El problema más grave al que actualmente se enfrentan los países de América Latina para su desarrollo es el crecimiento de la economía informal, advirtió el profesor de la Universidad de Columbia José Antonio Ocampo durante un seminario internacional. "El problema en nuestra región no es la pobreza, sino la mala distribución del ingreso", destacó.
"En lo que la región está especialmente mal es en materia laboral, debido a la poca capacidad para generar empleo y a la incapacidad de cumplir con la legislación", señaló Ocampo, quien estuvo a cargo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) entre 1998 y 2003.
"El problema en nuestra región no es la pobreza, sino la mala distribución del ingreso, a lo que hay que añadir la segmentación social, que se traduce en una política para los ricos y otra para los pobres", aseguró el profesor de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Columbia.
De hecho, para el profesor Ocampo, en América Latina realmente no hubo una década perdida, sino un cuarto de siglo entero (desde 1980 hasta 2004).
Al clausurar este viernes el seminario "Innovación social en América Latina" organizado por la CEPAL y el Instituto de las Américas, Ocampo subrayó que "es necesario mejorar los objetivos sociales en el diseño de la política económica, y no sólo en el de la política social".
"La redistribución es potencialmente más eficaz para reducir la pobreza que el crecimiento", pero a pesar de ello los gobiernos de la región no la han incorporado explícitamente en sus políticas públicas".
Ocampo (Cali, 1952) recordó que en las dos últimas décadas, el gasto público social en Latinoamérica ha pasado del 12,8% al 17,4% del Producto Interno Bruto (PIB), un fenómeno que a su juicio constituye "el principal dividendo de la democracia".
"El esfuerzo de la región en el gasto social ha sido notable y generalizado. Además, el gran avance se ha dado precisamente en lo países que antes registraban menos gasto social", destacó el también ex ministro colombiano de Hacienda (1995-1998).
Los indicadores de desarrollo humano muestran un cierto rezago en la llamada "década perdida" y un avance rápido, una aceleración notoria en los últimos diez años.
Las áreas en las cuales se ha avanzado son salud, nutrición y enseñanza primaria y secundaria, si bien el progreso ha sido insuficiente en materia de calidad educativa, agua potable y alcantarillado en las áreas rurales.
"Pero el sistema económico no siempre ha ayudado", advirtió quien fue secretario general adjunto para Asuntos Económicos y Sociales bajo el mandato de Kofi Annan al frente de la ONU.
Ha habido dos ciclos muy diferentes, uno de deterioro laboral y distributivo, que corresponde al periodo entre 1990 y 2003, y otro de mejoría, como reflejo del auge económico experimentado entre 2004 y 2008.
De todos los países de América Latina, sólo hay uno (Chile) en el que entre 1990 y 2007 hayan mejorado los indicadores relativos al empleo, la informalidad, la remuneración y la cobertura de la seguridad social.
"El problema esencial es que el desarrollo humano se da con precariedad laboral e inseguridad económica", razón por la cual, Ocampo aboga porque la generación de empleo formal se convierta en el elemento central de la política económica y que haya un sistema universal de seguridad social basado tanto en elementos contributivos como no contributivos.
Además, "hay una enorme oportunidad en el campo laboral gracias a que existe una menor presión poblacional debido a que hay menos personas accediendo al mercado laboral y a que se ha producido una estabilización del fenómeno de la incorporación de la mujer al mundo del trabajo.
Según José Antonio Ocampo, de la "focalización" de la política social que propugnaba el Banco Mundial en los años ochenta se ha pasado a un enfoque mucho más certero, como es el de su "universalización", propugnada por la CEPAL y por el Banco Interamericano de Desarrollo.
"Paradójicamente, cuanto más universal es la política social, más se benefician los pobres", aseguró.
EFE
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