marzo 04, 2010

¿Qué es el Capitalismo Moderno?

El Capitalismo Moderno es una forma para desarrollar la sociedad humana cualitativa y cuantitativamente, distinta a la sociedad colectiva y al modelo comunista. ¿Distinta en qué? Distinta en su institucionalidad, en su desarrollo de la creatividad individual y en la promoción de la libre iniciativa.

Ser capitalista, hoy, significa luchar por las mejores condiciones de vida para los individuos; combatir la pobreza; brindar igualdad de oportunidades; preservar la institucionalidad democrática; someterse al imperio de la ley y la justicia; es decir:

1. Desarrollar la economía de mercado orientada a lograr cada vez mayor bienestar para todos.

2. Desarrollar un Estado con una sana administración de los asuntos públicos que aseguren al ciudadano: salud, educación y seguridad.

3. Optimizar el sistema democrático que permita al individuo su máximo desarrollo, promoviendo y propiciando el pleno disfrute de los derechos humanos, lo que conlleva al bienestar de las mayorías.

Entender el carácter capitalista de las formas de propiedad económica, es un elemento clave para el Desarrollo Humano de las sociedades, entendido éste como el crecimiento económico, generador de bienestar para todos, preservando el medio ambiente y los valores culturales de cada sociedad, en un ámbito de democracia y libertad.

La economía de mercado tiene tres formas principales de propiedad:

1. Las sociedades anónimas de capital variable. Distribuido entre múltiples accionistas; es característica propia de las grandes corporaciones. En el mundo moderno evoluciona hacia lo que denomino la Comunidad Empresarial: un escenario en el cual interactúan: los accionistas, los ejecutivos, los trabajadores y los consumidores.

2. Las medianas y pequeñas unidades empresariales, conocidas como las PyMEs, en su mayoría de propiedad familiar y,

3. Las cooperativas y algunas otras modalidades.

Las primeras dos son, en las sociedades más avanzadas, organizaciones muy horizontales, verdaderamente democráticas, donde impera el mundo del conocimiento, la productividad y la competitividad, al servicio del bienestar de sus trabajadores y de las comunidades donde se desempeñan.

La tercera forma -la cooperativa-, que cuando se integra al circuito económico, bajo los parámetros de las cadenas de la producción y distribución, es una modalidad que puede llegar a ser altamente productiva y competitiva. Su éxito mayor reside en el hecho de operar bajo la lógica del macrosistema mercantil, cuyos lineamientos de calidad, precio, tiempos de entrega, etc., son obligatorios para su desempeño.

Para que este modelo funcione es necesario que en el país se constituyan los denominados “cluster”, que no son otra cosa que racimos de empresas, conglomerados que se apiñan, se agrupan, para maximizar el desarrollo de una actividad económica en particular. En ellos se aglomeran empresas de todos los sectores: primario, secundario y terciario abarcando todo el proceso económico requerido para sumar valor agregado al producto final. Participan desde proveedores y transformadores de materias primas, hasta quienes las distribuyen, incluyendo todas aquellas que de una manera u otra, agregan competitividad, apoyándose estratégicamente, lo cual le permite a todos ganar.

Los “cluster” y algunas variaciones de estos, son las verdaderas unidades empresariales del mundo moderno y de las sociedades altamente desarrolladas.

La construcción del Estado Capitalista Moderno en la Venezuela de hoy, pasa por el desarrollo de las fuerzas productivas. En Venezuela, esas tareas deben orientarse hacia:

• Construcción de un Estado de derecho eficiente;

• El desarrollo de las Fuerzas Productivas centradas en el fortalecimiento de la empresa privada, bajo esquemas éticos de sensibilidad y responsabilidad social.

El desempeño económico, social e institucional de Venezuela durante las últimas dos décadas ha sido, por decir lo menos, decepcionante. El desmesurado crecimiento del gasto público improductivo, el estancamiento del empleo formal, el aumento y la profundización de la pobreza, la deserción escolar y el deterioro sostenido de las instituciones públicas y privadas, son reflejo doloroso e inequívoco de una sociedad que perdió su rumbo.

Como agravante, la relación del Estado con la sociedad que busca representar, se ha desvirtuado. La eficiencia, la transparencia y la defensa de los grupos más vulnerables han degenerado en ineficiencia, corrupción y populismo.

Estamos en una verdadera encrucijada nacional y necesitamos encauzar cambios hacia un futuro más prometedor, de manera civil, democrática y constitucional, con un trabajo coherente y realista, que permita transformar a Venezuela en un país desarrollado, de primer mundo.

