marzo 13, 2011

Chávez y su videncia socialista: "El Sur del Lago será un emporio económico integral"


Chávez: El Sur del Lago se convertirá en un emporio económico y Arias Cárdenas será el Gobernador del Zulia
El presidente venezolano pronosticó, cual vidente neocomunista, que la zona se convertirá en un verdadero emporio humano integral del desarrollo económico, para lo cual pidió trabajo y unidad a todos los campesinos de esta tierra, desconociendo el trabajo de hombres y mujeres que por años han construido esa zona, cuyo valor ha crecido por el trabajo de su gente.

“Gracias a Dios en Venezuela no hay hambre”, afirmó Chávez.


 Conoce un poco del Sur de Lago

 En cuanto al sur del lago de Maracaibo Göering expresa:

 
…Frente a San Carlos, también a orilla del río, está Santa Bárbara. Ambos pueblos son pequeños y las construcciones son chozas en su mayoría. La importancia de ellos para el comercio es apreciable, pues aquí se realiza el intercambio de los artículos y productos de esta zona. Los productos de la cordillera, sobre todo el café, llegan aquí en grandes caravanas de mulas para ser cargados en los barcos que esperan sobre el río y que los llevarán hasta Maracaibo. Y, al revés, los artículos que vienen de allá son transportados hacia el interior. Así, hay una gran vida y actividad en medio de la selva,… El miedo de los habitantes de las cordilleras a la región pantanosa [Sur Laguense] es grande y justificado, porque el cambio de clima _allá las alturas frescas y airadas, aquí el eterno calor de invernadero- es demasiado repentino.
El comercio del sur del lago con Los Andes tendrá una importancia geoestratégica e histórica en el marco del comercio internacional, ya que la subregión lacustre durante cuatro siglos fue la zona de contacto forzoso de los andes venezolanos con el resto del país y con el exterior. Así lo expresa Germán Cardozo:
El circuito comercial del occidente de la actual Venezuela operaba a mediados del siglo XIX, al igual que en los tres siglos anteriores, sobre la base estructurante de un sistema de puertos lacustres y fluviales que servían de depósito y trasbordo entre las áreas productivas de los valles y piedemonte andinos y el puerto de Maracaibo.
El análisis del circuito agroexportador marabino, al revelar sus estrechos nexos con Europa y los Estados Unidos de Norteamérica y las escasas relaciones de intercambio con el resto del país, expresan el modo de coexistencia de regiones económicamente autónomas, con el desarrollo de elites comerciales y financieras locales, donde se refleja la realidad de un país no integrado: "Entre 1830 y 1860 los comerciantes, criollos y principalmente extranjeros, sentaron las bases de la consolidación o fraguado de la economía agroexportadora del occidente venezolano."
Es importante señalar que la región del sur del lago, al igual que muchas otras regiones del país durante el siglo XIX, fue utilizada como una zona de paisaje de recorrido, ya que los espacios llanos de estos horizontes territoriales estaban constituidos, desde la época prehispánica, por tierras bajas formadas por selvas pluviales tropicales heterogéneas, propicias para el desarrollo de enfermedades endémicas como: paludismo, fiebre amarilla, cólera, entre otras. Para la Venezuela decimo-nónica, su importancia como paisaje de intercambio de región a región se hizo primordial por la intensificación de la producción agrícola, la cual estaba condicionada por la posibilidad de las comunicaciones a los centros de comercialización y distribución. Así mismo, es relevante recalcar que muchos de los caminos de esta región en el siglo XIX, como consecuencia de la guerra de la Independencia, tendieron a desaparecer y, por su importancia como vía de intercambio, fueron reabiertos estos trayectos de recorrido por las Juntas de Caminos representadas en los propios campesinos y comerciantes de Mérida y su zona de influencia; es decir, la presencia merideña en el Sur del Lago siempre fue fundamental para su desarrollo de intercambio económico.
La región histórica merideña tuvo un gran vínculo con el poblamiento lacustre, desde el período colonial y durante todo el siglo XIX, siendo la zona del sur del lago incluida dentro de los parámetros de influencia económica y cultural de la ciudad de Mérida. Al respeto señala Tarcila Briceño: "A medida que se iba estructurando un espacio, se compartían vivencias, problemas, soluciones, intereses y costumbres, que a lo largo del tiempo y grabadas en la memoria colectiva han permitido que entre sus habitantes exista una identificación como pueblo."

