El emprendimiento es una característica de la personalidad, que no se encuentra en todos los individuos, es una llama de entusiasmo que en algunos casos tendemos a confundir con el liderazgo. La diferencia radica en que un líder surge por medio del reconocimiento del grupo y lleva a su equipo de trabajo a alcanzar las metas propuestas, mientras que un emprendedor está enfocado en identificar nuevas oportunidades y en la generación de beneficios económicos sostenibles. Pero el emprendimiento no se basa sólo en la creación de nuevas empresas. En las compañías ya existentes hay personas con capacidad para generar nuevas actividades productivas que impactan el desempeño y el crecimiento de la organización.
Una de las principales ventajas de incentivar el emprendimiento al interior de la familia y la empresa, es contar con un nuevo tipo de fuerza laboral, enfocada en la innovación, en la creación y el emprendimiento, sin exponerse a perder elementos muy valiosos debido a que no cuentan con la oportunidad de implementar sus ideas de negocio. Esta propuesta termina convirtiéndose en un escenario ideal, en el que se ayuda a crecer a las personas y se crece junto a ellos. Probablemente si se implementa un modelo parcial en el que se le permite al gestor montar su proyecto, pero no acceder a un mejor nivel de ingresos, ni a las acciones de la empresa, no dará tan buenos resultados como en este caso.
Otra de las ventajas para las empresas familiares, es que cada proyecto que se apoye, es porque tiene el potencial de convertirse en una nueva compañía, contrario a lo que pasa en las grandes firmas. Esta característica de las empresas familiares se explica en su interés de diversificar el riesgo en los negocios, debido a que en su mayoría, todo el patrimonio de la familia está invertido en la compañía, pero al tener negocios separados se están asegurando de no sufrir una crisis en caso de afrontar un problema en su negocio central, contando además con el apoyo de sus socios según los montos aportados.
Es necesario aclarar que el emprendimiento es una vocación. No todos tienen el potencial para ser emprendedores, eso es algo que se adquiere con el ejemplo, con formación académico-práctica y con los elementos que la vida le va aportando a cada persona. Es muy común que los fundadores le den a sus hijos las comodidades que ellos no tuvieron, evitándole así aprender algunas lecciones de la vida y tener aspiraciones distintas a las que le quiera facilitar la familia. Pero en aquellos casos en que existe la iniciativa por crear nuevos proyectos, se puede encontrar en la familia un gran cúmulo de competencias que sólo están presentes en las empresas familiares, como la red de contactos, el apoyo emocional, la experiencia y el apalancamiento financiero de la familia. Es por eso que si queremos que nuestros hijos sean emprendedores, debemos ir enseñándoles de acuerdo a la edad.
Por ejemplo, al interior del Consejo de Socios, como órgano de gobierno patrimonial; la familia empresaria puede generar los espacios para promover la creación de planes de negocios que incentiven a los miembros familiares que cuenten con ideas innovadoras, a través de créditos, fondos, o el estableciendo del comité de nuevas aventuras empresariales donde se presenten las iniciativas que puedan surgir de los diferentes miembros familiares; y se estructuren adecuadamente.
Espero que estas líneas sean una invitación a las familias empresarias para iniciar una reflexión en torno al emprendimiento y el crecimiento de sus empresas.
Director Área Empresas Familiares-INALDE, Universidad de La Sabana
e-mail: gonzalo.gomez@inalde.edu.co
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