abril 10, 2011

Posible Cisne Negro se cierne sobre la economía de Estados Unidos


"Impagar la deuda causaría una crisis financiera potencialmente más severa que la crisis de la que sólo estamos empezando a recuperarnos", dijo Timothy Geithner, secretario del Tesoro de Estados Unidos; es decir, el encargado de los dineros en la primera economía del mundo.
Esa advertencia es una de las muchas -todas ellas similares- que incluyó en la carta que remitió al Congreso el pasado lunes para ponerles al día de la peligrosa cuenta atrás en la que está sumido el país. ¿En qué consiste? En que Estados Unis cada vez está más cerca de no poder emitir más deuda. Y si eso ocurre, la situación desembocará en un impago de la deuda pública norteamericana. 
La clave de esta situación responde a tres palabras: límite de endeudamiento. El Tesoro norteamericano no puede subastar todas las letras y bonos que quiera para financiarse en los mercados. El Congreso le pone un límite de endeudamiento que no puede superar sin que los congresistas le den permiso mediante una ampliación de esa cantidad. En la actualidad, ese techo asciende a 14,3 billones de dólares, una cantidad que la deuda acumulada ya casi toca con los dedos. ¿Cuándo la alcanzará de verdad? Según los cálculos del Departamento que dirige, la deuda llegará a los 14,3 billones el 16 de mayo. "Si el límite de la deuda no se incrementa para ese día, el Departamento del Tesoro tiene potestad para tomar ciertas medidas extraordinarias que pospondrían temporalmente la fecha en la que EEUU impagaría sus obligaciones", añade Geithner. Ese periodo se alargaría hasta el 8 de julio. ¿Y luego? El vacío. "En ese punto, el Tesoro ya no tendría autoridad para pedir prestado y el dinero disponible sería inadecuado para que operemos con un margen suficiente que nos permita pagar nuestros compromisos con seguridad", sentencia.
¿Cómo se ha llegado tan lejos? Por el enfrentamiento que sostienen demócratas y republicanos por aprobar el Presupuesto Federal para la segunda mitad de 2011 -el año fiscal para la Administración finaliza en septiembre-. Los segundos, que tienen mayoría en el Congreso, reclaman más recortes en el gasto público, algo que los demócratas se resisten a conceder. Y entre los tiras y aflojas -las negociaciones terminaban en la noche del viernes-, el límite de endeudamiento se ha convertido en un arma arrojadiza para los republicanos. Algo así como si no apoyas mis peticiones, no amplío el límite.
El panorama está adquiriendo tintes tan serios que el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, ha hecho un llamamiento a la cordura. A su juicio, resulta conveniente que el aumento del límite de endeudamiento se desligue del debate sobre la negociación presupuestaria. De lo contrario, advierte del riesgo de que se desencadene "un casos financiero". También lo cree Geithner. "Si el Congreso fracasa a la hora de incrementar el límite de la deuda, un amplio abanico de pagos gubernamentales tendrían que ser parado, limitado o pospuesto, incluyendo los salarios militares o las pensiones y los pagos de la Seguridad Social y Asistencia Sanitaria, de los intereses de la deuda, de los subsidios de desempleo y la devolución de impuestos", avisa.
Junto a la parálisis administrativa, también figuraría la pérdida de credibilidad que supondría para el dólar y para la deuda pública. Como han declarado Bernanke y Geithner, los costes de financiación en el mercado crecerán y el problema del déficit público, que en 2010 superó el 9 por ciento, se agravará. "Cuanto más tarde el Congreso en actuar, mayor será el riesgo de que los inversores de aquí y de todo el mundo pierdan la confianza en nuestra capacidad de cumplir nuestros compromisos y nuestras obligaciones", subraya el secretario del Tesoro.
En ese caso, la secuencia no diferiría de la vista en los episodios que han desembocado en los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal, aunque con un estruendo mayor por ser EEUU. El riesgo de impago alentaría masivas ventas de bonos, con el consiguiente repunte de los rendimientos -suben cuando el precio de los títulos baja-. En paralelo, la huida de los inversores internacionales de la deuda estadounidense hundiría el valor del billete verde, con las consiguientes réplicas en otras divisas -como el euro, que subiría-, las materias primas -el oro se vería aún más reforzado- y las bolsas y otros activos con riesgo -que caerían-. "Por estas razones, el impago por parte de EEUU es impensable", remata en su carta Geithner. Sin embargo, y como recordó Nassim Nicholas Taleb en su obra El cisne negro, los acontecimientos altamente improbables también ocurren. Y sus consecuencias resultan impredecibles.

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