A finales del siglo XIX la expansión del cultivo cafetalero transformó algunos paisajes merideños3y la economía en agro-exportadora. Este impulso estimuló el requerimiento de una red de caminos hacia el sur del lago de Maracaibo y el desarrollo de vías fluvio lacustres hacia la ciudad de Maracaibo, cuyo puerto tenía vinculación hacia el exterior.
El ferrocarril de Santa Bárbara-El Vigía fue construido entre 1892 y 1896, siendo Santa Bárbara el puerto fluvial sobre el río Escalante antes de San Carlos del Zulia. Este trazado ferroviario de 60 Km de longitud, construido con capital francés, fue el único de la región andina que tuvo la garantía del Estado del 7% de interés anual sobre las inversiones realizadas. Si bien el ferrocarril mejoró las comunicaciones con Maracaibo, no transformó la vialidad de Mérida, pues no llegaba directamente a los centros de producción cafetalera, y a lo corto del trayecto se agregaba su funcionamiento irregular; las lluvias y las inundaciones destrozaban la vía y el recorrido se interrumpía.40 El ferrocarril de Santa Bárbara a El Vigía, permitió poner en contacto y unir el piedemonte andino merideño con el eje del Sur del Lago de Maracaibo. Los trenes necesitaban de las patas de los animales, que comunicaban los paisajes interiores de difícil acceso, así mismo como el tráfico fluvial y lacustre, con lo cual se establecieron auténticas redes regionales de comunicación con el trinomio recuas-tren-vapor.
El ferrocarril de Santa Bárbara-El Vigía, denominado el ferrocarril del Zulia, fue muy criticado por el rotativo El Comercial, donde se exponía que esta línea férrea duraba más de mes y medio sin funcionar,42 por las lluvias y la inundación del río Chama que destruían gran parte de las vías.Igualmente en este periódico de los comerciantes de Mérida, se realizaron reportajes donde se reprochaba sobre este ferrocarril: los puentes, la velocidad del tren, los movimientos de tierras (las inundaciones que se verificaban mensualmente y la naturaleza de los terrenos), los depósitos de agua, las estaciones.4Una de las opiniones que se tenía de esta vía férrea era la siguiente:
…¿y será económico un Ferrocarril cuyo costo es de 300 mil bolívares por kilómetro, y que grava las rentas de una Nación en un 7p8 sobre el capital? Será económico un Ferrocarril que casi nada produce, ni siquiera para reparar los desperfectos que sufra, y esto debido a su malísima administración? Será económico un Ferrocarril tan ruinoso para el público y para el comercio que le confía sus intereses, y que en vez de hacer más módico el precio de transporte impone una tarifa escandalosa, el doble de lo que sin Ferrocarril se pagaba? Sí, es un progreso, pero perjudicial para todos…
El argumento lluvias torrenciales, no es de mucho peso, porque si bien es cierto, nuestras vírgenes montañas de terrenos tan cenagosos, azotados por nuestros torrenciales inviernos, están expuestos a constantes inundaciones, también lo es, que debe tenerse eso en cuenta para hacer trabajos que impidan que el piso de las vías férreas sea inundado, pero trabajos sólido, no como los que se han hecho en el Ferrocarril del Zulia, y de los cuales tal vez no tiene conocimiento el Dr. Andrade, como son: querer detener las corrientes impetuosas del Chama, con DIQUES, de hojas de PALMA y estacas de BAIZO.
No queremos hacer mala aquella línea, porque sufra perturbaciones, sino porque la vía es en efecto mala, pésima; y no son directamente las torrenciales lluvias, sino las aguas del Chama las que destruyen la línea constantemente; y, para evitar ese mal, se ha tenido el capricho de no hacer trabajo serio alguno, como lo pueden atestiguar multitud de personas. En una palabra, con lluvias o no, con inundaciones o terremotos o sin ellos, ese Ferrocarril, jamás ha funcionado regularmente.
No sucede lo mismo con las líneas férreas de la Guaira, Puerto Cabello, la Ceiba, ni con la misma de Cúcuta; sufren perturbaciones, pero muy luego siguen funcionando con regularidad.
Como creemos que los Ferrocarriles están destinados a acortar las distancias, haciendo más rápida la comunicación de unos pueblos a otros, disentimos de que estén expuestos a diarias interrupciones como lo está el del Zulia, pues para Ferrocarriles de esa especie, nos conformamos con nuestros malísimos caminos de recuas.

