Neuro J. Villalobos R.
“Si quieres conocer el pasado mira el presente que es su resultado. Si quieres conocer el futuro, mira el presente que es su causa”. Proverbio Japonés.
Económicamente un presupuesto es un instrumento en el que se refleja el comportamiento esperado de las variables económicas fundamentales. Sobre la base de ese documento, los agentes económicos formulan sus propios planes de negocios y de inversión confiando en la gestión que el gobierno compromete públicamente y partiendo del hecho de que éste, debe estar respaldado por análisis profundos del comportamiento pasado y presente que permiten prever un determinado curso de acción para lograr objetivos en beneficio de la sociedad.
En Venezuela llevamos años cumpliendo con el ritual anual de presentar presupuestos insinceros. El del 2011 parte del supuesto de que lograremos el desarrollo económico sin el concurso del sector productivo privado, esgrimiendo falsas premisas económicas y una inclinación ideológica completamente desubicada en el tiempo y en el espacio. Su presentación es el colmo de la ignorancia o de la desfachatez gubernamental.
Es inútil seguir pensando que un Estado concentrador y despilfarrador puede seguir siendo el motor del desarrollo económico sustentándose en un gasto público desenfrenado. Se parte del principio de que el petróleo seguirá proveyendo recursos suficientes para apuntalar la presencia dinamizadora del Estado en la economía. A ese respecto, es bueno recordar que Joseph Stiglitz, premio nobel de economía 2001, ha sostenido que “no se conoce un país que haya tenido éxito que no esté asociado a una economía de mercado”. China, los países de la antigua URSS, la Alemania Oriental y otros, antes comunistas, así lo confirman.
Venezuela se aventura en un proyecto mesiánico que intenta demostrar que puede ser una excepción de la regla, que puede enmendar el fracaso que otros países con mayor fortaleza y oportunidades históricas no lograron. Esa obsesión ideológica le está resultando demasiado costosa a la economía venezolana. Se sigue escondiendo las señales que indican que tenemos una economía postrada, en muy mal estado, y que de seguir por ese camino, no sólo dará al traste con ese teatro del absurdo que se ha dado en denominar “revolución”, sino que además, seguirá sometiendo al pueblo venezolano a la más calamitosa situación.
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