Entre 2005 y 2009, gracias al elevado ingreso de divisas, el Gobierno mantuvo estático el precio del dólar en 2,15 bolívares sin reparar en que el país sufrió la mayor inflación de América Latina y, finalmente, en 2010 tuvo que recurrir a una profunda devaluación que disparó el tipo de cambio hasta 4,30 bolívares. El incremento estelar de los precios del petróleo abre las puertas para que el Gobierno venezolano recurra nuevamente a la estrategia de mantener anclado el precio del dólar a pesar de la alta inflación, una receta que deriva en desequilibrios profundos para la economía.
La moneda alcanzaría elevados grados de sobrevaluación. En un informe fechado el 8 de febrero Barclays Capital señala que el bolívar, aun después de la última devaluación, mantiene una sobrevaluación de 32%, es decir, el tipo de cambio de equilibrio es de 6,3 bolívares por dólar.
Técnicamente la combinación de tipo de cambio estático con alta inflación deriva en que la moneda pasa a estar sobrevaluada, un desequilibrio donde los productos importados son más baratos que los elaborados en el país y por tanto las compras del país en el exterior se disparan.
Si bien los consumidores obtienen artículos de calidad a menor precio, la producción nacional pasa a tener un techo bastante bajo. Las empresas que se desenvuelven en áreas distintas a la petrolera, sufren una competencia muy dura que limita el espacio para el desarrollo, la creación de empleo y la posibilidad de diversificar las exportaciones.
Con el tiempo el desequilibrio se torna insostenible, la alta demanda de divisas es imposible de satisfacer y el Gobierno no tiene más alternativa que devaluar la moneda.
Lo previsible es que prive la agenda política y el gabinete económico postergue los ajustes a la espera de la elección presidencial de 2012.
Organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional proyectan que este año la inflación promedio en América Latina se ubicará en 7,8% mientras que en Venezuela la meta oficial es de 23%.
El Ejecutivo ha anunciado que se dispone a importar masivamente como una manera de corregir problemas de oferta y contener el alza de los precios, valiéndose de la sobrevaluación de la moneda.
No hay salida fácil. Analistas coinciden en que las importaciones masivas con una moneda sobrevaluada impactan la producción nacional y merman las reservas internacionales, pero si el Gobierno no recurre a esta vía, habrá más inflación y desabastecimiento.
En los últimos siete años el Estado ha incrementado a paso firme sus importaciones y las compras al exterior del sector público se disparan desde 17,6% del total en 2006 hasta 33,8% al cierre de 2010.
El proceso de sobrevaluación aunado a la caída de la producción de los últimos dos años, tanto de la empresa privada como del sector público, tiene como consecuencia que el país se ha hecho más dependiente de la renta petrolera.
Las estadísticas del Banco Central indican que las exportaciones distintas al petróleo se ubican al cierre de 2010 en 3 mil 432 millones de dólares, una magnitud que se traduce en una caída de 18,8% respecto a 4 mil 228 millones de dólares obtenidos en 1999.
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