrevido a advertirles ya los técnicos de Pdvsa y Corpoelec: si no hay cambios de tendencia, tendrá que sumar la escasez de gasolina, no habrá suficiente energía en las plantas para generar las mejoras en las petroquímicas. El analista petrolero Rafael Quiroz Serrano le pone apellidos: “los recursos se han malgastado en importaciones y no en la creación de riqueza nacional. Se cambiado el petróleo por una quincallería de importaciones”. La ‘ecuación’ se complica con el déficit de suministro de gas a las plantas de generación térmica, cuyas unidades alimentadas exclusivamente con ese combustible están fuera de servicio. El gas natural producido en Venezuela está mayoritariamente asociado al petróleo y 60% de ese gas lo utiliza la industria para reactivar los pozos. Sólo el porcentaje restante es destinado a las empresas petroquímicas, eléctricas y siderúrgicas.
PDVSA  ‘PINCHA’  ANTE  LA  CASA  BLANCA
Ni la declaración oficial por parte de Barack Obama de que se busca un suplidor que pueda amortiguar a Arabia Saudí y sumar en un 10% las importaciones de hidrocarburos a Estados Unidos, ni las ventajas de la proximidad venezolana (a sólo cinco días de transporte) han llovido a favor de Pdvsa. Todo lo contrario. Semestre tras semestre, Petróleos de Venezuela pierde cuota en el mercado norteamericano, a favor de Petrobrás y PEMEX, antes de nada. Las tres mayores agencias de calificación de bonos de Estados Unidos colocan la deuda de Venezuela por debajo de nivel de inversión aceptable, mientras la petrolera brasileña y la mexicana disfrutan de una calificación de inversión. Tras un trimestre en el que sus exportaciones descendieron un 10,49%, en menos de tres años ha pasado de ser el tercer suplidor al quinto lugar, por detrás no sólo de Canadá (2,4 millones de barriles por día), México, Arabia Saudí (1,2 millones), sino de Nigeria, (aumentó su despacho en 16,94% en abril) según el Departamento de Energía de EEUU, con apenas 950.000 barriles diarios Las exportaciones de Libia subieron 158,7% al variar de 63.000 a 163.000 barriles por día, mientras que las de Colombia aumentaron 68,5%, al pasar de 251.000 a 423.000 barriles diarios.
Ni la ‘diplomacia amiga’ ha terminado en repliegue, la batalla energética contra el enemigo del Norte, una que aspiraba a ganarle la carta de la dependencia y convertirse en el ‘caballo de Troya’ del crudo y los derivados del segundo mercado mayor del mundo, pinta bastos para Citgo, el brazo americano de Pdvsa. Se lo dejaba caer la propia Hillary Clinton: hay medidas venezolanas que, simplemente, no funcionan. Ni un circuito refinador con ocho grandes plantas -tuvo que desprenderse ya de tres- ni 13.500 estaciones de servicio, ocho oleoductos, presencia en 27 estados y los galones del tercer operador de refinerías independiente del país esconden la erosión de su peso, su rentabilidad y su músculo financiero. Venezuela produce cada vez menos crudo pesado y tiene comprometido -a golpe de acuerdos crediticios- cada vez más con China. Citgo perdía 200 millones de dólares en 2009 y, durante los primeros cuatro meses de 2010 ya acumula rojos que superan los 120 millones. Las exportaciones de derivados venezolanos a EE UU cayeron un 72% desde 2006, hasta los 97.000 bpd y desde 2005 EE UU no ha recibido ni un barril de gasolina reformulada de Venezuela, según la EIA estadounidense.
Citgo, con 2.402 millones de dólares de deuda propia, ya no puede ser ni siquiera el tentáculo para la pesca financiera de Pdvsa en las plazas internacionales. A la vista del repudio en los mercados y de las advertencias de los bancos de inversión y las agencias de rating (Fitch lo ha rebajado a B+), Citgo -con dos líneas de crédito por 1.100 millones de vencimiento próximo- ha tenido que desistir de su idea original de emitir 1.500 millones de dólares en Bonos Globales, emitir sólo 300 y recurrir a préstamos bancarios en dos créditos por 1.200 millones de dólares. Ni siquiera el uso como garantía de tres de sus refinerías fue suficiente. Y, a la vista de la advertencia de la Secretaria de Estado de Comercio de EE UU y los litigios pendientes por más de 43.000 millones ante el Ciadi -la mayoría a punto de su resolución- y del reconocimiento del Ciadi el 16 de junio del arbitraje de la denuncia de la taiwanesa OPIC, por primera vez, en Miraflores y el despacho del ministro Ramírez empiezan a sospechar que los 25 acuerdos de comercio firmados con los países de origen de las multinacionales no serán tan fáciles de driblar. Para cubrirse las espaldas en el futuro, Pdvsa evita ahora incluir cláusulas arbitrales en los contratos.


Intelligence & Capital News Report
 Ana Zarzuela

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