octubre 29, 2010

Secuestros express y burocracia sufren chilenos en Venezuela


Bernardita Aguirre Pascal


Mientras sus empresas duplican ventas, a ellos no les gusta ir a negociar al país de Chávez. La gente es dura, es carísimo, y temen salir a la calle por los asaltos. 


Después de abordar un taxi oficial en el aeropuerto de Caracas, Pedro, ejecutivo de una empresa chilena con inversiones en Venezuela, fue secuestrado el año pasado.

Un hombre armado se subió al vehículo y junto al taxista le robaron toda la plata que tenía en efectivo y luego lo retuvieron durante cinco horas en las cuales lo obligaron a sacar plata de distintos cajeros automáticos, sin límite, ya que allá no existe un máximo de giro.

Pedro nunca más se atrevió a subir a un taxi venezolano si éste no había sido enviado desde su hotel y, antes de subir, lo confirma con la recepción. A pesar de eso, siempre viaja aterrado. No es exageración, está en uno de los ocho países donde hay más secuestros en el mundo. Recién en enero, treinta personas fueron retenidas al interior del banco BBVA.

"Tengo miedo, igual que los venezolanos que están muy preocupados por la seguridad. Uno de los ejecutivos que me compran blindó completamente su auto", asegura Francisco, un ejecutivo chileno que vende productos de nuestro país en Venezuela. "Yo llego al aeropuerto de Venezuela y lo único que quiero es irme".

A la inseguridad, los ejecutivos chilenos suman lo caro que les cuesta estar allá. "Estuve en un seminario en isla Margarita, el lugar es completamente libre de impuestos, pero no compré nada, era carísimo. Fui por un perfume y le pregunté cuántos dólares me iban a cargar en la tarjeta, porque uno no sabe, el dólar en la calle está al doble que el oficial", reclama Paula, una ejecutiva chilena que viajó para desarrollar un proyecto editorial.

"El viaje del aeropuerto al hotel cuesta US$ 80, ni en Nueva York un taxi desde JF Kennedy a Manhattan cuesta eso", dice Francisco, que recuerda que la bencina cuesta 10 centavos de dólar el litro, menos que una Coca-Cola.

Buen negocio

Aunque los ejecutivos se quejan de la burocracia y la lentitud para hacer negocios, algunas empresas ganan a manos llenas en la era del presidente Hugo Chávez.

Los tratos se deben cerrar ocho semanas antes de hacer el embarque, porque el gobierno debe autorizar al venezolano importador la compra de dólares para pagarle al exportador chileno; entonces, todo se hace más lento y burocrático.

La demora se debe a que en Venezuela el dólar oficial ronda los 2,5 bolívares fuertes y el abierto está alrededor de 5 bolívares fuertes. Los venezolanos que importan necesitan hacerlo por el dólar oficial, para lograr el menor costo, y para eso deben recurrir a un organismo llamada Cadivi, que es el que autoriza la venta de dólares oficiales.

La autorización demora entre 4 y 5 semanas, y recién en ese momento los chilenos pueden embarcar los productos.

Pero en esta serie de permisos está la clave del éxito que están teniendo los nacionales.

La Cadivi no autoriza comprar dólares oficiales a los venezolanos que quieren importar productos desde Estados Unidos o Canadá.

"Nuestra compañía se ha visto tremendamente beneficiada con la política de Chávez, hoy vendemos el doble que hace 5 años. La gente que importaba productos de Estados Unidos y Canadá ha salido a buscar productos de Chile, Perú, Ecuador, Brasil y Argentina. Económicamente para nosotros, Chávez es un gran aliado, aunque el sistema de cerrar los negocios es tremendamente engorroso, burocrático y lento", dice Francisco.

Recuerdos de un viaje


Los militares en el aeropuerto y las calles de Caracas. Los carteles con una gráfica de estilo ruso donde Chávez aparece como un héroe salvador y las frases que aluden a la revolución bolivariana inundando los muros de la ciudad, son algunos de los paisajes que quedaron en la memoria de los ejecutivos que viajaron a Venezuela.

"En el canal de Gobierno el programa Aló Presidente parece una rotativa", dice un ejecutivo y en los diarios los beneficios que da el Gobierno a la educación y la salud se promocionan con bombos y platillos.

Los aviones que suspenden sus vuelos sin ninguna explicación, la falta del WiFi promocionado en el hotel y la nula información abundan. "Todo parece lento y burocrático, en el hotel había que ir al departamento indicado y pedir permiso por todo", recuerda Paula.

"Esperaba que la gente fuera amable y alegre, como es en el caribe, pero son serios y están tristes. A pesar de eso defienden a su presidente. "¿Al dólar de Chávez o al otro?", le preguntó Paula a una vendedora. "Al dólar del gobierno que el pueblo venezolano eligió", le contestó en seco la dependiente.

El gobierno cada vez


A pesar de que en Venezuela hay muchos bolívares circulando, no hay mucho para comprar. "En el país es sabido que no hay suficiente leche ni carne. Tampoco hay suficiente papel para hacer los libros que reparte el sistema público y tienen que importarlo", dice un ejecutivo. Agrega que su impresión es que el Gobierno tiene cada vez menos plata. "Yo le vendo a 4 empresas en Venezuela y una es una cooperativa del Gobierno y de los trabajadores y esa es ahora la única empresa que curiosamente no tiene plata para comprar".

La gente siente el desabastecimiento, pero no protesta. "Deben tener miles de problemas, pero no dicen nada. Yo traté de que me contaran, pero, a pesar de no estar contentos, no reclaman", recuerda Paula, una ejecutiva que fue a un seminario en isla Margarita.

Coincide Francisco, quien cree que la gente no se atreve a reclamar. "Los de la clase alta sí se atreven porque los empresarios de medianas y pequeñas empresas ya no tienen miedo a ser privatizados, están un poco más tranquilos porque el Gobierno sabe que no es capaz de manejar todas las empresas sin llegar al desabastecimiento".


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