Ante la incertidumbre creciente, los claros signos de ingobernabilidad, los riesgos que se ciernen sobre la estabilidad democrática y la negativa oficial a propiciar los entendimientos necesarios para que el país avance, es indispensable promover y conformar equipos de trabajo que elaboren, a corto plazo, las bases de un modelo económico, aceptado por la gran mayoría, a fin de compartir con todos los venezolanos una visión amplia de los problemas y de las acciones que debemos realizar para responder a las legítimas aspiraciones económicas, sociales y políticas del país.

Tenemos la convicción compartida que la masiva pobreza es el principal problema del país y que la estrategia para su superación debe constituir el eje inspirador de políticas públicas cuyo contenido sustantivo sea la base de un modelo económico sostenible a mediano y largo plazo.

Es fácil coincidir en la denuncia de los principales problemas que arrastramos en las dos últimas décadas, pero el esfuerzo actual debe concentrarse en diseñar las estrategias para producir respuestas y soluciones a mediano y largo plazo, logrando consensos de los diversos sectores y actores principales para llevarlo a cabo.

Es imprescindible una visión compartida que, por buscar el bien de todos, tenga atractivo y autoridad moral para convocar a un gran esfuerzo colectivo de los venezolanos. De ahí la voluntad de construir juntos las condiciones político-institucionales, económicas y socio-culturales que permitan al país superar la pobreza y producir el desarrollo humano garantizado por nosotros mismos, como ciudadanos y como productores.

Estimular la inversión privada, la generación de empleo, la elevación creciente de los activos de los trabajadores y el crecimiento de la producción y la productividad tanto pública como privada, la competitividad y la responsabilidad ciudadana, son indispensables para acercarnos, como sociedad, al logro de metas legítimas y realistas.

Esta es la situación actual en Venezuela. Sólo el estudio y la discusión sistemática nacional y científica sobre el Capitalismo Moderno podrá darnos la posibilidad de convertirnos en un país próspero, plenamente desarrollado, donde su gente tenga posibilidades reales de mejorar su calidad de vida.

El tránsito hacia la Modernidad no ha sido fácil entre nosotros. Desde siempre hemos resistido los cambios, por percibirlos como amenazantes a nuestra estabilidad y paz social.

Nuestro esfuerzo ha de concentrarse en los siguientes diez mandamientos:

1. Cerrar filas en defensa de la propiedad privada y de la iniciativa privada, conscientes que, al hacerlo, estamos contribuyendo con la defensa de la soberanía nacional y con la lucha por la erradicación de la pobreza.

2. Diseñar y ejecutar un programa de titulación de activos públicos que extienda la propiedad privada a todos los venezolanos, que haga efectiva la democratización del capital social.

3. Objetivo central: los problemas, necesidades y legítimas aspiraciones de los sectores populares. El camino para lograrlo pasa por el incremento de sus activos para generar riqueza; sus oportunidades y capacidades de empleo productivo; su productividad social, tanto en la empresa como en su participación ciudadana.

La superación de la pobreza no se limita a un problema distributivo de la riqueza que el país tiene, sino que requiere la participación de múltiples sectores para lograr, de manera equitativa una producción y productividad mayores. Ello requiere un acuerdo amplio y nacional de largo aliento que transforme las condiciones político-institucionales, económicas y socio-culturales.

Para que la lucha contra la pobreza sea sincera y efectiva, debe, entre otras cosas:

• Garantizar a todos los venezolanos el acceso efectivo a los servicios sociales básicos de calidad en educación, salud y seguridad, como mecanismo para dotarlos de oportunidades.

• Promover inversiones masivas (nacionales y extranjeras) creadoras de empresas competitivas y generadoras de empleo de calidad en áreas productivas.

• Estimular los espacios de concertación productiva como mecanismos modernos de negociación social.

• Procurar la solidaridad social entre los distintos sectores a fin de permitir la generación y distribución de oportunidades, con especial énfasis en los grupos más pobres.

• Combatir las visiones populistas que engañan a los sectores populares con mesianismos o visiones erradas de la realidad del país.

Sólo así empezará a reducirse la pobreza y se garantizará la paz social y la gobernabilidad.

4. Motivar el ahorro y la inversión, a través de políticas macroeconómicas dirigidas a proteger el valor del bolívar, el control de la inflación y estimular una reforma tributaria integral dirigida a simplificar los procedimientos y facilitar la recaudación.

No puede haber recelo en crear el ambiente positivo para motivar la inversión necesaria; nacional y extranjera, que se traduzca en el fortalecimiento del aparato productivo nacional, con su secuela directa de efectos positivos: creación de empresas y oferta de trabajo estable.

5. El Estado es el instrumento clave para la promoción del bien común por lo cual es necesario rescatar su capacidad institucional para cumplir adecuadamente su rol como garante de los derechos ciudadanos, la educación fundamental y para el trabajo, la salud para todos, la seguridad social y desarrollo de redes de asistencia social, así como velar por los principios de equidad justicia, en especial de los grupos sociales más débiles.

