junio 07, 2011

Alemania saca partido de la inestabilidad y Merkel lo canaliza


¿Por qué a Angela Merkel le cuesta tanto ayudar a sus socios más débiles?
¿Por qué a Angela Merkel le cuesta tanto ayudar a los países más débiles de la  eurozona teniendo en cuenta que la eventual quiebra de uno de ellos se cobraría al sistema financiero germano como principal víctima? Muchos analistas acusan a Merkel de ignorante, de torpe... Aunque el argumento más manido que apuntan los analistas es que la canciller alemana sólo se rige por intereses electoralistas: los rescates son difíciles de vender a un electorado que, en los últimos años, ha tenido que hacer grandes sacrificios para que las cuentas del país estén saneadas. Y la torpeza de Merkel se hace más patente desde el momento en que las circunstancias la obligan a rectificar una y otra vez hasta pasar por el aro de los rescates, el fondo de estabilidad financiera en defensa del euro y, posiblemente, en el futuro, la construcción de una unión fiscal que complete y perfeccione la monetaria. 
 
Patrick Bolton, profesor de la Columbia Business School, y Olivier Jeanne, de la Universidad Johns Hopkins, han construido un modelo económico que explica por qué Alemania es el país más perjudicado por los rescates y sería el que más perdería en caso de que se construya una unión fiscal en la zona euro. En realidad, Merkel se encuentra en un complicado dilema del prisionero: no puede cooperar con la zona euro porque va en contra de su propio interés, pero tampoco puede negarse porque esa opción le destruiría.

El modelo que han construido Bolton y Jeanne parte del supuesto de que sólo existen dos países en el mundo. Pongamos que son Alemania y Grecia, cuyos sistemas financieros están integrados, lo que significa que los bancos de los dos países, de acuerdo con una sensata política de diversificación, compran deuda soberana de ambos Estados. Este escenario tiene dos consecuencias: por un lado, cuando el país arriesgado impaga, los bancos del país más seguro tienen menos deuda soberana -porque su valor ha caído- para utilizar como garantía en los préstamos que piden a otras entidades -la obtención de financiación es la principal razón por la que los bancos invierten en bonos públicos-; por otro lado, las entidades del país más arriesgado, comprando deuda del Estado fuerte, reducen su exposición a sus bonos domésticos, que tienen más peligro. De hecho, están dispuestos a pagar una prima por esa deuda más segura. 
 
Poniendo nombres y apellidos a esta complicada fórmula, podríamos decir que, en este universo de dos países,Alemania tendría una exposición "peligrosa" a deuda griega, pero los helenos estarían dispuestos a pagar un precio más alto por la deuda germana para protegerse del riesgo que implica invertir en sus propios bonos. Ambos países saldrían ganando con la integración financiera. Quizás, sobre todo, Alemania, que vería reducidos sus costes de financiación.
 
Alemania perdería su condición de refugio

Pero cuando comenzamos a hablar de que el país más débil necesita recuperar sus niveles de solvencia y, para ello comienzan a sonar los tambores de la integración fiscal, bien porque el país arriesgado adopta medidas de austeridad, bien porque la economía más segura proporciona un rescate a la que tiene problemas, la cosa se le complica al país más seguro, es decir, a Alemania. 
 
"Ex post", es decir, una vez acometido el plan, el país seguro obtendría ventajas del rescate: mejoraría la situación de sus propios bancos, tenedores de los bonos del país débil que ha sido rescatado. Al tiempo, el país con problemas vería recuperada su solvencia. 
 
Pero la cuestión clave está en si existe la posibilidad de diseñar un acuerdo que beneficie a los dos países "ex ante", es decir, por adelantado, para que Alemania no se tenga que pensar tanto las cosas para actuar. "Una vez acometida la integración fiscal, el país seguro no sólo pierde su condición de refugio, sino que también debe realizar transferencias al país 'pobre' en momentos de crisis", concluye el artículo publicado por Bolton y Jeanne. Eso es, en definitiva, lo que se juega Alemania: seguir siendo, o no, un país en el que se refugia el dinero cuando vienen mal dadas, garantizando financiación barata tanto para el Estado como para sus bancos en cualquier momento y, especialmente, cuando llegan los malos tiempos. 
 
Muchos analistas destacan la torpeza de Angela Merkel, pero Bolton reconoce que se enfrenta a un gran reto: perder su condición de país más seguro del mundo y continuar pagando las facturas. Aunque, a cambio, salvaría su sistema financiero. 
 
Propuesta para solucionar la crisis griega

En el caso particular de Grecia, que es lo que más preocupa en este momento, el Banco Central Europeo podría adoptar una política más heterodoxa, pero efectiva: podría comprar la deuda pública helena y, sólo entonces, acometer la reestructuración. Según Bolton, así se solucionaría el problema. Pero el BCE está totalmente en contra de cualquier tipo de reestructuración. Y, también, de comprar bonos. ¿Por qué? Sólo por cuestiones ideológicas. 

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