octubre 25, 2010

La polémica relación entre libertad económica y democracia


Por Angel Alayon
La vida le alcanzó a Dennis Yang para vivir las dos chinas. La de Mao, de hambrunas y racionamientos, y la actual, de abundancia y prosperidad. Yang es economista y vino a Venezuela a dictar una conferencia en el Foro de la Alimentación en el 2008. Luego de su intervención, en la que describió cómo China logró pasar del país de la Gran Hambruna a ser uno de los principales proveedores de alimentos del mundo gracias a reformas económicas que favorecieron la iniciativa privada, lo invité a una conocida arepera de Las Mercedes para que probara nuestro alimento bandera. Yang estaba entusiasmado con la exótica comida, pero entre bocado y bocado, alcancé a preguntarle su opinión sobre si es razonable esperar que la nueva y poderosa clase media china exija y logre un cambio en el orden institucional que le garantice sus derechos y libertades políticas. ¿Traería la prosperidad económica la democracia a China? La respuesta de Yang fue contundente: “a la gran mayoría de mis compatriotas sólo les importa el crecimiento económico y su capacidad de consumir, mientras haya crecimiento, no habrá cambio político, mientras puedan prosperar, no se meterán en política.”
No es difícil encontrar un ejemplo que contradiga la opinión de Yang. Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende e instauró una cruel dictadura militar en Chile que costó miles de vidas y ocasionó heridas que aun no terminan de cicatrizar. Mientras arreció la represión política, Pinochet inició una serie de reformas que favorecieron la libertad económica. Chile prosperó económicamente durante la dictadura, pero, a diferencia de lo que Yang espera suceda en China, la fortalecida clase media chilena generó una fuerte presión política que culminó en la convocatoria a un referéndum en el que se decidió la suerte política del régimen. A pesar del ventajismo y los obstáculos, Pinochet perdió la consulta, y los chilenos iniciaron la transición a la democracia. En el caso chileno pareciera que el progreso económico estimuló el proceso de democratización.
Los fanáticos de los deportes y los aficionados a las bebidas vaporosas acostumbran a debatir utilizando ejemplos y contraejemplos. Quizá sea un buen método para animar una discusión sabatina entre amigos o descubrir temas en los que vale la pena profundizar, pero no para encontrar una respuesta que pase con derecho propio a formar parte del conocimiento de la humanidad. Los economistas Paola Giuliano, Prachi Misra y Antonio Splimbergo fueron más allá de los ejemplos anecdóticos de China y Chile y procedieron a aplicar modernas técnicas econométricas a una extraordinaria base de datos que incluye la evolución detallada de los indicadores de democracia y de las regulaciones de 150 países desde 1960 a 2004 (Democracy and reform: evidence from a new data set, 2010). Paola y sus colegas querían dilucidar la relación entre las reformas económicas y la democracia, una relación clave para entender los procesos de desarrollo económico. ¿Produce la democracia un mayor grado de libertad económica? ¿Puede la libertad económica estimular la democratización de un país?
La investigación arribó a dos conclusiones que nos interesa considerar. Primero, la democracia y las reformas económicas están positivamente correlacionadas. Esto significa que cuando en un país hay democracia es altamente probable que también se implementen reformas regulatorias que favorezcan la libertad económica. Segundo, no existe evidencia de que la implementación de reformas económicas conduzca a la democratización de los países. Los investigadores sugieren la existencia de una relación de causalidad entre la democracia y la libertad económica. En consecuencia, la democracia causaría libertad económica, pero la libertad económica no causaría democracia. Chile sería una excepción, China sería la regla. Si se desea que un país profundice y mejore su democracia, no se debe contar con la libertad económica como motor del proceso de democratización, de acuerdo con los resultados de la investigación.
Mao Zedong le temía a la prosperidad de su pueblo. “Si China se convierte en un país próspero, y alcanza un nivel de vida como los del mundo occidental, la gente no querrá revolución”, llegó a decir. Pero sus miedos eran infundados, al menos en cuanto a la permanencia en el poder. China ha prosperado luego de su muerte y el Partido Comunista que Mao fundó continúa gobernando al país. Si confiamos en la intuición de Yang y en los resultados de las investigaciones de Paola, mientras la libertad económica y la prosperidad ganen terreno en China, los comunistas mantendrán el poder. Veremos.

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