Al ser muy corto el recorrido y muy altos los costos de construcción y mantenimiento, no permitió cumplir con uno de los objetivos de su edificación, que era abaratar los fletes. A pesar de ello, el ferrocarril incrementó el transporte de carga y pasajeros; sin embargo, el Ferrocarril de La Ceiba (que tenía un recorrido de 35 Km. desde Sabana Mendoza hasta La Ceiba de 1887) y el Ferrocarril del Táchira (entre Encontrados-La Fría de 1894) no unían directamente los centros productores con el puerto exportador, teniendo que limitarse a cubrir un trayecto intermedio y a depender de otros medios de transporte suplementarios, como la navegación en barcos de vapor, y la mula. Las recuas eran el complemento indispensable del ferrocarril en la región andina, promoviéndose el establecimiento de servicios de mulas entre los centros productores y las estaciones, dependiendo el volumen del tráfico ferroca-rrilero de la existencia de suficientes animales.
El poblamiento de ciertos paisajes bajos, de la depresión del sur del lago de Maracaibo, se dio en el período decimonónico, posterior-mente a la Guerra de la Independencia. Primero surgió Torondoy, en 1830, como un punto importante entre las poblaciones de páramo como Piñango, con puerto lacustre como Bobures; La Azulita, en 1866, en un lugar que ofrecía enormes posibilidades al desarrollo del cultivo del café; Palmira, en 1869, sobre un pueblo conocido anteriormente como San José de Pocó; Mesa Bolívar en 1893, en las cerca-nías de El Vigía; Santa Polonia, en 1907, alre-dedor de un conjunto de haciendas productoras de café y, San Cristóbal de Torondoy, en 1910, vieja aldea dependiente de Piñango.
En fin, el desarrollo de la producción cafetalera andina repercutió favorablemente en el sur del lago de Maracaibo, ya que la circulación de mercancías a través de sus cauces fluviales y costas lacustres, durante la fase republicana del siglo XIX, reactivó el dinamismo demográfico de esta región, al reani-mar el desarrollo de los principales centros poblacionales como: Santa Bárbara del Zulia, Encontrados, El Vigía, La Fría, entre otros.
En Venezuela, el siglo XX se caracteriza por el crecimiento de las densidades de población, alcanzando con 3.364.347 habitan-tes en 1936 y una densidad de 3,8 h/km²; seguía siendo una población mayoritariamente rural, más de un 77% del total del país, agobiada por enfermedades endémicas, epidemias, paludismo y carencias alimenticias. Los espacios de poblamiento rural se incre-mentaron por la roturación de tierras nuevas, como se constata en el avance de las superficies consagradas a la caficultura, en particular en las tierras andinas y regiones del litoral central hasta los comienzos de la década de 1930; produciéndose ulteriormente estancamiento y luego contracción de estos establecimientos de haciendas y fincas cafetaleras. Una gran parte de esta población, acompañada por campesinos de otros sectores, como cacaoteros y conuqueros, se iría trasladando a centros urbanos y campamentos petroleros.
En mayo de 1913, es creado cerca de Bobures, en el Batey, distrito Sucre del estado Zulia, la compañía azucarera C. A. Central Venezuela, uno de los primeros ingenios azucareros industriales instalados en el país, con la fundación de una nueva localidad con el nombre de Pueblo Nuevo. A raíz del crecimiento del Central Venezuela, su producción se exportaba a través de un ferrocarril del Batey a Bobure y de allí se remitía a su posterior comercialización por Maracaibo.
La disminución de las cosechas de café, la principal carga del ferrocarril de Santa Bárbara-El Vigía, y la competencia de la carretera Trasandina creada en 1923, hicieron que el ferrocarril fuera perdiendo su importancia como medio de transporte. La Trasandina unía los paisajes del centro de Venezuela (Caracas, Valencia, Maracay, San Carlos) con las zonas andinas (Trujillo, Mérida, San Cristóbal, San Antonio del Táchira). Para la época, la principal y más moderna carretera del país. La Trasandina hizo posible que el estado Mérida mejorara las comunicaciones con el centro del país y con los otros estados andinos, y que se difundiera el vehículo como medio de transporte de pasajeros y de carga. Desde el estado Trujillo, la Trasandina entra al Estado Mérida pasando por Timotes, Mucuchíes, Mucurubá, Tabay, Mérida, Ejido, Lagunillas, Estanques, Santa Cruz de Mora, Tovar, Bailadores, y sigue hacia La Grita, en el Táchira, terminando la vía en el Puente Internacional Simón Bolívar, construido sobre el río Táchira, frontera con Colombia.
