La crisis en Egipto y la incertidumbre sobre su desenlace están provocando aumentos de los precios de combustibles y alimentos y el temor de que se extienda a sus vecinos, que controlan gran parte de la oferta mundial de petróleo.
No cabe duda de que la crisis ha generado nuevos riesgos para unas economías que no se han recuperado totalmente de la crisis mundial y cierne una nube sobre los mercados financieros. Si se prolonga, la inestabilidad en el Medio Oriente podría poner en peligro la recuperación en Estados Unidos y Europa, donde continúa siendo frágil, además de restringir la creación de empleos y atizar la inflación, reseñó AP.
"Si se logra contener la agitación, principalmente en Egipto, entonces serán marginales las secuelas económicas que se habían previsto mayores'', dijo Mark Zandi, economista jefe del servicio de evaluación de deuda Moody's.
"La verdadera preocupación es que estas protestas continúen de manera indefinida y no haya más garantías sobre la estabilidad en Egipto y el resto de la región'', dijo Shadi Hamid, investigador del instituto de estudios económicos Brookings, en Qatar.
"Vamos a ver una contracción continua de la economía regional y eso, por supuesto, repercutirá en la economía de Estados Unidos''.
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