mayo 05, 2011

Gestionando al empleador, ofertas y contraofertas


Los empleadores, ni amados ni odiados, sino gestionados, sería el axioma aquí. La relación paternalista y la postura pasiva estarían en revisión en los últimos tiempos dándose una migración más o menos dolorosa hacia el autogobierno, que, de entrada, supone más trabajo, dos trabajos, el que haces para el empleador y el que haces para ti.
Un día pasivo lo tienen los mejores profesionales, y los más trabajadores, además de los grandes idealistas y teóricos. Hablando del idealista que llevamos dentro ¿quién puede rechazar el principio de mayor retribución por mayor capacitación y mayores competencias técnicas? Nadie. ¿Quién puede rechazar que cobre más el que más trabaja? Nadie. ¿Quién puede renunciar a opinar sobre cómo gestionan la empresa sus propietarios y directivos? Pocos. ¿Quién no se lleva un sofoco al comprobar que su empresa no aplica estrictamente esos principios? Bueno, aquí ya hay varios. Entre ellos los que se tomaron la molestia de informarse de dónde se metían y no precisamente por el entrevistador, y los que asumen que los principios son siempre generales y los finales, individuales, que donde esté una buena negociación…
¿Una buena negociación? Más trabajo. No es lo mismo que ‘el que no llora no mama’. Hay que ir con algo a cambio. No sirve el orgullo para la empresa de que otras reconozcan tu valor. Hay que hacer algunos cálculos y tomar algunos riesgos: la seguridad de que tu empresa te reconoce, la claridad de que el desgarro por tu pérdida o el coste de tu reposición es superior a tu nuevo precio, llegar en el momento adecuado…
Mata la versión del chantaje a la empresa. ¿Qué harías tú si te encontraras con una oferta mejor de otra empresa? Es decir, con la confirmación de que tienes demanda en el mercado, el mercado te otorga un nuevo valor y puja por ti. Tú sabes que la pregunta no es esa sino ¿qué harías tú para encontrarte con una oferta mejor de otra empresa?

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