Es indudable que usted pudo haber identificado una oportunidad, contar con los recursos para hacer realidad la empresa; sin embargo, pueden faltar algunas condiciones personales que son fundamentales examinar:
∙ Cuál es mi talento? Está relacionado de manera congruente con la idea de negocio que tengo en mente? La forma de saber esto es analizando si la actividad que va a desarrollar el nuevo empresario tiene una trascendencia especial en su vida, si está dispuesto a hacer sacrificios para convertir en realidad sus metas, teniendo claro que en el transcurso del tiempo puede encontrar nuevas ideas y nuevas formas de hacerlas realidad. De no ser así, es posible que haya identificado una oportunidad para otro, por lo tanto debo cederla (venderla) a quien la pueda explotar.
∙ El inicio de los negocios considerados exitosos tienen la misma historia: se han distinguido porque desde el principio sus gestores forjaron su negocio con una clara convicción de que la permanencia de su empresa estaba en relación directa con la posibilidad de establecer con sus clientes una estrecha relación, derivada de la vocación de servicio, fruto de poner su talento en la búsqueda de las mejores soluciones para incrementar la calidad de vida de los seres humanos. Es decir, desde el principio siempre hubo una filosofía de servicio y de respeto por el cliente, cuidando cumplir celosamente los valores y principios que rigen la vida humana.
∙ Si no puede dejar de pensar en cuánto dinero va a ganar, no intente iniciar una empresa, pues rápidamente llegará la desesperación; piense mejor que la riqueza llegará como consecuencia de ser fiel al principio básico, sólo se podrá triunfar si se logra dar una respuesta integral a los problemas de los seres humanos colocando nuestro talento y sabiduría en la búsqueda de mejores soluciones orientadas a mejorar la calidad de vida de quienes serán nuestros futuros clientes.
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