Con la llegada del siglo XX, se inicia un proceso de cambios en los paisajes del territorio venezolano. Con el advenimiento del petróleo, se inicia en el país una política de saneamiento ambiental que permitió la ampliación de las fronteras agrícolas y poblacionales, siendo este hecho muy importante en los cambios paisajísticos del sur del lago de Maracaibo. La explotación petrolera a gran escala incentivó, a partir de 1922, grandes cambios espaciales, al iniciarse un poblamiento expresado en el dualismo entre el paisaje urbano petrolero y los paisajes rurales. Al concluir el gomecismo, se desencadenaron mayores migraciones internas de campesinos hacia las principales ciudades, para avanzar más tarde hacia los centros favorecidos por mejores condiciones de trabajo: Caracas, Valencia, Maracaibo y nuevos núcleos petroleros.
En 1936 se inicia la lucha contra el paludismo que azotaba gran parte del país. Esta tarea sanitaria constituyó un verdadero desarrollo del territorio nacional, al crear la oportunidad para emprender actividades agrícolas y pecuarias en zonas que anteriormente estaban totalmente marginadas del desarrollo poblacional, como era el caso del espacio territorial existente entre la costa del sur del lago de Maracaibo y el piedemonte Andino; lo cual determinó el desarrollo de esta región ante la economía nacional. El saneamiento de la región eliminó el principal obstáculo para el poblamiento, en consecuencia, la existencia de suelos fértiles atrajo la ocupación del espacio por el hombre, abriéndose una nueva brecha para la ocupación de un hábitat que se convertiría en una de las zonas más productivas del país.
Desde 1945, con el éxito alcanzado por la campaña antimalárica, se lograron cambios demográficos radicales. Así, en 1950, Venezuela alcanzó una población de 5.034.838 hab. con una densidad de 5,6 h/Km². En el total nacional, el porcentaje de población rural disminuyó al 52,1%. La explotación a gran escala de los recursos petrolíferos de la cuenca del Lago de Maracaibo y de los llanos orientales, estimuló el surgimiento y transformación de múltiples pueblos y ciudades. Los logros de la campaña antimalárica dieron como resultado que en regiones fértiles, pero subpobladas debido a la malaria, florecieran al ser ésta erradicada y se convirtieran en focos de atracción para las migraciones interiores, que antes se habían encaminado hacia áreas menos infectadas, como se registra en muchos lugares de los llanos y oriente.
En 1954 deja de funcionar el ferrocarril Santa Bárbara-El Vigía, como resultado de la construcción, desde 1952, de la carretera Panamericana. Inaugurada en 1955, fue uno de los cambios más importantes en la red vial del estado Mérida desde la apertura de la Trasandina, favoreciendo las comunicaciones con los otros estados andinos, el Zulia y el centro del país. La Panamericana dinamiza la incorporación de las tierras bajas del estado Mérida al sur del lago de Maracaibo, cuyo principal centro económico y nudo de comunicaciones ha sido El Vigía. Todo esto trajo como consecuencia que entre 1955 y 1960 se hicieran deforestaciones de las selvas pluviales tropicales heterogéneas, lo que originó que estas tierras, que fueron utilizadas desde el período colonial y durante el siglo XIX como paisajes de recorrido, tuviesen una nueva valoración, ya que se conformaron como una de las tierras más productivas no solamente de Venezuela sino también de América del Sur. Al respecto:

…la carretera Panamericana, bordeando el piedemonte andino-lacustre, construida entre 1952-55, más la troncal Barinas-La Pedrera-San Cristóbal 1964-66 …influye decisi-vamente en la estructuración de la red de asentamientos de la región, una vez que la economía petrolera, reemplaza al ciclo agrario y se establece el predominio de las actividades de comercio y los servicios. En este orden de ideas, la red de asentamientos de raíz colonial y la red cafetalera, reforzada la primera y consolidada la segunda por el cultivo, comercialización y transporte del café, da paso al predominio de los centros urbanos dependientes ahora de las actividades administrativas, comerciales y de servicios.

Las regiones adyacentes a la carretera Panamericana, situadas al norte del estado Mérida, y en general toda la cuenca sur del lago de Maracaibo, ofrecen una fisonomía típica con el movimiento migratorio que atrae desde Los Andes, transformando a esta región en una de las más características de toda Venezuela.
