marzo 12, 2011

Marco Chacín, de Maracaibo, Venezuela, narra su vivencia en el #terremotojapon


Marco Chacín, maracucho de nacimiento, se mudó para Japón hace poco más de seis años, junto a su esposa y su hijo, para afinar sus conocimientos de ingeniería electrónica. Así cambió el Puente sobre el Lago por el centro urbano más importante del planeta.
Así lo narra el Diario La Verdad de Maracaibo:
Ayer su vida y la de su familia se estremecieron. El terremoto de 8,9 grados de magnitud que azotó la costa nororiental de ese país es el suceso más impactante que ha vivido. Pero no el único.
Recién llegado a Japón, Chacín y su familia se residenciaron en Sendái, justamente donde fue el epicentro de este último temblor. “Es la segunda vez que enfrento un terremoto grande. A Sendái llegamos en abril de 2003, y en mayo ocurrió el último terremoto más fuerte que había sufrido el país.”
Hace un par de años se mudó a otra ciudad, Tsukuba, ubicada al noroeste de Tokio, pero más cerca del epicentro del sacudón de este viernes. “Todavía tengo amigos en Sendái que no sé cómo están”, dice Marco, quien ya desde su casa, un poco más calmado, pero en constante alerta, habló con La Verdad unas diez horas después del suceso.
“Este ha sido un día terrible. Todavía estoy temblando, pero estamos bien. Las réplicas no han parado. Acabamos de colocar cosas en la entrada del apartamento para que en caso de que tengamos que salir corriendo, podamos llevarnos al menos lo más importante, como el pasaporte y chaquetas, porque hace mucho frío.”
Hoy Marco tiene dos niños, uno de siete años y otro de dos. Su esposa lo acompaña. Los cuatro experimentaron el terremoto más fuerte de los últimos 140 años.
Hacía apenas dos días que habían pasado el primero de los sustos. “Al principio pensamos que como siempre era uno de esos tantos temblores, que este iba a pasar al igual que el resto. Pero a lo que empezamos a sentir que era fuerte y que se prolongaba en el tiempo nos convencimos de que lo que sentíamos era un terremoto.”
Ayer, cuando la tierra se estremeció, el zuliano se encontraba finalizando una jornada de trabajo en un edificio de 19 pisos, el más alto de Tsukuba. Su esposa estaba en casa con el pequeño Ken, mientras el mayor de sus hijos esperaba en el colegio que llegaran por él.
“Empezó a temblar como a las 3.00 de la tarde (aproximadamente 3.00 de la mañana, hora venezolana). Lo primero que pensé fue que el edificio se iba a caer, porque es muy viejo, tiene más de 20 años y no cumple con la regulación que le imponen a las nuevas edificaciones. No podía ni siquiera llegar a la puerta de la oficina. Allí me dije: ‘Aquí morí yo’”. Marco no podía ni siquiera caminar hasta la puerta de salida.
“Cuando dejó de temblar corrimos hasta la escalera de emergencia y vi en las condiciones que estaba el edificio. Quedó en muy mal estado, tiene fisuras por todos lados, tiene paredes rotas, las tuberías se partieron; no sé qué irá a pasar con eso cuando volvamos a trabajar.”
Mientras, en la casa, su esposa junto al resto de sus vecinos salía a lugares abiertos, apartados de los edificios y los vidrios. Allí los encontró Marco un par de minutos después.
“La gente corría a reunirse en grupo. Había mucha incertidumbre. Veinticinco minutos después hubo una réplica también bastante fuerte, tanto que había que detenerse.”
Con su familia en Maracaibo se comunicó un par de horas después. Las comunicaciones por celular estaban caídas. Tampoco había agua, y la luz se restituyó poco tiempo después del primer temblor.
“Las réplicas no han parado. La última fue hace como 20 minutos, pero temprano era constante, no dejaba de temblar. Ni mi esposa ni yo hemos podido dormir nada. Nos da miedo que vuelva a temblar así de fuerte y tengamos que salir de la casa.”
Ante la pregunta de si piensa volver a Maracaibo después de tales experiencias, la respuesta es concreta: “Eso no lo hemos pensado todavía”.
