Así titula Tal Cual su editorial de este miércoles 22 de septiembre.
Lo que se narra en ese editorial es el extremo aberrante al que ha conducido el mensaje de odio que enarbola el Gobierno de Hugo Chávez.
Informa Tal Cual que el 13 de enero de 2010 ingresó al Hospital Universitario de Maracaibo el agente de policía Junior Galué en estado crítico, "con dos balazos en la cabeza", el cual fue atendido por el médico Frank De Armas, un veterano con 20 años de graduado.
Según describe el editorial, cuando De Armas se disponía a intervenir al agente Galué recibió del director del Hospital Universitario, doctor Dámaso Domínguez, una inverosímil orden: "Mándalo para una clínica privada porque ése es de la policía de la Alcaldía de Manuel Rosales".
El doctor De Armas le explicó a su superior que el agente Galué estaba agonizando y "era preciso intervenirlo" de inmediato.
Según narra el editorial, Domínguez insólitamente "retrucó":
"Si usted no acata mi orden, mañana está despedido".
Tamaña orden y sentencia son extremos inimaginables en cualquier ser humano, más aún si proviene de un médico y, peor aún, si éste es el Director de un centro de salud del Estado.
El doctor De Armas, aunque estupefacto por el mandato de su superior, hizo caso omiso a la orden y a la amenaza y operó al agente Galué.
Gracias a ello, el agente Galué sigue con vida.
Tal vez se podría haber esperado que Domínguez no cumpliera su amenaza de despido.
Pero, no fue así: El doctor De Armas fue despedido y a nueve meses de estos hechos aún espera una respuesta de la Fiscalía General de la República y de la Defensoría del Pueblo.
Son oportunas dos reflexiones sobre estos insólitos hechos de la vida real que describe Tal Cual.
La primera, es el cinismo de un Gobierno que, por un lado, mantiene en sus cargos a funcionarios que pretenden negarle la atención a un paciente en un hospital del Estado; mientras que, por otro, promulga una Ley que obliga a las clínicas privadas a atender cualquier emergencia.
Cabe puntualizar que VenEconomía avala esta medida de la Ley porque la vida de un ser humano no puede ser puesta en riesgo por nada ni nadie.
La segunda reflexión es que para VenEconomía es difícil determinar quiénes le producen mayor repudio.
Si el verdugo que ordena que un ser agonizante no sea atendido en un hospital público donde se debe dar servicio a todo ciudadano que ingrese.
O los convidados de piedra en que se han convertido la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo cuando se trata de salvaguardar los derechos humanos de los "otros", es decir, los que no están con la revolución de Chávez.
El punto de partida para cambiar el mensaje oficial que lleva a estos extremos de odio, comienza con un Parlamento plural e independiente del Ejecutivo.
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