Se conoce con el término de Viernes Negro el viernes 18 de febrero de 1983, porque hasta este día el dólar se cotizaba libremente a 4,30 por bolívar.
El domingo 20 de febrero el Presidente Luis Herrera Campíns dicta un decreto de suspensión de la venta de divisa extranjera durante los días lunes 21 y martes 22; esta medida fue extendida posteriormente hasta el día 25 de febrero; y el día 22, por decreto presidencial, se establece un control diferencial que permite el cambio de 4,30 bolívares por dólar sólo para los gastos corrientes, envío a estudiantes del exterior, amortización de las deuda pública interna y la privada externa y para las operaciones de la industria petrolera, del hierro y otros renglones.
De esta forma el Banco Central pasa a controlar la compra y venta de divisa extranjera. Podría decirse hoy en día que, de acuerdo a como está el valor del dólar, de viernes negro se pasó aviernes tenebroso, porque para 1996 la divisa norteamericana se situaba oficialmente en 290 bolívares por unidad y en el «mercado negro» rozaba los 500 bolívares, a la par del dólar Brady,que es el que marca la pauta, y hoy, en enero del 2.000 se cotiza a 657,50 bolívares por dólar. El Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministerio de Hacienda, previa la consulta al Banco Central de Venezuela, tomó la ingrata determinación, por ponerle un calificativo algo decente y elegante, a estas alturas, cuando han transcurrido 28 años de la fulana decisión.
Luego vendría el control de cambio, la restricción en el movimiento de divisas…… y la malvada corrupción, tan antigua como el mundo mismo, la cual no se identifica con algo en especial, sino con la conducta delictiva de sus protagonistas.
El salario promedio para el trabajador era el equivalente a 1.500 dólares al mes y, de la noche a la mañana, bajó a 300 dólares al mes. Comenzaron los problemas para el pago de la deuda externa, tanto pública como privada. Y se creó el nido de la corrupción, conocido con las siglas RECADI (Régimen de Cambio Diferencial). Hoy Cadivi y Sitme.......
Supuestamente la caída en 30 por ciento del precio del petróleo en el mercado mundial, en los dos años precedentes, generó ese apocalipsis financiero que se instaló sobre Venezuela como si fuere el cumplimiento de una extraña profecía.
Dos ex reporteros del diario El Nacional rememoran la experiencia de cubrir en los años 80 la crisis desatada por el fin del dólar a 4,30
Agustín Beroes: "gran aprendizaje"
"El Viernes Negro me agarró en El Nacional. A todos los periodistas de la fuente de economía nos tomó fuera de base. El único control cambiario conocido se remontaba a los años 60. No teníamos experiencia en cómo abordar un acontecimiento de tal magnitud.
Fue un momento magnífico, de gran aprendizaje y una época de oro para el periodismo económico venezolano. Formó a varias generaciones de profesionales. Buena parte del debate se hizo público. A cada bando le interesaba ventilar sus argumentos. Aparte del presidente del BCV, Leopoldo Díaz Bruzual, y el ministro de Hacienda, Arturo Sosa, el enfrentamiento dentro del gobierno tuvo otro protagonista: el propio presidente Luis Herrera, que estimulaba la discusión para medir reacciones entre los factores de poder y luego tomar una decisión final para frenar la fuga de divisas.
Hacíamos periodismo "pateando calle". Todos los días íbamos a Hacienda, BCV y Cordiplan a buscar la noticia. No había celulares ni Internet; nadie tenía el BB PIN de algún ministro. El periódico nos daba una bolsita con moneditas de un medio, real y bolívar, para comunicarnos con los jefes y las fuentes desde los teléfonos públicos.
Entender un problema de esa escala y traducirlo al público no era fácil. La macroeconomía y las finanzas resultaban distantes para el venezolano de a pie. La gente comenzó a interesarse por la noticia económica a raíz de ese colapso, que cambió sus patrones de consumo y supuso un shock cultural.
