La Comisión Europea quiere que los ahorradores reciban información ”imparcial y no engañosa” y que se restrinja la comercialización de productos “garantizados”.
Desde que comenzara la crisis en 2007, los expertos han exigido que las entidades cambien su comportamiento a la hora de vender sus productos y servicios. Tres años después, la Comisión Europea ha anunciado que prepara una norma para aumentar la protección de los pequeños inversores. Para recuperar la confianza en los mercados, “hay que ofrecer más protección al inversor”, según ha explica la portavoz de Mercado Interior de la Comisión, Chantal Hughes. Porque cada vez surgen más dudas entre los ahorradores, que acuden con más asiduidad a los servicios de reclamaciones de los organismos reguladores.
La nueva normativa europea pretende mejorar la transparencia y ofrecer la posibilidad de comparar los productos, porque “al inversor le resulta bastante difícil saber qué se le ofrece” en cada momento, según Hughes.
Folletos transparentes
Una buena parte de las propuestas de la Comisión se centran en el folleto informativo que las entidades proporcionan a los clientes. Debe ser un documento “que no esté sobrecargado con información que no sea la estrictamente necesaria para tomar una decisión”, indica la propuesta europea.
La información debe ser “imparcial, clara y no engañosa”; que ocupe, como mucho, dos páginas; presentada de forma “atractiva” y legible; y “sólo debe centrarse en los puntos clave”. Es decir, que la Unión Europea podría prohibir los laboriosos impresos que ahora publican las entidades.
Además, la Comisión quiere que la información sobre los productos financieros se realice en un marco homogéneo entre todas las entidades, para que el inversor pueda comparar.
Decisión acertada
Así, propone que en el contrato con la entidad figure información “sobre lo que es el producto y cómo funciona”, explica la normativa; las garantías ofrecidas por ese activo; y los costes que lleva implícito.
Se pretende que el inversor pueda saber en qué punto de la “gama de riesgo” se encuentra el producto que quiere contratar; el rendimiento “neto” que va a tener, siempre que sea posible; y que se informe sobre cuáles son los sistemas de indemnización, si hay quiebras.
Uno de los aspectos en los que quiere incidir la Unión Europea es en desarrollar una especie de “termómetro del riesgo”, que informe al inversor sobre la seguridad que puede tener un producto. “Se trata de fomentar las comparaciones entre productos, entidades y países”, explican en la Comisión, independientemente de donde se resida.
“Ganchos” confusos
En este sentido, la Comisión propone “limitar el uso de ciertas etiquetas”, de las que muchos agentes del mercado han abusado de forma considerable tanto antes como durante la crisis económica. Por ejemplo, se restringirá la posibilidad de comercializar un producto como “garantizado”, “porque tienen un fuerte significado para los inversores”; así como etiquetas socialmente muy valoradas, como los productos “verdes” o “éticos”.
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