“La ideología encubre mientras que la ciencia descubre”. Ludovico Silva.
Venezuela se encuentra bajo el signo de la dictadura; no es una simbología astrológica ni suposición de adivinos, es la más cruda realidad; es evidente la presencia de hechos que creíamos superados, sepultados en un pasado que jamás se volvería a manifestar en nuestra vida republicana. El régimen, convencido que la vía electoral se le agotó y que en el año 2012 ni las trampas ni el ventajismo le aseguran su continuidad en el poder, ha decidido acelerar el diseño jurídico de su socialismo sin futuro, en una acción envolvente que intenta trastocar la vida y obra de todos los sectores de la sociedad venezolana y que deja al desnudo su verdadera vocación dictatorial.
Está provocando reacciones que justifiquen por vías de hecho su prolongación en la jefatura de un proyecto rechazado por la mayoría democrática del país. Sus acciones están dirigidas a la siembra de la desesperanza y a la construcción de “la bóveda del miedo” para tratar de desarticular la unidad democrática. Todos los sectores están siendo afectados mediante la aprobación de leyes copiadas de otras realidades, ajenas a la convicción democrática arraigada en la cultura política del venezolano. Será vano su esfuerzo. Podrá cortar todas las flores, pero no podrá evitar que llegue la primavera, decía el gran Pablo Neruda.
A la universidad venezolana, revelando la estrechez mental del régimen, se le quiere reducir su función académica de carácter universal, a un simple espacio de adoctrinamiento ideológico, y su capacidad creadora de conocimiento se pretende encapsular en una visión unidireccional del cosmos. La universidad, espacio para la discusión de todas las ideas, no va a permitir que se le despoje de su capacidad creadora, de formadora de conciencia y de visión de futuro.
Coincido con Rigoberto Lanz cuando afirma que a la Universidad venezolana le ha faltado fuerza para autotransformarse, pero también en que los gobiernos son los peores agentes de cambio cuando de universidad se trata, y sobre todo cuando afirma: “La universidad es un espacio de lucha donde conviven en tensión distintas sensibilidades, diferentes intereses, diversas maneras de ver el mundo. Esa condición es clave para fecundar el pensamiento crítico, para superar toda forma de dogmatismo, para proyectar el aprendizaje de la diferencialidad.”
Neuro J. Villalobos Rincòn
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