La causa de estas migraciones se encuentra en el desajuste entre el hombre y el medio, y en el hecho de que los estados andinos que tienen más del 16% de la población total de Venezuela, no ocupan sino una superficie poco mayor al 3% del total de la superficie del país. Este hecho demográfico se agrava si se considera que más de la mitad de la extensión de las tierras andinas dejan de emplearse económicamente debido a lo erosionado de algunos terrenos, al cansancio de las tierras por las continuas quemas, y al paulatino desalojo que van sufriendo las zonas de mayor altitud.
La existencia de la carretera Panamericana ha traído migraciones constantes que cubren sus márgenes. Además, como no existen caminos de penetración interna, por ejemplo en las laderas andinas, los agricultores prefieren radicarse al borde de esta carretera a los fines de mercadear con sus productos.
Entre las causas sociales de este aumento poblacional podemos hablar de las migraciones, las cuales tienen un aspecto económico y otro social; es la inquietud de buscar nuevas zonas de expansión vital que viene siendo la nueva juventud andina. Esto lleva a esta generación a tratar de buscar mejores perspectivas en las tierras de menos altitud, y a situarse en los piedemontes andinos. Las migraciones provenientes de Los Andes han presionado los conglomerados humanos que ya estaban situados en los piedemontes.
El desarrollo de las actividades agrícolas y pecuarias en el sur del lago de Maracaibo tuvo lugar gracias al proceso de saneamiento ambiental iniciado en esta región a finales del siglo XIX e inicios del XX, lo que permitió el avance de la frontera del poblamiento y el auge de actividades productivas, en tierras que en base a su deforestación, se transformaron en unas de las más ricas del país, sobre todo para el desarrollo de actividades agrícolas y pecuarias.
Igualmente, el auge de la carretera rompe la organización portuaria fluvio-lacustre desarrollada desde el período colonial, marcando la desaparición de los ferrocarriles y vapores, pasando a ser las vías calzadas las que en sus áreas cercanas estimularían los procesos de poblamiento, como es el caso de la carretera Panamericana.
A raíz de la construcción de la carretera Panamericana, surgieron asentamientos poblacionales importantes, como es el caso de El Vigía, que se ha convertido en un polo de atracción poblacional al monopolizar, debido a su situación estratégica, la mayor parte de la actividad comercial de la parte sur de la depresión del lago de Maracaibo. El Vigía destaca como polo de atracción poblacional por nuclearizar la actividad agropecuaria comercial del sur del lago de Maracaibo. Se ha caracterizado por crecimiento demográfico violento, pues en 1950 era un minúsculo pueblo de 1688 habitantes que apenas significaba el 0,79% del total de la población estadal merideña y en 1981 ya vivían allí 40.753 personas, que representaban el 8,87% de la población de la entidad; es decir, que en 30 años creció unas 24 veces, mientras que Mérida lo hizo unas 6 veces. Para 1990 ya había pasado los 65.000 habitantes, con un 11% de la población del estado. Esto lo indicaba Marco Aurelio Vila y Juan Jacobo Pericchi en 1968 al señalar:

La zona de El Vigía es sólo ahora que se inicia económicamente como tal; pero existía con plena personalidad una personalidad no desarrollada bajo el aspecto humano económico por sus características físicas. Estas características podrían sintetizarse diciendo que se trata de unas extensas tierras aluvionales de muy escaso e incluso nulo desnivel y con altas precipitaciones favorables a la agricultura y a los pastos.

Por lo que podemos ir concluyendo que desde el periodo colonial hasta el siglo XIX, la zona sur del lago estaba casi exclusivamente reducida a un corredor de paso que relacionaba el lago de Maracaibo con la cordillera de Mérida, cuyos paisajes de tierras bajas eran dominados por selvas tropicales heterogéneas y por el predominio de enfermedades endémicas como el paludismo, entre otras. La construcción de la carretera Panamericana y sus múltiples ramales en el siglo XX cambió radicalmente la estructura socio-económica de la ocupación del espacio sur laguense. La gran masa de ganado bobino, superior a las tres millones de cabezas, permitió que la subregión del sur del lago de Maracaibo se constituya en la primera zona productora de leche y carne surgiendo la prestigiosa ganadería Santa Bárbara. Importantes plantas procesadoras de leche y fabricación de quesos se han instalado en Machiques, Santa Bárbara y San Carlos del Zulia; representadas en empresas como Indosa, Sur del Lago, Parmalat e Indulac, entre otras. Los fecundos suelos de esta subregión han permitido desde las últimas décadas del siglo XX el desarrollo de la actividad agrícola, con la explotación industrial del plátano, no solamente para el mercado nacional sino para el internacional. También ha destacado el aprovechamiento de los fértiles suelos de las terrazas lacustres en las plantaciones de caña de azúcar en el sector de Bobures. Igualmente se han restablecido las plantaciones cacaoteras en los distintos centros poblacionales, desde el río Escalante hasta el puerto de la Ceiba. Para un mayor aprovechamiento de las condiciones recreacionales de las playas lacustres con el desarrollo de los balnearios de: Palmarito, Bobure, y Gibraltar.
