octubre 10, 2010

La oferta de dólares no da para más


Según el especialista financiero Juan Socías, la demanda de este año sobrepasará los 60 mil millones de dólares, algo insostenible para la economía nacional

Este año la economía venezolana utilizará no menos de 60.000 millones de dólares para cubrir todos sus gastos y erogaciones en moneda extranjera producidos por sus flujos, informó Juan Socías, presidente del Grupo Soluciones.
Aclaró el especialista que la cifra resulta de la data oficial de la Balanza de Pagos del BCV, contrastada con la verificación del desempeño sectorial por rubros. En este sentido, dio a conocer los rubros y la cantidad de dólares que saldrían, en valores aproximados. $ 30.000MM saldrán vía Cadivi, para todos los conceptos cubiertos por el control de cambio, a través de procesos azarosos, traumáticos y harto consumidores de tiempo y energías, mediante los cuales las empresas y ciudadanos ordeñan el control; $ 2.400MM será la realización del SITME este semestre (mecanismo igualmente desgastador del ingenio productor); $ 7.000MM se fueron entre enero y mayo del presente año, vía la permuta; $ 14.000MM están siendo gastados directamente por el aparato público y PDVSA para cubrir gastos ordinarios e importar masivamente fuera de Cadivi; $ 2.300MM reales han sido espolvoreados a través de bonos-2022 de la República, asignados el 16/08/2010. $ 2.100MM efectivos podría ser el resultado de la liquidación de un nuevo bono PDVSA (Octubre´2010 ?), lanzado a la calle para calmar la sed de los sedientos y aumentan el peso del pasivo que hunde al buque de nuestra gallina de huevos dorados. Total: 57.800 millones de dólares para cubrir la demanda del año, sin contar el mercado negro.

Recordó que en el año 1999 el funcionamiento de la economía, visto desde el mismo ángulo, arrojó un consumo total de divisas del orden los US$19.400.- Era un momento en que no había control de cambio y hasta PDVSA, la fuente del dinero extranjero, compraba los dólares de sus necesidades a través de la banca privada, único expendedor nacional de ese bien.
En 2003, recién instalado el control de cambio, la cifra bajó a US$16.557, pero a partir del año siguiente comenzó el desbordamiento, en cascada creciente, hasta llegar al monto de hoy siete años después.
A pesar de que estamos montados en los 60.000 millones de gasto en divisas, magnitud que se ha venido repitiendo como tendencia de aproximación en los tres últimos años , la cifra no es suficiente, tal como lo demuestran las restricciones adicionales impuestas por el gobierno a la salida de las divisas y la insatisfacción de la población y las empresas, quienes no consiguen la totalidad de las divisas que buscan.
Parece evidente que la solución al conflicto no está por la vía de la expansión de la oferta de dólares (el elástico no da para más), sino por la de entrar en un camino que permita prescindir de éstos en las proporciones en las que actualmente la demanda las requiere. Los utilizadores de dólares están demandando este año 80.000 millones, cuando la disponibilidad, quemando todo el ingreso, no da para más de 60.000
La ecuación del círculo vicioso es rígida: a mayor ingreso petrolero, mayor disponibilidad de divisas para el uso interno, pero mayor todavía es el estímulo que lo anterior produce, para que se necesite mucho más Las cifras de los diez últimos años son elocuentes en la prueba.
Los reclamos para que Cadivi afloje la mano y dé más, el SITME aumente sus volúmenes de reparto; se multipliquen las emisiones de bonos del Estado (girando contra la cuenta en expansión de la deuda pública externa); o incluso para que se reinstalen mecanismos similares a la permuta que permitan romper el cerco de las limitaciones legales, para acceder hasta a los dólares del derroche, no hacen sino invocar la tendencia a un agravamiento cada día peor, sobre el triste quehacer de la economía del país.
El camino de la rectificación es la reindustrialización endógena: Prescindir del uso masivo de las divisas para producir (ensamblando), dormir, divertirse y comer Pero ese camino está bloqueado por el presidente Chávez, por su discurso incendiario y por las prácticas del gobierno, quienes despliegan una política de expropiaciones in continenti, amenazas a la propiedad, persecución de la rentabilidad de las inversiones y satanización del impulso privado generador de riqueza. Ese enfoque se empeña en acentuar la dependencia cada vez mayor del oro foráneo (dólar verde).

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