La institucionalización del diálogo donde participan autónomamente los intereses productivos del país debe ser un mecanismo que garantice la eficiencia que requieren las políticas públicas.

De manera concertada deben elaborarse las diversas políticas productivas sectoriales para que se fortalezca la productividad y el empleo de calidad.

El Estado ha de ser un instrumento para promover la articulación y organización independiente de la sociedad, de acuerdo a sus intereses, al ser éstos interlocutores indispensables para la discusión, definición y realización de las políticas públicas.

Es imperativo propiciar mejoras sustanciales de la educación, la salud y la seguridad de bienes y personas.

6. Orientar el gasto público hacia la inversión en obras de infraestructura que favorezcan la competitividad; lo que implica eficiencia, productividad y transparencia de las políticas públicas.

El mal funcionamiento del Estado es una de las causas de la pobreza y acentúa la frustración colectiva. Es una necesidad prioritaria un Estado que funcione. Toda la sociedad sufre por falta de servicios públicos de calidad, sobre todo los pobres. La complicada permisería y las prácticas corruptas conexas, entorpecen y entraban las iniciativas.

Dadas las actuales características del Estado, la eficiencia, productividad y transparencia de las políticas públicas son imprescindibles para el logro de un país moderno y desarrollado.

La reforma institucional del Estado requiere de una metodología con objetivos claros, medios para alcanzarlos y procedimientos de medición y de rendición de cuentas que garanticen su ejecución.

Por encima de todo hay que desterrar las prácticas perversas de usar lo público como botín, el cobro de comisiones y el nombramiento de funcionarios incompetentes, por amiguismo o sectarismo de cualquier naturaleza; todo ello atenta contra la calidad del Estado a la que todos los venezolanos tenemos derecho.

7. Restituir en toda su plenitud la libertad económica, actualmente interferida o limitada por privilegios, controles, monopolios y otros mecanismos de discriminación legal establecidos por el poder público. Para ello se requiere una política de Estado dirigida a destrabar y desburocratizar la administración pública a fin de combatir la corrupción y lograr procesos más expeditos.

La falta de corrección y castigo de la corrupción ha desmoralizado y desalentado al país. Necesitamos un liderazgo moral que predique con el ejemplo y con hechos.

Ampliación y sana administración de la Justicia. Se requiere finalmente una auténtica reforma judicial que restablezca el imperio de la ley para que el derecho en el país sea confiable.

Además, la solidaridad nacional nos exige una sobria austeridad pública y privada como testimonio que nos duelen las carencias de la mayoría y que no estamos dispuestos a permitir que se desvíen los recursos que corresponden a las necesidades prioritarias.

8. Desarrollo de políticas dirigidas a incrementar el rol de las regiones en el proceso de creación de riqueza; fortaleciendo los procesos de descentralización.

9. Diseño de espacios y proyectos que permitan formalizar e insertar en las cadenas productivas a quienes hoy estén en la informalidad.

Hay que reingresar en la economía formal los enormes recursos materiales y activos que actualmente están en la economía informal.

El sector privado, en la economía formal, genera 8 de cada 10 empleos existentes. Pero no son suficientes, porque millones de venezolanos llenan las calles de todas las ciudades, en un crecimiento desmedido de la economía informal.

La recuperación de la sociedad venezolana y la superación de la pobreza, pasan por el empleo y éste por la empresa productora formal.

El incremento de la actividad empresarial a través de un plan de desarrollo productivo y su creciente competitividad en un mundo globalizado requieren de una concertación entre el capital y el trabajo y de un plan coherente y sostenido para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, su formación profesional y la productividad de las empresas y también ofrecer bienes y servicios de calidad y a buen precio a los consumidores.

Todo en un ambiente de pleno respeto a los derechos fundamentales en el trabajo, en particular el derecho de los trabajadores a reivindicar libremente y en igualdad de oportunidades, una participación justa en las riquezas a cuya creación hubieren contribuido.

La libertad sindical y el derecho a la negociación colectiva y a la solución concertada de las controversias.

La educación nacional y la capacitación y formación para el trabajo no pueden estar divorciadas de esta necesidad de elevación productiva y de contribución ciudadana a la recuperación del Estado.

El futuro del país depende de la formación para el desarrollo humano, que es la verdadera riqueza nacional.

Para vencer a la pobreza se precisa construir un cambio institucional que modifique el sistema de reglas formales y siente las bases de un sistema de prestaciones y contraprestaciones equitativo para los venezolanos: una sociedad de riesgos compartidos.

Debe fortalecerse la idea de generar competitividad en todos los sectores donde la sociedad venezolana posea ventajas competitivas, y hacer la propiedad privada efectivamente accesible a todos los venezolanos.

10. Fortalecimiento de la capacidad empresarial para generar sinergia productiva entre ella y el sector académico, para promover el desarrollo de los conglomerados de empresas, especialmente en las actividades donde tenemos mayores ventajas comparativas para así construir las ventajas competitivas.