En el periódico nos organizamos en equipo. Todos abordábamos el tema desde diferentes ángulos y publicábamos un solo trabajo diario en la tapa del Cuerpo D. También, como referencia, seguíamos el caso de México, donde un año antes había estallado la crisis de la deuda.
Además del viernes 18 (cuando se suspende la compra y venta de divisas), otra fecha clave es el 28 de febrero, cuando se legisla el nuevo régimen de control cambiario. Esa noche hubo un larguísimo gabinete, de los muchos que se hacían esos días. Fue el debate final en el que ganó la propuesta de Sosa sobre régimen diferencial.
La rueda de prensa del ministro duró hasta las 3 de la madrugada. Mientras el periodista Amado Fuguet cubría la noticia en Miraflores, el resto del equipo estaba en el periódico ocupándonos de otros aspectos de la información. Los periódicos cerraron muy tarde.
Es inevitable hablar del Viernes Negro sin mencionar Recadi, que cubrí desde el primer día hasta que la enterraron. Escribí el libro La Gran Estafa, con el que me gané el Premio Nacional de Periodismo.Aprendí que todo régimen cambiario es por defecto un sistema discrecional que siempre tendrá corrupción asociada".
Amado Fuguet: "Trabajar en equipo sembró gran pasión"
"En 1983, El Nacional decidió armar un solo equipo para abordar la crisis. Se fusionó el grupo de periodistas que cubrían la noticia diaria con el cuerpo especializado en economía que salía los sábados, creado dos años antes con mucho análisis e interpretación.
Fue un trabajo sabroso porque reunía varias generaciones de periodistas apasionados por la economía, que ayudó a sacar un producto interesante.
Con el Viernes Negro, la economía comienza a tener importancia para los venezolanos. Mientras que en los 70 las noticias económicas se centraban en las obras de infraestructura, la nacionalización del petróleo y creación de empresas estatales, el gobierno de Luis Herrera Campins, LHC, se inauguró con una famosa frase "Recibo un país hipotecado", que marcó la situación económica que viviría su gobierno.
Meses antes, existían varios indicios de lo que iba a ocurrir. Por ejemplo, Díaz Bruzual, que acostumbraba a polemizar con otras instancias del gobierno, en el último trimestre de 1982 tuvo un enfrentamiento público con Pdvsa por la administración de sus divisas. Nos dio pistas de que algo no andaba bien.
No sólo el venezolano común gastaba en Miami. También los empresarios comenzaron a endeudarse, aplicaban el ?tá barato, dame dos?, confiaban en la estabilidad de la moneda. El volumen de las importaciones era inmenso porque las empresas que sospechaban de los cambios se preparaban ante la posibilidad de la devaluación.
Como periodistas, pateábamos mucho el centro de Caracas. Subía a al BCV en Carmelitas y luego buscaba la contraparte en el Ministerio de Hacienda, ubicado en la Torre Norte del Centro Simón Bolívar, CSB, tres cuadras más abajo.
Los teléfonos públicos casi siempre estaban dañados. Teníamos que apelar por los ?panitas? vigilantes y porteros de los ministerios para que nos prestaran los teléfonos.
Uno de los factores que nos ayudó a manejar el tema fue que el jefe de sección, Edgardo Silberkasten, era argentino y su país ya conocía de devaluaciones.
La apertura informativa de la fuente oficial era otra. Los periodistas eran respetados por los funcionarios. Pasábamos horas esperando, "pagando plantón" en las puertas de los organismos, pero al final siempre nos recibían. A Miraflores podíamos entrar sin problemas. Incluso algunos periodistas tenían su oficina en el palacio de gobierno.
El Viernes Negro fue una especie de postgrado en directo para los periodistas jóvenes encargados de la fuente. Fue una forma de madurar muy rápido ante una crisis.
La decisión tuvo implicaciones políticas además de económicas. LHC tenía muchas presiones del partido Copei. La economía dominó la campaña en año electoral. De hecho, Lusinchi de AD ganó esas elecciones.
Me siento orgulloso de haber participado en ese proceso. No contábamos con el instrumental de hoy, pero logramos abrir puertas y ahondar en información de calidad".
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