Ya es una costumbre en Venezuela recibir un nuevo año con una devaluación de nuestro signo monetario. La misma se ha hecho recurrente porque el Gobierno perdió el control de la desbordante situación inflacionaria que atraviesa el país (27% en el 2010). Significa la cuarta devaluación en 12 años de "revolución". Se trata de una decisión política que le quita valor a nuestra moneda y con la que los pobres serán los más afectados.
Esta modalidad de "neoliberalismo revolucionario" devalúa la moneda en tiempos de recesión, aumenta la deuda, antes que reducir el "gran estado", y brinda limosnas a los sectores menos favorecidos económicamente, en vez de permitir que la iniciativa privada genere empleo productivo.
La reciente devaluación (salvaje), cuyo porcentaje fue del 65 por ciento, eliminó el tipo de cambio preferencial de 2,60 Bs./$, cuyas divisas atendían las importaciones de alimentos, medicinas, sector automotriz y equipos esenciales para la industria.
Esta desvalorización traerá como consecuencia que el precio de nuestra canasta de alimentos, medicinas, vehículos, equipos médicos y otros rubros aumenten, ya que estas importaciones se harán ahora a 4,30 Bs./$.
Voceros del Gobierno nacional, entre ellos el mismo Presidente, tratan de justificar tal medida argumentando que la misma simplificará el esquema cambiario (control de cambio) y evitará la corrupción en el manejo de las divisas. Tales argumentos están muy alejados de la realidad, ya que lo que precipitó la devaluación fue la voracidad fiscal del Gobierno, que no tiene límites. Está montado en un nivel de gastos que no puede financiar, gasta el dinero proveniente del petróleo, de los impuestos, se endeuda y le quita arbitrariamente al BCV las reservas internacionales porque necesita financiar su proyecto revolucionario comunista.
Por lo antes mencionado, esta devaluación tiene carácter fiscalista; los ingresos en bolívares para el Gobierno se multiplicarán, en detrimento de los perceptores de sueldos y salarios, cuyo poder de compra se contraerá.
Esta nueva modificación del tipo de cambio profundizará la recesión económica que viene afectando al país en los últimos dos años (2009 y 2010) y dará al traste con las aspiraciones de crecimiento económico que estimó el Gobierno para este año (2011) del dos por ciento.
Todo indica que mientras el Gobierno no le gane la batalla a la inflación, vendrán nuevas devaluaciones. Amanecerá y veremos.
Esta modalidad de "neoliberalismo revolucionario" devalúa la moneda en tiempos de recesión, aumenta la deuda, antes que reducir el "gran estado", y brinda limosnas a los sectores menos favorecidos económicamente, en vez de permitir que la iniciativa privada genere empleo productivo.
La reciente devaluación (salvaje), cuyo porcentaje fue del 65 por ciento, eliminó el tipo de cambio preferencial de 2,60 Bs./$, cuyas divisas atendían las importaciones de alimentos, medicinas, sector automotriz y equipos esenciales para la industria.
Esta desvalorización traerá como consecuencia que el precio de nuestra canasta de alimentos, medicinas, vehículos, equipos médicos y otros rubros aumenten, ya que estas importaciones se harán ahora a 4,30 Bs./$.
Voceros del Gobierno nacional, entre ellos el mismo Presidente, tratan de justificar tal medida argumentando que la misma simplificará el esquema cambiario (control de cambio) y evitará la corrupción en el manejo de las divisas. Tales argumentos están muy alejados de la realidad, ya que lo que precipitó la devaluación fue la voracidad fiscal del Gobierno, que no tiene límites. Está montado en un nivel de gastos que no puede financiar, gasta el dinero proveniente del petróleo, de los impuestos, se endeuda y le quita arbitrariamente al BCV las reservas internacionales porque necesita financiar su proyecto revolucionario comunista.
Por lo antes mencionado, esta devaluación tiene carácter fiscalista; los ingresos en bolívares para el Gobierno se multiplicarán, en detrimento de los perceptores de sueldos y salarios, cuyo poder de compra se contraerá.
Esta nueva modificación del tipo de cambio profundizará la recesión económica que viene afectando al país en los últimos dos años (2009 y 2010) y dará al traste con las aspiraciones de crecimiento económico que estimó el Gobierno para este año (2011) del dos por ciento.
Todo indica que mientras el Gobierno no le gane la batalla a la inflación, vendrán nuevas devaluaciones. Amanecerá y veremos.
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