Los 10 mandamientos citados deben ir acompañados de una acción diplomática dirigida a la recuperación de la imagen y la confianza internacional de Venezuela. Asimismo, se hace necesario afianzar los vínculos con sus socios económicos y diseñar una estrategia de relaciones internacionales que garantice una inserción exitosa y moderna del país, en el contexto latinoamericano y mundial.

Pero si bien es necesario y urgente que, en lo macro, se aborden los retos nacionales, internacionales, tecnológicos y de investigación, no pueden descuidarse las células fundamentales en el tema social, económico, político y territorial.

• En lo social, fortalecer la familia. Recuperar los valores morales y éticos de la familia venezolana. Propiciar la formalización de los hogares en torno al padre, la madre, los hijos.

• En lo económico, fortalecer la empresa privada; la formalización de todo tipo de actividades. Hacer de cada empresa una comunidad productiva donde el empresario, sus trabajadores y los consumidores, conformen el círculo virtuoso de la productividad y la competitividad.

• En lo territorial, hemos de fortalecer al Municipio, participando en el diseño de las políticas locales apoyando el desarrollo de los proyectos. Formando parte de la contraloría social y exigiendo la rendición de cuentas.

• En lo político, fortalecer la democracia. Hay que motivar la existencia de partidos políticos que representan la diversidad del pensamiento y su dialéctica creativa. Sin ellos no es posible que florezca la democracia.

Una sociedad democrática moderna es impensable sin partidos políticos. Es necesario que éstos se actualicen en términos programáticos, se democraticen internamente y adopten esquemas en su relación con la sociedad civil que respeten su autonomía.

Asimismo sostenemos que la creciente articulación de la sociedad civil en variadas formas de asociación, abiertas al bien común y vigilantes del desempeño de las instancias estatales, son la mejor garantía para controlar y exigir a los gobiernos el rescate de los objetivos y la eficiencia del Estado.

Juntos gobierno, empresarios y trabajadores, pueden ganar la batalla contra la pobreza. El país tiene condiciones para superar la pobreza.

La Providencia nos ha dado una patria plena de recursos; contamos con gente capacitada, creativa y laboriosa, con verdadero espíritu de emprendedores. Entonces, nadie tiene el derecho de obstruir las iniciativas que se tomen de común acuerdo para guiar a nuestro pueblo por los caminos de la prosperidad y el bienestar social.

Aquellos países que apostaron a la fuerza de su empresa privada, exhiben hoy altos niveles de calidad de vida para sus pobladores, además de colocarse en primera línea en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. Desconocerlo es desconocer el camino andado por las sociedades más desarrolladas del mundo.

En Venezuela la pobreza crece a la sombra de un Estado rico. Sabemos que el mejor antídoto es la creación de empleo, que garantice a todos el acceso al trabajo y a un salario digno para atender sus necesidades personales y de familia. Sabemos también que, tal como se ha expuesto a lo largo de este documento, hay que reinventar el Estado a fin de organizar un gobierno responsable y eficiente, que procure la mayor felicidad posible a toda la población.

El reto es muy tentador. Como empresarios somos expertos en asumir retos y conquistar las metas. Como ciudadanos debemos hacerlo igual.

Hay que tener confianza en las nuevas generaciones de empresarios. Cada vez mejor capacitados con visión amplia global de la economía, gente con deseos de conquistar el mundo. Jóvenes que no quieren irse de su patria. Esta es la garantía de alcanzar el círculo virtuoso, ése donde cada generación supera a la anterior.

Venezuela somos nosotros, somos los venezolanos de aquí o de otras latitudes que se nos han integrado, para hacer la patria grande que tanto soñamos.

Por eso es necesario que hagamos un compromiso formal que habrá de involucrarnos a todos, a lograr el fortalecimiento de la actividad empresarial del país en el mejor de los ambientes, el del ejercicio y el goce pleno de la libertad.

Para lograr esto hemos de pensar en la iniciativa privada como una sola, que tiene diferentes etapas, niveles y acciones, pero que, en definitiva, su acción más importante es la generación de empleo de bienestar y de riqueza; ¡única forma revolucionaria de combatir la pobreza!.

Mi visión es la de un país grande. Un país donde el ejercicio de la libertad sea el fundamento de un sistema democrático que dignifique al hombre y que nos permita el avance hacia una sociedad moderna, desarrollada, fundada sobre valores éticos. Un país donde la participación sea la regla y no la excepción.

Un país donde la libre iniciativa encuentre su espacio para conformar una economía real y productiva, basada en la cultura de la excelencia y de la competitividad, apoyadas ambas por el desarrollo y la fortaleza de su gente y de sus instituciones.

Econ. ALBIS MUÑOZ







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