Cuánto quisiera tener el optimismo del ingeniero electrónico George Giordani, de que la economía crecerá este año un dos por ciento, por tercer año consecutivo se equivoca el ministro de Planificación y Finanzas, nu
evamente será la única economía latinoamericana a excepción de Haití que no crecerá en el 2011, es más, se avizora un decrecimiento. No se trata de especular o de ser un profeta del desastre, la causa es evidente, se sigue destruyendo el aparato productivo privado que es el principal motor de la economía. Esta destrucción se expresa en la expoliación de empresas en producción en todos los sectores de la economía, empresas que pronto desaparecen o funcionan precariamente. Se han expropiado cerca de tres millones de hectáreas, de las cuales ni el 10 por ciento está en producción, bajando la producción de alimentos como carne, leche, arroz, azúcar, maíz, etcétera. El Estado maneja la producción de cemento y cabillas, pero no se consiguen esos productos y a precios tres veces por encima de los fijados por el Gobierno. Prometieron que con la estatización se iba incrementar la producción y a reducir los precios, resultando todo lo contrario, explicable dentro de tanta ineficiencia y desorden en las acciones de un gobierno que no tiene políticas económicas.
Ninguna economía en el mundo y en cualquier sistema económico puede crecer sin inversión tanto pública como privada. Para que haya inversión privada nacional y extranjera (la más dinámica y eficiente en cualquier economía moderna) se requiere de garantías para el ejercicio de la propiedad privada, así como transparencia en el ámbito de competencias productivas del sector público y del sector privado. Estas condiciones no existen en Venezuela, por el contrario se desestimula la inversión privada con este clima de incertidumbres que se han establecido con estatizaciones que dependen de los impulsos del jefe del Estado y del avance en la creación de un sistema que niega la propiedad privada. Por experiencia desde la Revolución de Octubre de 1917, el comunismo simboliza ineficiencia y escasez, así como represión de todas las manifestaciones de las libertades del hombre. En Venezuela no hay inversión sino desinversión que se está manifestando en escasez e inflación.
Rafael Piña Pérez
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