Índice de capacidad de innovación 2009-2010. “Nunca antes en la historia la innovación ha prometido tanto a tantos en tan poco tiempo”. -Bill Gates
Richard Cooper sostiene que en estos comienzos del siglo XXI los avances técnicos y la innovación se han convertido en la “característica dominante” de nuestro tiempo. Las nuevas tecnologías creadas y aplicadas por personas con alto nivel de formación se han convertido en la base de la prosperidad de las sociedades modernas.
Las fuentes tradicionales de poder y de influencia –territorio, recursos, mano de obra bruta y poderío militar– son hoy mucho menos importantes, y han dejado paso a un mundo nuevo, en el que el desarrollo depende cada vez más de la aplicación de políticas responsables, del buen gobierno, de la gestión eficaz de los escasos recursos financieros y, sobre todo, de en qué medida las sociedades aprovechan el potencial humano. Hoy los países prósperos son los que han sacado el máximo partido a las oportunidades del comercio internacional, las inversiones extranjeras, las nuevas tecnologías, la estabilidad macroeconómica y las altas tasas de ahorro.
La importancia relativa de los diferentes catalizadores del crecimiento económico ha evolucionado con el tiempo, y para un número cada vez mayor de países la innovación, en sus múltiples vertientes, se está alzando como un factor determinante. Esta creciente importancia es el objeto de análisis del primer Índice de Capacidad de Innovación (ICI), una nueva herramienta metodológica para analizar los numerosos factores, políticas e instituciones que fortalecen la innovación. Su metodología permite elaborar recomendaciones específicas a partir del nivel de desarrollo de cada nación y de su régimen político.
En las dos últimas décadas, los economistas y los políticos han revisado la importancia relativa de los elementos que crean las condiciones para un crecimiento sostenido. Entre ellos están el papel de las instituciones, la educación y la inclusión social, la calidad del gobierno, de la gestión macroeconómica y de la Administración pública, la existencia de oportunidades económicas y la creciente importancia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y de la innovación a la hora de aumentar la eficiencia del proceso de desarrollo.
Un elemento importante es la agilidad con la que cada economía incorpora las tecnologías para incrementar la productividad industrial. Una vez que los países mejoran el marco institucional y macroeconómico, la atención se traslada a otros motores, encabezados por la tecnología y la innovación. Así que los resultados económicos ya no se ven como una función sólo del capital y de la mano de obra, sino, cada vez más, de la adquisición de nuevos conocimientos.
¿Por qué estos asuntos son tan críticos? Porque las diferencias tecnológicas explican gran parte de la variación de productividad entre países. Por ejemplo, el fuerte incremento de la productividad en EE UU desde 1995 se ha relacionado con el aumento de rendimiento de los sectores que han utilizado tecnología punta para transformar elementos clave de sus actividades, especialmente la venta al por mayor y al por menor y los servicios financieros. Fabricantes de alta tecnología como Microsoft –que invierten mucho en investigación y desarrollo– facilitan que aquellos que usan las TIC induzcan un aumento general de la productividad al tiempo que mejoran la suya propia.
Esto nos lleva a las cuestiones clave: ¿cuáles son los factores, las políticas y las instituciones que favorecen la creación de un ambiente social y económico que aumenta la capacidad de innovación?; ¿cuál es su importancia relativa?; ¿cómo interactúan entre sí?; ¿hasta qué punto han logrado los países identificarlos e implantarlos?
CINCO EXPERIENCIAS
En este primer Índice de Capacidad de Innovación no sorprende que a la cabeza estén situados Suecia, Finlandia o Estados Unidos (ver Tabla 1, pág. 88). Entre los131 países examinados, España ocupa el puesto 28, no demasiado lejos de otras naciones del entorno, como Alemania (20), Francia (24) o Italia (30).
A continuación se muestra cómo se puede aplicar el ICI, mediante un examen en profundidad de la capacidad de innovación de cinco países: Suecia, Chile, India, Rusia y Taiwan, cada uno de ellos interesante por diferentes motivos.
Suecia encabeza este año la clasificación y constituye un excelente referente para comparar los resultados de los demás. Este próspero país industrial tiene una presencia importante en la economía mundial, y su enfoque de la innovación es muy relevante no sólo para otros Estados industrializados, sino también para muchos países de renta media que aspiran a jugar en la primera división de la innovación. Impresiona especialmente la habilidad de Suecia para combinar un Gobierno abierto y transparente, protección social universal, fuertes inversiones en educación y en I+D y altos niveles de competitividad y productividad con un excelente marco de acción política. Este equilibrio ha convertido al sector privado en el principal motor de la innovación.
Chile es el país con mejor situación (29) de América Latina, 20 puestos por delante del siguiente clasificado de la región, Uruguay. ¿Cómo es que obtiene mejores resultados que la media de la UE? El país andino es la demostración de que las políticas responsables y las buenas instituciones no son resultado de la riqueza y la prosperidad, sino más bien la causa. Una combinación de buena gestión macroeconómica –una de las mejores políticas fiscales del mundo–, reformas institucionales y apertura de la economía a los beneficios del libre comercio, la inversión extranjera y la competencia internacional ha creado un motor sólido de crecimiento y de reducción de la pobreza. Las autoridades chilenas también han incrementado la eficiencia de los servicios públicos mediante plataformas electrónicas, y han facilitado enormemente el uso de TIC.
India (85) se ha convertido en la cuarta mayor economía del mundo en apenas dos décadas, y tiene potencial para ser un líder de la innovación. A pesar de su larga tradición democrática y del imperio de la ley, de la favorable evolución demográfica y del aumento de la población en edad de trabajar, India tendrá que hacer mucho más para superar sus carencias en educación y acumulación de capital humano, altos niveles de analfabetismo, infraestructuras inadecuadas, una burocracia que lo obstaculiza todo, un problema agudo de déficit fiscal y una fuerte deuda pública, todo lo cual frena la iniciativa empresarial y la innovación.
Rusia (49) conserva un impresionante capital humano, que en tiempos de la Unión Soviética le permitió avanzar en exploración espacial y ciencia, pero ahora el país funciona muy por debajo de sus posibilidades, importando tecnologías avanzadas, con escasa o nula innovación propia. Pasar de una planificación estatal ineficiente a una economía de mercado ha sido difícil, y el boom de las materias primas ha incrementado su dependencia de las exportaciones de energía y de materiales. Rusia es un medio hostil para las empresas, lo cual frena el espíritu emprendedor, la incubación de ideas y de enfoques para nuevos productos o la creación de procesos. La corrupción está extendida, y la falta de independencia del poder judicial ahuyenta cualquier inversión, salvo la energética. El retorno paulatino hacia formas más autoritarias de gobierno no augura nada bueno para la innovación creativa.
Taiwan (13) se ha convertido rápidamente en uno de los líderes en el campo de las TIC. En el periodo de crecimiento posterior a la Segunda Guerra Mundial, su renta per cápita ha pasado de menos de 200 dólares en 1952 a casi 17.000 dólares en 2007. Taiwan no ha caído en los errores que han frenado el desarrollo de otros países. En menos de 50 años ha dejado de ser una sencilla sociedad agraria para convertirse en líder en producción de equipos tecnológicos, detrás de lo cual existe toda una infraestructura de parques científicos, entidades de investigación de capital mixto y think tanks. Su próximo desafío será encontrar maneras creativas de cooperar con su vecino de bajo coste, China, y acercarse a los puestos de cabeza del ICI.
Un instrumento para la acción política
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