El Zulia estaba listo para ir a la calle. Listo para demostrar que ha superado el miedo paralizante. Listo para iniciar la movilización necesaria para defender el voto. Listo para atender el llamado de sus dirigentes. Y de pronto, ante la amenaza, como también ya ha ocurrido tantas otras veces, la dirigencia calló. Prefirieron pasar agachados y el Zulia quedo esperando la convocatoria.
Por eso, nos preguntamos si el gobernador ha arrugado (huir, escapar, encogerse, dice el diccionario) o se ha echado pa' tras.
Algunos creen que se trata de una prudente respuesta.
No lo aceptamos, ni lo comprendemos. No estamos de acuerdo con la desmovilización comprometiendo las posibilidades de la salida electoral del dictador. Si bien Capriles está derrotando el miedo, su actitud debe reproducirse aguas abajo.
Es necesario que el liderazgo y el gobernador como jefe de la campaña opositora en el Estado, asuma plenamente la responsabilidad de hacer que la mayoría democrática se exprese electoralmente en forma contundente. El Zulia se la jugará completa en la medida en que también lo haga quienes tienen la responsabilidad de conducirlo y darle el necesario soporte organizativo.
Creemos que en esta hora, la más humillante de la historia del Zulia, es necesario no arrugar o por lo menos, que el gobernador nos convenza de las razones para su prudente cautela, de su capacidad para distinguir entre lo que beneficia y lo que al Zulia perjudica
Rafael Díaz Blanco
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