En sí, el sur del lago de Maracaibo se ha desarrollado desde 1960 como una de las zonas de impulso agrícola y ganadero más importantes de Venezuela, donde se han acrecentado centros poblados, que por el lado del estado Zulia se encuentran centralizados en Santa Bárbara del Zulia, y del lado del estado Mérida en el centro nodal de El Vigía.
La zona presenta una alta concentración de la propiedad agraria, en tanto una elevada proporción de las familias vive en precario régimen de minifundios, bajo una economía de subsistencia. Se trata de una situación altamente conflictiva desde el punto de vista social, económico y cultural. Una de las características más importantes de la zona sur del lago es la casi total ausencia de propiedades sin explotar, más del 60% de la superficie se encuentra bajo uso agropecuario, cerca del 15% está ocupada por bosques y el resto corresponde a áreas inundables.
Aproximadamente, el 69% del valor de la producción proviene del sector pecuario, principalmente de la leche; el 21% restante proviene de actividades agrícolas. Todo esto da una idea de la realidad económica de la zona y de su apreciable importancia en el sector agrícola nacional, a pesar de las limitaciones impuestas por un medio físico sin grandes mejoras y la escasez de políticas bien orientadas para el desarrollo de la misma. En cuanto a la potencialidad agropecuaria el área, podría convertirse en la principal zona agropecuaria de Venezuela.
El paisaje del sur del lago de Maracaibo es típico del bosque húmedo, subhúmedo y seco tropical, constituyéndose en una zona bioclimática de particular significado en los sistemas ambientales venezolanos. La temperatura es isotérmica en la zona sur del lago, presenta gran uniformidad con un promedio anual entre 23ºC y 31ºC. Es decir, la zona se encuentra en un piso térmico que corresponde al clima tropical cálido. Los valores diarios señalan una mayor amplitud térmica, que disminuye a medida que se asciende en el piedemonte y la temperatura media es de 27ºC. El clima tropical húmedo de la zona se ve influenciado por el lago de Maracaibo, cuya masa de agua determina una elevación de la temperatura del aire, lo cual forma un centro de baja presión que es compensado por corrientes de aire frío de las partes altas de las montañas. Este movimiento de convección determina el régimen de lluvias.54
La situación existente en esta zona del sur del lago está directamente asociada a la intervención de las vertientes por las actividades agrícolas. La acción antrópica se suma a condiciones de fragilidad natural del medio, conjugándose en la manifestación de fenómenos recurrentes, tales como: defores-taciones e incendios de bosques naturales, erosión, alteración del régimen hídrico y producción de sedimentos, inundaciones, subutilización de los suelos agrícolas y contaminación.
La condición de zona distinguida por la producción agropecuaria le concede un carácter rural y semi-rural a buena parte de la población; sin embargo, existen centros urbanos que albergan a importantes contin-gentes de personas encabezados por El Vigía, cuya población se estima en 106.000 habitantes, seguido de San Carlos-Santa Bárbara con 95.000, que en conjunto representan un poco menos del 30% de la población de la zona; el resto se encuentra en centros menores, cuyos habitantes no alcanzan la cifra de 30.000 personas, más los contingentes dispersos en asentamientos rurales.
En el área correspondiente al estado Mérida, El Vigía es el centro de mayor dinamismo con tendencia a aumentar su crecimiento y consolidar su liderazgo sobre el valle del Mocotíes, a lo largo de la carretera Panamericana y sobre la planicie en dirección a la costa lacustre, donde se localiza la mayor producción de plátano y pequeños caseríos pesqueros. El parque industrial de El Vigía posee una superficie cercana a las 100 hectáreas, de las cuales 41 han sido dotadas de servicios y ocupadas por 16 empresas de alimentos y bebidas, metalmecánicas, muebles y depósitos. Esta zona industrial tiene buenas perspectivas para su expansión derivadas del impulso generador de actividades económicas, del funcionamiento del aeropuerto internacional Juan Pablo Pérez Alfonzo y la carretera que enlaza a Mérida con la Panamericana.
