La radiografía del sistema financiero al cierre de noviembre deja en claro que las familias consumen menos y por tanto, declina el financiamiento a través de tarjetas de crédito y la entrega de préstamos para la compra de vehículos.
Las estadísticas de la Superintendencia de Bancos indican que los créditos a través de tarjetas y para automóviles representan 37 millones 874 mil bolívares, una magnitud que después de limpiar el efecto de la inflación, se traduce en un declive de 12% respecto a noviembre de 2009.
Ejecutivos financieros explican que si bien en este resultado intervienen factores como la escasez de vehículos en los concesionarios y las restricciones que impuso Cadivi para el uso de las tarjetas de crédito en el exterior, la causa fundamental es la pérdida de capacidad de compra.
Gracias al boom de los altos precios del petróleo, entre 2004 y 2008, los venezolanos disfrutaron de un entorno donde podían adquirir una moto o carro nuevo, cubrir los gastos básicos y disfrutar de dólares baratos para viajar si pertenecían a la capa social con tarjeta de crédito, pero todo ha cambiado y ahora cada mes el sueldo compra menos.
En los últimos doce meses la inflación acumula un salto de 27% que ha superado los incrementos en el salario.
Las estadísticas del Banco Central de Venezuela reflejan que en términos reales, después de descontar el aumento de los precios, en promedio, la capacidad de compra del salario cae 6,3% al contrastar el tercer trimestre de este año con el mismo lapso de 2009.
Si se mide el efecto en los dos grandes sectores de la economía, queda en evidencia que el retroceso en la capacidad de compra del salario es de 1,8% para los trabajadores de las empresas privadas y de 15,3% en el caso de quienes están en la nómina del Estado.
El resultado es que las familias no han tenido más salida que recortar el gasto y de acuerdo con el Banco Central el consumo privado, en los primeros nueve meses de este año, desciende 3,3% respecto al mismo lapso de 2009 y 5,1% versus 2008.
Las posibilidades de que las familias sientan una mejoría en el corto plazo lucen poco probables.
Presionado por la falta de ingresos el Gobierno anunció que se dispone a aumentar el Impuesto al Valor Agregado (IVA), a la vez que contempla devaluar el bolívar.
Actualmente el IVA es de 12% y se añade sobre el precio de una amplia gama de productos y servicios, por lo tanto, cada vez que aumenta, la inflación toma un impulso adicional.
El ajuste en el tipo de cambio también le añadiría combustible extra al alza de precios, incrementando el costo de las importaciones.
Barclays Capital señala en un reporte fechado el 14 de diciembre que espera la devaluación y, de acuerdo con sus previsiones, el tipo de cambio de 2,6 bolívares aumentará hasta 3 bolívares; el tipo de cambio de 4,30 aumentará hasta 5 bolívares y las divisas adquiridas a través del Sitme se encarecerán desde 5,30 hasta 6,5 bolívares.
Al tomar en cuenta el precio del dólar que regirá para cada sector de la economía, Barclays determina que el tipo de cambio promedio se ubicará en 5,15 bolívares lo que se traduciría en una devaluación de 22,6%.
La reforma que la Asamblea Nacional le hizo a la Ley de Bancos también influirá sobre el consumo.
De acuerdo con las nuevas normas los bancos no podrán destinar al financiamiento con tarjetas de crédito una cantidad que supere 20% del total de préstamos y tienen 180 días para adecuarse.
Los bancos privados que exceden el límite o quedan muy cerca del techo, tendrán que restringir sus préstamos.
Banqueros consultados explican que la clase media utiliza las tarjetas de créditos para cancelar consumos básicos, como clínicas, alimentos o el colegio de los hijos.
La superintendencia de Bancos podría flexibilizar las normas a través de un reglamento, algo que aun está por verse.
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