Otra historia
En la capital, más hacia el centro, otros venezolanos vivían también su historia. “Es la primera vez que siento un terremoto. Aquí ya habíamos sentido muchos temblores, pero esta es la primera vez que sentimos un movimiento tan estremecedor. La tierra se estremeció”. Ya desde su casa, unas siete horas después de la remecida más fuerte, Grisel Coronel, residenciada en Tokio desde hace diez años, relató también a La Verdad su vivencia de cómo una de las ciudades con más eventos naturales asumió este terremoto.
Grisel se encontraba recogiendo a la mayor de sus hijas en el colegio cuando todo comenzó a tambalearse. Con su niño de dos años en brazo, y a la espera de su hijita de seis, vio cómo un tendido eléctrico completo cayó al piso. Fue allí cuando dijo: “Esto es serio. Esto es un terremoto”.
El ruido ensordecedor de una alarma que se escuchó en toda la ciudad confirmó sus temores. Debían evacuar todos los edificios y dirigirse a los centros de refugio más cercanos.
La caraqueña confirma lo que en videos se apreció. Educados para enfrentar eventos naturales, los tokiotas no entraron en pánico pese a la magnitud del sismo. “Muy normal, serenos, sólo decían: ‘Está temblando’”.
Coronel, mientras tanto, observaba cómo tan diestramente el personal del colegio de su hija evacuaba a más de un centenar de niños que bajaban del edificio en fila, con cascos, chalecos antifuego y con un morral lleno de comida, sin el mayor apuro.
Al otro extremo de la ciudad estaba su esposo atrapado en una oficina. “Desde que empezó a temblar las comunicaciones se afectaron. Con mi esposo no pude hablar hasta después de unas horas. Pero sí pude hacerlo con mi mamá en Caracas. Le informé que estábamos bien”. Un correo de apenas unas cuantas líneas, cinco horas más tarde, calmó la angustia de la caraqueña: “Mi amor, estoy bien. Tendré que quedarme en la oficina porque no hay cómo cruzar la ciudad. Envíame un e-mail para saber cómo están tú y los niños”.
Las casas de Tokio están sin servicio de gas. Grisel y sus niños buscaron comida en el súper. “Todos los comestibles están en oferta para que la gente pueda llevársela a sus hogares”. Televisores en el piso junto a los libros de la biblioteca fue el escenario más crudo que consiguió dentro de su apartamento. “Por donde vivo no hubo mayores daños.”
EN POCAS LINEAS
La salvación: redes sociales
Los venezolanos en Japón afirmaron que desde que empezó a temblar las comunicaciones se colapsaron, sólo a través de Skype, Facebook y Twitter podían saber de sus seres queridos.
Grisel Coronel informó que los coterráneos en Tokio están en una comunidad virtual en Yahoo. Después del terremoto establecieron comunicación por esta vía y supieron que todos estaban bien.
Para el resto de los nipones el Internet fue el mejor aliado. Inmediatamente después del sismo, los teléfonos móviles y la telefonía fija quedaron bloqueados y la señal de televisión sufrió algunos cortes, mientras Internet, por contra, funcionó con normalidad. Así, las redes sociales se convirtieron en el medio utilizado por centenares de miles de personas para tranquilizar a familiares, comentar situaciones o dar localizaciones, y en pocas horas se acumularon miles de mensajes.
Embajador de Venezuela: “Todos están bien”
El embajador de Venezuela en Japón, Seiko Ishikawa, informó que los 400 venezolanos residentes en ese país están a salvo y que no se registran reportes de connacionales afectados. Dijo al canal del Estado que estaban concentrados en comunicarse con ocho estudiantes criollos que viven en Tohoju, al norte de Japón. Solicitó calma a los venezolanos que tienen parientes en Japón, así como esperar las próximas informaciones que ofrezca la representación diplomática en Tokio.
Nailibeth Parra Carvajal – noticias@laverdad.com – Maracaibo

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