En medio de un horizonte sombrío en cuanto al empleo y la situación económica de muchos países, la idea de ser dueños de nuestro propio destino es muy tentadora. ¿Pero cómo podemos lograrlo? No todos llevamos un emprendedor dentro que nos empuje a materializar el negocio con el que siempre habíamos soñado. Según Pino Bethancourt, profesora del IE Business School y asesora de directivos, esto no debería ser un problema, todo es cuestión de entrenamiento. En su último libro “Toma las riendas. ¿Te atreves a cambiar?”, Bethancourt enseña, con el apoyo de ejercicios prácticos y el testimonio de emprendedores consagrados, cómo afrontar nuevos desafíos y reinventarse a pesar de los problemas que traiga la vida.
Se trata, en definitiva, de un manual práctico para ayudarnos a desarrollar nuestra parte emocional y cambiar la forma de ver el mundo. A continuación, les ofrecemos una entrevista con la autora.
Universia Knowledge@Wharton: En una época en la que mucha gente está perdiendo sus empleos y la tasa de paro en España ronda el 19%, usted lanza en su libro el mensaje de que cualquiera puede emprender, todo es cuestión de entrenamiento. ¿Cuál es el primer paso que tienen que dar las personas para lanzarse a emprender? ¿Tiene que producirse algún tipo de cambio en su mentalidad?
Pino Bethencourt: El primer paso de cualquiera que quiera emprender es concretar qué producto o servicio puede ofrecer al mercado. Esta condición es necesaria pero no suficiente. Mi libro enfoca la dimensión emocional de llevar este producto o servicio desde la idea hasta la realidad, puesto que hay mucha gente que sí tiene una idea, pero nunca reúne el coraje de llevarla a cabo.
En este sentido, la definición de ‘emprendedor’ en el libro es más amplia, incorporando a todos aquellos que asumen riesgos en su día a día y que plasman su ambición en proyectos que juntan a otras personas alrededor de un plan de trabajo, se juegan su reputación y buscan mejorar su entorno de alguna forma. En el libro he entrevistado a empresarios, pero también a cantantes o bailarines, como ejemplos de emprendimiento que no siempre tenemos en cuenta.
Para emprender uno tiene que estar dispuesto a cambiar completamente su modo de ver el mundo, de pensar y de ser. Teniendo un producto o servicio que los demás están dispuestos a comprar, uno tiene que confiar en sí mismo para salir al mercado y ofrecerlo, y para negociar un precio justo por el valor que aporta. También necesita construir su confianza en el mercado de clientes, los riesgos que enfrenta y las oportunidades reales que se esconden detrás de los ‘chollos’ que rara vez se cumplen.
UK@W: ¿Qué capacidades tienen que desarrollar las personas para emprender?
Bethencourt: Creo que la principal capacidad es la de navegar sin seguridad y enfrentarse al riesgo. El emprendedor no tiene un jefe que le mande y, por ello, tiene una libertad para equivocarse que nunca le habrán dado en un empleo fijo. El emprendedor debe aprender a seguir trabajando también en los días malos, y a confiar en su plan estratégico. El trabajo bien hecho acaba dando resultados si uno se esfuerza.
Por otro lado, cada decisión que toma el emprendedor contiene el riesgo de equivocarse. Hay que aprender a vivir con el riesgo, a medirlo bien y a tenerlo siempre en el punto de mira para identificar las señales de peligro.
Estas capacidades están contenidas en la doble dimensión que defiende el libro: la confianza en sí mismo y en el futuro. El acto de emprender nuevos proyectos, asumir riesgos y correr sin un rumbo claro se apoya en ambas dimensiones. La confianza en sí mismo ayuda al emprendedor a plantearse retos mayores y riesgos más difíciles porque piensa que puede superarlos, y se ancla en su concepto de sí mismo, en el lado intelectual, pero también en cuánto se valora, en el plano emocional. La capacidad para esforzarse, tomar iniciativas y auto-motivarse son componentes importantes de esta confianza en su propia capacidad. Finalmente, la gestión inteligente del estrés se hace clave para el emprendedor puesto que, a mayor estrés, más vulnerable es a los cambios de ánimo y a las decisiones erróneas.
La confianza en el futuro no es un optimismo simplista o soñador, sino un conocimiento claro de las oportunidades que ofrece el mercado y la elección de las mejor adaptadas al emprendedor. Tiene que ver con su percepción de los riesgos y su comprensión de su vulnerabilidad en diferentes situaciones, y se nutre de su convicción en el proyecto, como fuerza emocional clave para seguir alimentando sus ganas de trabajar.
Un tema muy importante a calibrar en el desarrollo de ambas confianzas es el efecto de contagio de las personas con las que el emprendedor interactúa. Es vital buscar amistades y alianzas con gente dinámica y optimista, y saberse proteger de los influjos menos optimistas que llegan de empresas, familiares o incluso los medios, que sabotean la fortaleza emocional del emprendedor.
UK@W: ¿Qué capacidades resultan más difíciles de aprender? ¿Y las más fáciles? ¿Por qué?
Bethencourt: Este libro está dedicado a la parte más difícil de aprender, que es precisamente la dimensión emocional. No es algo que se aprenda por leer libros ni por ver a los demás haciéndolo. Además nuestros sistemas educativos occidentales sólo nos enseñan a estudiar conocimientos técnicos. En este sentido, aprender a ser valiente sólo se consigue lanzándose a la piscina, experimentando en la piel el peligro de ahogarse, y comprobando que uno puede defenderse y salir del agua. El análisis de las experiencias pasadas nos permite así definir modos mejores de enfrentarnos a los riesgos y nos hace más atrevidos.
