El ejercicio, el peso saludable y el alcohol en moderación benefician incluso a las mujeres con antecedentes familiares, aseguran expertos
Veinte minutos de ejercicio, cinco veces por semana, menos de siete bebidas por semana y un índice de masa corporal (IMC) entre 18.5 a 25 resultaron efectivos en prevenir el cáncer de mama durante un estudio reciente.
Un estudio mostró que realizar actividad física regular, mantener un peso saludable y beber alcohol con moderación (si se consume) ayudan a proteger contra el cáncer de mama en las mujeres posmenopáusicas, afirmaron los investigadores.
“Independientemente de si tenían antecedentes familiares o no, el riesgo de cáncer de mama era más bajo para las mujeres que tenían estas tres conductas, en comparación con las que no”, enfatizó el Dr. Robert Gramling, líder del estudio y profesor asociado de medicina familiar del Centro Médico de la Universidad de Rochester en Nueva York.
Gramling deseaba analizar los efectos de los hábitos de estilo de vida sobre el riesgo de cáncer de mama, porque sospecha que algunas mujeres con antecedentes familiares podrían creer que su riesgo está fuera de control.
Analizó datos de mujeres de EE. UU. entre los 50 y los 79 años de edad, procedentes del estudio Iniciativa de Salud de las Mujeres a partir de 1993. Durante el seguimiento de 5.4 años, 1,997 mujeres fueron diagnosticadas con cáncer de mama invasivo.
Gramling excluyó a las mujeres con antecedentes personales de cáncer de mama o con antecedentes familiares de cáncer de inicio temprano (diagnosticado antes de los 45 años), y entonces observó el impacto de los hábitos saludables.
Excluir a las que tenían antecedentes familiares de inicio temprano tiene sentido, porque se cree que un componente genético (en lugar de ambiental) más potente tiene que ver con el inicio temprano, señalan los expertos.
Seguir los tres hábitos reducía el riesgo de cáncer de mama para las mujeres que tenían antecedentes familiares de inicio tardío, y también en las que no tenían dichos antecedentes. “Para las mujeres que tenían antecedentes familiares y cumplían con todas estas conductas, unas seis mujeres de cada 1,000 contrajeron cáncer de mama en el transcurso de un año”, dijo.
En comparación, unas siete de cada mil mujeres desarrollaron cáncer de mama cada año si tenían antecedentes familiares de inicio tardío y no realizaban ninguna de las conductas.
Entre las mujeres sin antecedentes familiares que seguían los tres hábitos, unas 3.5 por cada mil fueron diagnosticadas con cáncer de mama al año, frente a 4.6 por cada 1,000 al año entre las que no tenían antecedentes familiares pero no tenían ninguno de los hábitos.
Gramling espera que su investigación revertirá la creencia de mujeres cuyas madres o hermanas tuvieron cáncer de mama, que a veces creen que están también condenadas a desarrollar la enfermedad.
Los hallazgos se hacen eco de lo que otros expertos saben, aseguró la Dra. Susan Gapstur, vicepresidenta del programa de investigación en epidemiología de la Sociedad Estadounidense del Cáncer (ACS), que reseñó los hallazgos del estudio.
“Los resultados de este estudio muestran que las mujeres con o sin antecedentes [de inicio tardío] se beneficiarán de mantener un peso sano y de hacer ejercicio, y de consumir cantidades bajas de alcohol, limitando su consumo de alcohol”, planteó.
Las directrices de la Sociedad Estadounidense del Cáncer para reducir el riesgo de cáncer de mama incluyen limitar el alcohol a no más de una bebida al día, mantener un peso saludable y participar en 45 a 60 minutos de “actividad física intencional” cinco o más días por semana.
Los efectos de reducción del riesgo encontrados en el estudio de Gramling podrían en realidad aumentar si las mujeres siguen las directrices de ejercicio más intensivo de la ACS, aseguró Gapstur.
El estudio aparece en línea en la edición del 12 de octubre de la revista Breast Cancer Research.
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