Aunque el año pasado el precio del petróleo, principal fuente de ingresos del país, se cotizó a un promedio de 72 dólares el barril, el Gobierno necesitó más dinero para cubrir el gasto y recurrió a importantes operaciones de endeudamiento.
Las estadísticas de la Superintendencia de Bancos registran que la factura que el Estado debe a las entidades financieras por el concepto de bonos y letras del tesoro aumenta 50%, desde 41 mil 256 millones de bolívares al cierre de 2009 hasta 61 mil 825 millones en 2010.
La radiografía deja en claro que la banca pública juega un rol esencial en el bombeo de recursos al Gobierno.
Las cinco instituciones que pertenecen al Estado (Venezuela, Bicentenario, Industrial, Tesoro y Banco Agrícola) tienen en sus portafolios 42% del total de los bonos y letras del tesoro adquiridos por el sistema financiero al Gobierno.
Esta importante compra de papeles se traduce en que la banca pública se enfoca poco al crédito, rol que es asumido principalmente por las entidades del sector privado.
En promedio, la banca privada presta 63,22 bolívares de cada 100 que tiene en depósitos mientras que la banca pública sólo destina 38,20 bolívares.
La administración de Hugo Chávez ha preferido endeudarse en mayor medida dentro del país que en el exterior, algo comprensible si se toma en cuenta que los compromisos son en bolívares, a tasas de interés bajas y una porción muy importante se encuentra en el portafolio de la banca estatal.
Al mismo tiempo, en caso de que no existan suficientes recursos para cancelar la deuda, es posible obligar a los bancos del país a un refinanciamiento o incluso devaluar la moneda para obtener más bolívares por los petrodólares.
Así, la deuda interna, que se ubica en un total de 83 mil 046 millones de bolívares al incluir a los bonos comprados por la banca los que se encuentran en manos de otros actores de la economía, representa al cierre del año pasado 47% del total de compromisos de la República, la magnitud más elevada en los últimos 36 años.
La desconfianza
Todo apunta a que en el corto plazo el Gobierno seguirá endeudándose con mayor fuerza dentro del país.
Crecientes dudas sobre la capacidad de producción de Pdvsa, un discurso político recibido como hostil por los inversionistas y falta de claridad sobre los planes de emisión de bonos en el exterior, derivan en que la República tiene que pagar altas tasas para obtener financiamiento en el mercado internacional.
En 2009 el Ministerio de Finanzas vendió bonos en divisas a un plazo de 15 años a una tasa de interés de 8,25% y en 2010 tuvo que colocar bonos a 12 años a una tasa de 12,75%.
Incluso, a pesar de la crisis en que ha caído Egipto al cierre de ayer, un bono de este país rinde menos para los inversionistas que un bono de Venezuela.
Mientras que los títulos de Egipto que vencen en 2020 tienen un rendimiento de 6,3%, los bonos venezolanos con el mismo plazo de vencimiento rinden 13,29%, más del doble.
Analistas consideran que si el Ministerio de Finanzas y Pdvsa le dijeran claramente al mercado el monto de los nuevos bonos que piensan emitir y Pdvsa hiciera público el plan que tiene para cambiar a legislación internacional los títulos que están bajo la ley local la percepción de riesgo de los inversionistas disminuiría.
El riesgo país, un termómetro que mide la diferencia entre el rendimiento que exige un inversionista para no comprar bonos del Tesoro de Estados Unidos y adquirir papeles venezolanos, se ubica en 11%, magnitud que supera con creces a 1,16% de Chile, 1,48% de Perú, 1,49% de Colombia, 1,64% de México 1,75% de Brasil, 4,95% de Argentina y 8,41% de Ecuador.
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