La zona sur del lago es llamada también Panamericana, por ser una zona atravesada por esta arteria vial, que se ha transformado en una especie de vía-ciudad, donde la carretera es una arteria urbanística que va definiendo el perfil de las poblaciones que van trazando su recorrido. La ubicación de la región Panamericana la convierte en una zona estratégica para la distribución del flujo vehicular, siendo una encrucijada entre Los Andes y la zona noroccidental y centro del país, desde donde se pueden lograr también acceso a los Llanos.
El sur del lago de Maracaibo comparte una zona activa de la frontera colombo-venezolana y al igual que lo acontecido en otros espacios fronterizos, la característica resaltante es la ausencia de políticas concretas, la carencia de continuidad en las acciones propuestas para el desarrollo binacional y la falta de una adecuada atención en virtud de ser un área estratégica para el desarrollo nacional. A ello se agrega la inseguridad personal y de bienes que limitan su desarrollo y permiten al extranjero ilegal la ocupación de un espacio vital del territorio venezolano.
El problema de seguridad y defensa es uno de los más agudos en los actuales momentos en la zona sur del lago, como consecuencia de los atracos, secuestros de personas, robos, invasiones, abigeato, drogas, homicidios, violaciones y lesiones personales. La ocurrencia de los delitos antes señalados se ve favorecida por la inexistencia de un programa eficaz en la lucha contra la delincuencia, aunado a la falta de personal y dotación de equipos a los cuerpos de seguridad. Es por estas razones que se hace necesario reforzar los programas de prevención y combate del delito en todas sus formas.
Por otra parte, la zona sur del lago comparte con la República de Colombia una extensa frontera completamente despoblada, con excepción de algunos fundos cuya mano de obra es colombiana. Esta situación facilita la continua infiltración de personas entre quienes se encuentran guerrilleros, abigeos, secuestradores, narcotráfico, trayendo como consecuencia que los propietarios de los fundos en la zona hacen esporádica presencia en sus propiedades y van acompañados de custodias personales en resguardo de sus vidas.
Los recursos existentes y los sistemas de producción prevalecientes han inducido a que la actividad agrícola constituya el sector básico del desarrollo de la zona, sobre todo si se considera que la mayor superficie está siendo utilizada para la producción de una ganadería de doble propósito, leche y carne, situación que confirma que la base económica del área la constituye fundamentalmente la actividad agrícola animal.
La producción de carne representa un importante valor en la generación del producto interno de la zona, 20% con respecto al país. La producción pecuaria de la zona se beneficia tanto fuera como dentro del área. La carne es destinada en baja proporción al consumo interno, pues el mayor volumen es distribuido fuera del área.
En la zona sur de lago existe un sector agrícola vegetal que se caracteriza funda-mentalmente por la producción de los siguientes rubros: cítricos, musáceas, frutales, palma aceitera, raíces y tubérculos y cacao criollo. Esta actividad es importante en cuanto al valor de la producción y a la conformación del Producto Territorial Bruto. Se destaca el cultivo del plátano, que constituye el renglón de producción agrícola más importante del sur del lago.
La producción de plátano se ubica princi-palmente en la planicie y secundariamente en el piedemonte, las plantaciones se localizan en las márgenes, mapas de desborde y cubetas deltaicas de los ríos Catatumbo, Escalante, Chama, Mucujepe y Guayabones, así como en los municipios Colón y Francisco Javier             Pulgar, estado Zulia, donde se concentra la mayor producción y Alberto Adriani, estado Mérida. La producción de plátano en esta zona se estima en un 55% de la producción nacional.
La superficie cultivada de plátano ha experimentado cierto retroceso en el transcurso de los últimos años en los municipios de producción de los estados Zulia y Mérida, debido a vientos y microturbulencias, e inundaciones de ríos, en particular del río Chama y a plagas y enfermedades, especialmente la Sigatoka Negra.
