Como todos los años, se esta discutiendo la conveniencia o no de los niveles en que se estima que el gobierno nacional se va a endeudar. La pregunta es ¿por qué hay que endeudarse cuando se prevé percibir un flujo apreciable de ingresos por concepto de la venta de petróleo?. La respuesta es muy fácil, para que las cuentas cuadren.
El presupuesto nacional, básicamente es una descripción de los gastos que se van a realizar para el año, los cuales están en función del conjunto de políticas públicas que estén planteadas para el crecimiento económico del país. Por ejemplo en el presupuesto para el año 2011, debe haber una partida (apartado para un determinado gasto) para los problemas de electricidad y vivienda que se están presentando.
El presupuesto público venezolano es por programas, todo gasto debe tener una partida específica. El art. 314 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es clara al establecer: “No se hará ningún tipo de gasto que no se haya previsto en la ley de presupuesto…”. Cualquier violación a este principio, sin cumplir los pasos previstos por la misma ley, aunque sea para fines muy nobles, es un delito, que se conoce como malversación de fondos.
¿En que gasta el gobierno? Los componentes más importantes son el pago de sueldos y salarios, el Situado Constitucional (SC) y el servicio de la Deuda Pública Nacional (DPN). Cada vez que se expropia y se nacionaliza una empresa, crece la nómina pública. El SC es la transferencia que se le realiza a los estados y que es un monto fijo, 20% de los ingresos ordinarios, y el servicio de la DPN, capital más intereses, están fijados por las condiciones con las cuales se contrata la deuda.
Como vemos los gastos son bastante rígidos, por esta razón cuando hay que recortar gastos, lo primero que se ven afectados son los proyectos y programas de inversión.
Establecidos los gastos, la siguiente tarea es ver como financiamos los gastos. En primer lugar, se toman los ingresos ordinarios: impuestos por la venta del petróleo (este es el más importante), sobre la renta y el IVA (al igual que el gasto, cada vez que una empresa pasa a ser propiedad del Estado, se percibe una menor cuantía por impuesto, el cual no seta garantizado por los dividendos que se generen); también tenemos las tasas y aranceles que son los ingresos que cobra el Estado por los servicios prestados (aduanas, correo, etc.). Y finalmente, si no alcanzan los ingresos ordinarios para cubrir los gastos hay que endeudarse. Por ejemplo: si los gastos son 100 y los ingresos ordinarios son 80, hay que endeudarse en 20 (100 – 80 = 20), como ven, la deuda es simplemente la cuenta de cuadre. Ni más ni menos.
Hay unos cuantos mitos sobre el presupuesto, veamos algunos de los más importantes: i) hay que ser prudentes con los gastos, En Venezuela con unos gastos tan rígidos y con una inflación constante de aproximadamente 20% anual, esta parte es casi imposible. El que ha hecho un presupuesto, inclusive en el sector privado, sabe que lo que se hace usualmente es incrementar los gastos al menos en el porcentaje de la inflación estimada por el gobierno. Ser prudente con los gastos (G), simplemente es mantener el monto del presupuesto del año anterior más cierto porcentaje, menor a la inflación y no incluir ningún programa nuevo; ii) Hay que subestimar los ingresos. Como ya se ha señalado lo que no podemos financiar mediante los Ingresos ordinarios (IO), se financia mediante la emisión de más deuda (G = IO + DPN). Esto se agrava si tenemos en cuenta que los Estados tienen como fuente de ingreso fundamental el Situado, el cual está atado al los ingresos ordinarios. Subestimar los ingresos, simplemente es menor ingreso para TODOS los Estados y una mayor contratación de deuda.
¿Qué pasa con los ingresos extraordinarios?. Como su denominación lo indica, son extraordinarios, no corrientes, no recurrentes, circunstanciales. Por lo tanto, son para pagar gastos extraordinarios
Finalmente debemos señalar que la posibilidad de contratar deuda no es infinita, a medida que esta crece, o que baje el precio del petróleo, crece el “riesgo país” o la posibilidad de que no se pueda pagar la deuda. Lo cual encarece el servicio, es decir, hay que pagar una tasa de interés mayor.
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