"Estamos en plena tormenta, algo justificado cuando abordamos un cambio de estrategia, y dentro de poco se impondrá la calma", aseguran aelEconomista fuentes cercanas a la compañía. La compania finlandesa Nokia vive estos días los momentos más delicados de su historia. Durante los cinco últimos meses, el mayor fabricante de móviles del mundo se ha abonado a todo tipo de sorpresas, disgustos y turbulencias.
La confianza que existe de puertas para adentro contrasta con el calamitoso diagnóstico que aventuran numerosos analistas para la compañía."Parece una huida hacia adelante", resumen algunos observadores consultados.
El origen de todos los males tuvo mucho que ver con esa querencia a "dormirse en los laureles"cuando los líderes indiscutibles coleccionan años de bonanza sin que nadie les discuta la hegemonía. Eso cambió cuando Apple se inventó el iPhone y se agravó cuando Google convenció a decenas de fabricantes con las virtudes del sistema operativo Android. Los reyes del mambo dejaron de serlo en cuanto vinieron otros con ideas, formatos y tecnologías más frescas y acertadas.
Mientras que Nokia perdía cuota de forma alarmante,sus rivales crecían como la espuma. En ese panorama, el consejo de dirección de Nokia decidió cambiar de estrategia. Para ello, jubiló al anterior gestor, Olli-Pekka Kallasvuo, para confiar su futuro al canadiense Stephen Elop, junto con su equipo de antiguos directivos de Microsoft. Eso se produjo en septiembre de 2010, fecha en la que se puede situar el punto de inflexión de la compañía.
El primer ejecutivo no finlandés de Nokia, procedente de Microsoft, asumió las riendas con determinación, consciente de que los grandes males exigen grandes remedios.Durante el último trimestre de 2010, Elop pudo comprobar la gravedad de una situación que obligaba a jugar con órdagos. Un correo electrónico interno del jefe, distribuido el pasado febrero entre todos los trabajadores, reflejó la crisis de Nokia con absoluta claridad.
En aquel mensaje comparaba el presente de la compañía con una plataforma petrolífera en llamas en medio del océano. En semejantes circunstancias, los inquilinos de aquel espacio podían elegir entre consumirse en el fuego o lanzarse al mar helado, con el incierto destino que eso representa. Finalmente, la segunda decisión fue la adecuada, según el metafórico escenario descrito por Elop.
Pacto con Microsoft
En tan desesperada situación, Nokia se tiró a los brazos de Microsoft. A finales de abril de 2011 firmó una alianza estratégica con los padres de Windows que convertía a la multinacional nórdica en poco menos que un vasallo del gigante de Redmond. Acto seguido cayó en desgracia el sistema operativo Symbian, propietario de Nokia, ante la juventud de Windows Phone.
Tanto es así, que sólo seis días después del pacto con Microsoft, Nokia anunció la externalización de Simbian -junto con 3.000 empleados- , confiando el desarrollo de esa plataforma en Accenture. También confirmó el despido de 4.000 trabajadores, con especial incidencia en Finlandia.
Desde junio de 2007, fecha del alumbramiento del iPhone, los títulos de Nokia han caído más del 75%. Ahora se encuentra en los niveles más bajos de los 13 últimos años. Por si fuera poco, la semana pasada sufrió el escarnio de un profit warning,revisión a la baja de las previsiones de negocio, que le restó el 17,5 por ciento de su valor el martes de la semana pasada. Entre unas cosas y otras, las acciones del competidor ya son 12 veces mayor que la propia.
La autoestima de Nokia también se resintió en Europa al verse superado por Samsung en el segmento de smartphones. También su sistema operativo continuaba en caída libre ante la pujanza de Android (Google) e iOS (Apple).
Dicho lo dicho, una vez tocado fondo, los analistas confían en que Nokia inicie la remontada en cuanto Microsoft lance su nueva versión del Windows Phone, prevista para finales de año, sobre los terminales de Nokia. En cuanto eso ocurra, podría cambiar las tornas en el todavía líder global del mercado.
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