La comercialización se realiza princi-palmente a través de intermediarios que llevan el producto a importantes centros de consumo nacional: Barquisimeto, Maracaibo, Caracas, Ciudad Guayana, Puerto Ordaz y a las ciudades andinas. Asimismo, una pequeña parte se exporta fresco y procesado al mercado estadounidense, cuya demanda insatisfecha abre amplias perspectivas a la producción nacional.
La producción de cambur está extendida por las facilidades de adaptación del cultivo y su elevado consumo local. Entre otros cultivos importantes, cabe mencionar: cacao porcelana, que posee la particularidad de ser uno de los de mejor calidad a nivel internacional. Parchita maracuyá, es un cultivo que ha logrado extenderse en los últimos años, especialmente entre los ríos Mucujepe y Tucanizón, motivado a los incentivos que ha brindado el incremento de los precios y la demanda, aunado al factor de productividad de la zona, este cultivo presenta excelentes oportunidades para su exportación. La producción de naranja es baja y las variedades no han sido las más apropiadas a las condiciones del medio, por lo que su calidad es deficiente, aun cuando la producción tiene un mercado cautivo en la agroindustria situada en Nueva Bolivia y Santa Bárbara del Zulia. Yuca, cultivada en casi todo el sur del lago, especialmente en las fincas pequeñas, constituye un producto básico del autoconsumo.
En el autoconsumo, desarrollado sobre pequeñas unidades de producción (conuco de subsistencia), los cultivos prevalecientes son plátano, cambur y yuca, utilizados para el autoconsumo, y frutales como cítricos, lechosa, guanábana y aguacate, que se comercializan de manera rudimentaria. El bajo nivel tecnológico está asociado a una situación social precaria, que restringe la posibilidad de mejorar el manejo de las unidades de producción. Las labores agrícolas son realizadas por el grupo familiar, y sus miembros en la mayoría de los casos se ubican también como jornaleros en otras fincas. La precaria situación de estos pequeños propietarios y/o ocupantes es uno de los problemas a ser atendidos con prioridad.
Una característica que presentan los diferentes sistemas de producción está referida a la inseguridad jurídica de la tenencia de la tierra debido al retardo en la entrega de los títulos de propiedad y la centralización en Caracas de los procesos administrativos para su regularización, lo cual dificulta la tramitación de créditos para nuevas inversiones en la producción agropecuaria. Asimismo, existen tierras con alta potencialidad agrícola que actualmente están siendo utilizadas para la producción pecuaria, situación que se deriva por la ausencia de una zonificación agrícola que oriente al productor sobre las potencialidades de sus tierras.
En la zona sur del lago, existen tierras baldías, ejidas, tierras de dominio público y tierras incorporadas a la reforma agraria; sin embargo, al igual que en el ámbito nacional, existe un inadecuado proceso de ocupación territorial, agudizándose en esta zona por la inexistencia de planes de ordenación del territorio, así como planes de ordenación urbanística que regulen el crecimiento de los centros poblados, y la existencia de una alta concentración de la propiedad de la tierra en el Instituto Agrario Nacional y en manos de pocos particulares. Esta situación se traduce en conflicto en el uso de la tierra, crecimiento anárquico en los centros poblados y estancamiento del desarrollo urbano. De esta manera se reducen las posibilidades de inversión y se dificultan los trámites de créditos, y por ende se contribuye al estancamiento del desarrollo agrícola.61
Entre las condiciones físicas más sobresalientes de la zona se encuentra el lago de Maracaibo, la formación de pequeñas playas y variedad de paisajes de montaña. Actualmente su potencialidad turística está siendo sub-aprovechada por no existir la planta turística adecuada que permita la utilización racional de estos recursos, restringiéndose sólo a algunos sitios ubicados a lo largo de la carretera Panamericana en los ríos y caños que lo atraviesan, los cuales son utilizados como balnearios y para actividades de esparcimiento de la población.
En toda la zona sur del lago son relevantes las fiestas religiosas que se celebran en honor a los santos patronos, siendo las más populares las de San Benito, Virgen de la Chiquinquirá y San Isidro, de importancia regional, así como las Ferias Agropecuarias, eventos que se celebran anualmente generando un flujo de visitantes del estado Zulia y de los estados andinos. Igualmente, en la zona existen instalaciones culturales importantes como el Centro Cultural Mariano Picón Salas, ubicado en El Vigía; así como grupos de expresiones culturales, entre los que destacan los Chimbangeles, Vasallos de la Candelaria y San Benito, los cuales han sido débilmente aprovechados como atractivos de expresiones folklóricas.

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