Si el emprendedor tiene un buen proyecto y tiene convicción, la parte más difícil está hecha. Los instrumentos se consiguen cuando uno está convencido de lo que hace, ya que la gente busca confianza y aplomo; y así es cómo llegan clientes, inversores, proveedores y colaboradores.
UK@W: Su libro es un manual práctico para que las personas desarrollen todo su talento emprendedor. ¿Cómo propone usted que se entrenen estas capacidades? ¿Sobre qué puntos hace usted hincapié?
Bethencourt: Mi libro es un manual lleno de ejercicios para facilitar la reflexión y la introspección del lector. Animo al lector a buscar experiencias reales y le doy cuestionarios y herramientas para analizar su propia actuación en dichos intentos. Hay miles de libros y páginas web que dan los conocimientos técnicos necesarios para emprender: cómo escribir el plan de negocio, cómo encontrar financiación y qué pasos hay que dar para encontrar clientes. Pero para poner en práctica todos estos consejos técnicos, el emprendedor tiene que sentir fuerza y coraje. Mi libro le enseña a construir y mantener esta fuerza a lo largo de todo el proyecto.
El libro también ilustra cómo reacciona la mente humana a los cambios y las crisis, y relaciona nuestra capacidad de superar bien los cambios con la capacidad de emprender. Todos los emprendedores retratados en el libro han sufrido muchos cambios a su visión inicial, y han perdido muchas batallas por el camino. Pero se reponen rápidamente a los fracasos, aceptan las pérdidas sufridas y entran en una actitud de aceptación que les permite cultivar nuevos crecimientos.
UK@W: ¿Cuál sería el laboratorio ideal para que las personas comiencen a desarrollar ese espíritu emprendedor: la familia, la universidad, la experiencia laboral…?
Bethencourt: Los expertos nos muestran que los ingredientes principales del espíritu emprendedor, la confianza en uno mismo y la confianza en el futuro, se aprenden en los primeros años de vida y en el seno familiar. El primer paso para desarrollar espíritu emprendedor es que los padres eviten sobreproteger a sus hijos, los animen a experimentar y les recompensen cuando se levantan después de haberse caído. Luego el colegio y la universidad pueden aportar ejemplos de emprendedores en charlas y cursos, y poner en marcha proyectos que enseñen a los alumnos que uno puede cambiar el mundo a su alrededor si se arriesga. Si los colegios y universidades premian a los alumnos proactivos, están entrenando una actitud de atrevimiento que sigue creciendo durante todo el recorrido profesional del alumno.
UK@W: En su libro recoge los testimonios personales de los fundadores de la compañía aérea de bajo coste Vueling, la cadena de peluquerías Aldany o la empresa de servicios de reprografía e impresión digital Work Center. ¿Cuál diría que es la principal lección que ha aprendido de estos emprendedores? ¿Qué punto en común tienen todos ellos?
Bethencourt: Todos ellos empezaron a experimentar desde muy pequeños. Aprendieron a arriesgar arriesgándose. A medida que fueron superando retos pequeños, se dieron cuenta de que podían intentar retos mayores. Es como las fases de los videojuegos: si emprendes proyectos pequeños, te estás preparando para atreverte con otros más grandes y complejos. Y los proyectos que te salen mal son los que más te enseñan a levantarte de nuevo.
UK@W: ¿Diría que hay alguna diferencia entre el emprendedor español y de otras partes del mundo, como América Latina?
Bethencourt: Por supuesto que hay muchísimas diferencias. El contexto cultural de cada país define los modelos de éxito y en concreto, cuánto debe uno arriesgarse para triunfar en la vida. En España tenemos una cultura muy conservadora que se observa en la enorme protección de los padres hacia sus hijos, lo cual les corta la iniciativa más adelante. Pero también se ve en que muchos buscan el empleo fijo y en que muchos se ríen de los emprendedores (por la falta de seguridad laboral). Tenemos que pasar de una cultura en la que el funcionario es el más listo y el emprendedor el más loco a todo lo opuesto: nuestra mejor esperanza de futuro como país está en nuestros emprendedores. Los de ahora y los que vendrán.
UK@W: ¿Cree que éste es un buen momento para ser emprendedor?
Bethencourt: Depende de lo que se entienda por ‘buen momento’. Siempre es más cómodo elegir el camino fácil y poco arriesgado. Pero ese camino es, irónicamente, la peor trampa de todas, porque nos vuelve más frágiles y, de repente, un día se acaba sin previo aviso.
En este momento, ser emprendedor es el único camino profesional para la mayoría de nosotros. La necesidad nos empujará a todos a asumir riesgos mayores, y esto va a hacer que ser emprendedor sea mucho más fácil que antes. En EEUU, es más fácil montar empresas porque la gente te ayuda cuando tú te atreves a intentarlo. En España, vamos a empezar a ayudarnos entre nosotros porque todos estaremos volcados en la vía del emprendedor, y por eso empezaremos a apreciar el enorme valor que tiene alguien que se juega su patrimonio personal por crear una empresa y generar empleo.
Lo único bueno de esta crisis es que, gracias a ella, todos vamos a aprender a emprender más, y así nos pareceremos a los personajes de AVATAR (la última película de James Cameron, en la que indígenas de un planeta se enfrentan a invasores de la Tierra mucho más avanzados tecnológicamente), que tanto nos han inspirado en su forma de vida, llena de riesgo, pero también llena de recompensa.
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