Alejandro Grisanti, analista de Barclays Capital, explica que "claramente a medida que se ha venido acorralando al sector privado en Venezuela, el gasto público genera menos crecimiento". Agrega que "en una economía que está en recesión es normal que se recurra al gasto público como herramienta para recuperar el crecimiento pero como medida solitaria no es sostenible, se requiere que exista confianza e inversión privada para que el crecimiento sea sostenido".
En el primer trimestre de este año, después de limpiar el efecto de la inflación, el gasto del Gobierno aumenta 10,4% y alcanza el nivel más elevado para un primer trimestre desde 1998, no obstante, la economía solo creció 4,5%, magnitud que resulta muy inferior a los saltos de 8% y 9% obtenidos entre 2005 y 2007.
A la poca inversión del sector privado, se añaden como factores que le restan potencia al gasto del Gobierno, cuellos de botella creados por los controles y la expansión de un sector público ineficiente.
"Los resultados sugieren la continuidad de un modelo de crecimiento insostenible, dependiente de precios petroleros crecientes para impulsar la demanda", resume Alejandro Grisanti.
No duda en advertir que "Venezuela se ha convertido en un país atado a la suerte de una empresa petrolera".
A importar
La inyección de gasto público aterriza en los bolsillos de la población a través de incrementos de salarios, becas y contratos con empresas privadas que elevan el consumo.
Como la capacidad de respuesta de la oferta está disminuida, el incremento del consumo privado que logra crecer 3,7% después de dos años de caída, obliga a incrementar las importaciones en términos muy importantes.
En el primer trimestre las importaciones representan 9 mil 521 millones de dólares, una cantidad que se traduce en alza de 27% respecto al mismo lapso de 2010.
De hecho, al cruzar este dato con el crecimiento de la economía se obtiene que por cada punto que aumentó el PIB las importaciones se elevaron seis.
Analistas consideran que el precio del petróleo seguirá aumentando progresivamente y por tanto el Gobierno contará con suficientes petrodólares para importar todo lo necesario y a la vez posponer cualquier devaluación hasta después de las elecciones presidenciales de 2012.
"Consideramos que no habrá una nueva devaluación en lo que resta de este año y el próximo, por lo tanto, las importaciones con un tipo de cambio a 4,30 bolívares por dólar ayudarán a que no haya un impacto inflacionario por el alza del gasto público", dice Grisanti.
El inconveniente es que se agravará la sobrevaluación del bolívar. Técnicamente, la combinación de un tipo de cambio estático con alta inflación deriva en que la moneda pasa a estar sobrevaluada, un desequilibrio donde los productos importados son más baratos que los elaborados en el país y por tanto las compras del país en el exterior se disparan.
Si bien los consumidores obtienen artículos de calidad a menor precio, la producción nacional pasa a tener un techo bastante bajo. Las empresas que se desenvuelven en áreas distintas a la petrolera, sufren una competencia muy dura que limita el espacio para el desarrollo, la creación de empleo y la posibilidad de diversificar las exportaciones.
En este momento el bolívar ya tiene una sobrevaluación importante. Ecoanalítica afirma que el tipo de cambio de equilibrio es de 6,3 bolívares por dólar.
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