BOGOTÁ Diez años atrás, la llegada al poder del presidente Hugo Chávez y su proyecto izquierdista pusieron punto final a la brillante carrera de Ronald Pantín en Petróleos de Venezuela S.A.
Pero este hombre nacido hace 61 años en Caracas no se dio por vencido y lanzó una carrera aun más impresionante.
Basado en Colombia, Pantín es el director ejecutivo de Pacific Rubiales Energy, uno de los éxitos comerciales más rotundos del país. Pacific Rubiales ha superado a Occidental y a otros grandes del petróleo colombiano. En apenas tres años multiplicó su producción por diez y se convirtió en la segunda petrolera más grande de Colombia, después de la estatal Ecopetrol.
Siempre he enfrentado los desafíos con mucha pasión, dijo Pantín en una entrevista con Latin Trade. Si se pone pasión en lo que se hace, siempre se tiene éxito.
Así ha sido sin duda para Pantín y para Pacific Rubiales. La producción diaria de petróleo de la empresa ha crecido de 15,000 barriles en 2007 a 150,000 en 2010, lo que convirtió a la compañía en la petrolera independiente más grande de América Latina. Pantín estima que la producción diaria superará los 500,000 barriles en los próximos tres a cinco años.
Hace no mucho tiempo, una caída en la producción petrolera colombiana generó temores de que el país fuera a verse obligado a importar petróleo. Pero el surgimiento de Pacific Rubiales es una de las principales razones por las cuales el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas estimó recientemente que la producción del país se duplicará desde 764,000 barriles actualmente a 1.5 millones de barriles diarios en 2018.
Colombia es un gran país. La gente nos ha recibido con los brazos abiertos, dijo Pantín. Eso nos permitió convertirnos en un ícono comercial en muy poco tiempo.
Pantín creció en Caracas en la década de 1960 y el petróleo no figuraba entre sus intereses. Su familia estaba ligada a negocios agrarios, por lo que parecía natural que Pantín estudiara ingeniería agrícola. Pero por esa época el sector petrolero venezolano comenzaba a despegar y un buen amigo le preguntó a Pantín por qué no consideraba enfocarse en la ingeniería del petróleo.
No fue mal consejo. Pantín estudió administración en Mississippi State University en los Estados Unidos e hizo luego un máster en ingeniería industrial y de petróleo en Stanford.
Cuando volvió a Venezuela, ayudó a abrir a PDVSA a inversores extranjeros, un proyecto que convirtió a la empresa estatal -- al menos por un tiempo -- en el segundo productor de petróleo más grande del mundo después de Saudi Aramco.
A lo largo de 23 años en PDVSA, Pantín ascendió hasta llegar a ser presidente de servicios. Dejó la empresa poco después de que Chávez fue elegido presidente en 1998 y comenzó a revertir las reformas prolibre mercado que Pantín había ayudado a implementar. El ejecutivo fue uno de los 22,000 empleados de PDVSA que fueron despedidos o renunciaron.
Fue una gran decepción, dijo Pantín. Pero comprendí que los tiempos estaban cambiando.
Tras un breve período como presidente de Enron Venezuela, Pantín se enfocó en Colombia, un país que también pasaba por un período de fuerte transición. El presidente Álvaro Uribe, quien terminó sus ocho años de mandato en agosto pasado, había lanzado una ofensiva militar que desplazó a los guerrilleros marxistas del país de varias áreas petroleras. El gobierno de Uribe también bajó las regalías, extendió las licencias de exploración y permitió a inversores extranjeros ser dueños del 100 por ciento de sus proyectos petroleros.
Los planetas se alinearon, dijo Pantín. Fue una combinación de las políticas de Uribe, las nuevas leyes de hidrocarburos, las políticas de seguridad nacional y una geología muy prometedora.
El campo Rubiales, en el sur de Colombia, fue descubierto por Exxon en la década de 1980 y estaba subexplotado a causa de la falta de caminos y el peligro de los ataques de la guerrilla. Pero sus condiciones geológicas eran similares a las del cinturón petrolero del Orinoco en el este de Venezuela que, se estima, es la mayor reserva de petróleo del hemisferio.
Es posible que el campo Rubiales contenga más reservas que todo el resto de Colombia. Es el futuro, dijo Pantín. No es tan masivo como el Orinoco. Pero el petróleo es más liviano y fluye muy bien.
En 2007, Pantín y varios socios compraron Meta Petroleum, la empresa que en ese entonces operaba el campo Rubiales. Luego se fusionaron con Pacific Stratus y adquirieron Kappa Energy Holdings y se convirtieron en Pacific Rubiales Energy.
El campo cuenta con una base del ejército y no ha habido nunca un ataque guerrillero o un secuestro. De los 48 pozos en los que la empresa hizo prospección, 42 fueron exitosos.
Pacific Rubiales cotiza en las bolsas de Toronto y Bogotá y ha usado su acceso a los mercados de capitales para expandirse rápidamente. La empresa inauguró el año pasado un oleoducto de 146 millas en asociación con Ecopetrol. Pacific Rubiales también explora varios bloques en el Amazonas peruano y pronto comenzará prospección en Guatemala y Belice.
Hay muchas oportunidades en América Latina, dijo Pantín. Pero es una cuestión de conocimiento y capacidad. Si se entiende de geología se pueden conseguir buenos resultados. En nuestro caso, 86 por ciento de nuestros pozos preliminares han sido exitosos. En los 35 años que llevo en el negocio, nunca vi un porcentaje tan alto de éxitos.
Con tantas cosas buenas en su nueva empresa, Pantín no mira demasiado hacia atrás. No haría nada diferente, dijo. Cuando uno se compromete y se dedica, la vida lo recompensa.
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