Nos sentamos en una mesa y conversamos de política y religión con “Felipe”, el hombre tras el sacerdote. Un emprendedor que trabaja superando la pobreza y que tiene mucho que decir respecto del sector económico más vapuleado: las Pyme.
En el mismo Chile lleno de personalidades que se repiten las portadas de los medios para hablar de todos los temas, una tierra fértil para opinólogos que se preocupan de destruir más que de construir un mejor país, camina en silencio un hombre que luce su “título” de sacerdote y, quizás por ello, es que se le estigmatiza y sólo se acude a él para hablar de religiosidad y superación de la pobreza.
Hablamos del jesuita Felipe Berríos, que sin más motivación que terminar con los campamentos en el país, hizo de “Un Techo Para Chile” una iniciativa que ha traspasado las fronteras y que demuestra que cuando las cosas se hacen en silencio y con compromiso se tienen grandes resultados.
Pero aquí descubrimos al otro Felipe que, sin dejar su tono pausado y reflexivo, entrega su visión de lo que se podrían llamar como “los pobres de la economía”, un grupo conformado por “miles de emprendedores que trabajan de manera anónima por mejorar la economía del país, otorgan empleo y utilizan su creatividad para equilibrar la falta de recursos”.
¿Es correcto decir que las Pyme son los pobres de la economía?
Hay dos miradas que apuntan a ello. Por ejemplo, si uno habla de “artesanos” se entiende que éstos hacen las cosas “artesanalmente”, es decir, mal. Y eso es una tontera. Lo mismo con el microempresario, que se le mira como algo ínfimo, insignificante y eso tampoco es así. Si fueran “insignificantes”, entonces podríamos eliminar a los microempresarios de la economía nacional y todo seguiría igual. Un absurdo.
¿Y desde la otra mirada?
La otra perspectiva es la que nos entregan los medios de comunicación donde siempre aparece la gente famosa, conocida, se habla de las grandes empresas y exitosos empresarios, pero no de las pyme. Si se habla de ellas es para desnudar sus falencias, problemas, que les falta esto, lo otro y aquello. Es una mirada con compasión que no resalta lo bueno.
Y parece ser que así también se muestra la pobreza en general…
Por supuesto. Si se habla de la pobreza es sólo es para resaltar crímenes y actos delictuales y eso es injusto. Se suele esconder la pobreza en este país, siendo que Chile guarda una riqueza muy grande en la gente que vive en la pobreza y en eso se puede hacer un paralelo con las pequeñas empresas.
Remedio para la enfermedad
¿Cómo podemos cambiar esta mirada compasiva hacia las pyme?
Me parece que la sociedad tiene una grave enfermedad: el arribismo. Todos queremos usar terno y corbata y nadie quiere ensuciarse las manos y trabajar. Queremos progreso, pero nadie asume los riesgos. Nos gusta parecernos a los extranjeros y no nos damos cuenta de nuestra riqueza. Se nos olvida que no todo lo que brilla es oro.
¿Y piensa que esta enfermedad es terminal?
Afortunadamente tiene remedio. Darnos cuenta de que alguien tiene que hacer las cosas, que adaptar las medidas a nuestra realidad. Alguien tiene que hacer un carro para vender huesillos. Adaptar una rampa para que suban lisiados, y eso sólo lo pueden hacer chilenos, que conocen nuestra mentalidad, nuestras necesidades, que piensan como nosotros. Si no, no funciona el país.
Suena bonito Felipe, pero ¿podemos comenzar con el tratamiento para sanar?
Si comenzamos aceptando que la creatividad se encuentra principalmente en la pyme, ya es un buen inicio. Lo difícil es dejar la mentalidad arribista que hace preferir todo lo que viene de afuera.
“Mentalidad”, buena palabra. ¿Cómo es la mentalidad del emprendedor?
No se creen el cuento. Como no tienen el gran auto, la gran casa y la gran empresa, prefieren no mostrar nada. Les da vergüenza mostrar el trabajo manual y creativo, no se enorgullecen por decir “esto es hecho en Chile”. Nos apocamos.
Cambio cultural
¿De quién es la culpa de ser apocados?
Principalmente de nosotros mismos, de no creernos el cuento.
¿Y cómo cambiamos esto?
Quizá cambiando conductas culturales. Ahí están las teleseries que siempre muestran a empresarios de cuello y corbata tomando whisky y nunca trabajando. Y si los muestran es para mostrar sus falencias y su pobreza en vez de su creatividad. Miramos peyorativamente al que no usa corbata, al que tiene las uñas sucias por el trabajo manual.
Pero Felipe, los cambios culturales son procesos lentos y parece que en nuestro país hay pocas personas involucradas en generar esto
En absoluto. Hay mucha gente comprometida, pero lamentablemente de manera anónima. Hay gente que hace las cosas, pero no tiene la relevancia que se requiere para que se transformen en modelos. Cada trabajador de una pequeña empresa es un líder, un ejemplo a seguir para aprender de su experiencia.
¿Apuntas los dardos a los medios de comunicación entonces?
Ellos juegan un papel importante. Son los que ponen los temas en el debate ciudadano. Las editoriales de los grandes medios han puesto temas como la seguridad y la violencia como prioridad para conversar y por eso uno termina creyendo que es así. Pero el problema número uno es la desigualdad social que se refleja en los tamaños de las empresas, que se ataca con educación y mayor empleo.
Oficio profesional
El tema de la educación es vital para este sacerdote que reconoce haber estado siempre vinculado con el trabajo físico, reparar cosas, crear cosas nuevas. Con hacer. “La carencia unida al hacer cosas, me ha hecho ser un artesano y por ende mi oficio es servir, tratando de enfrentar los problemas más urgentes como la desigualdad”.
Un ejemplo concreto de este compromiso es lo que llevó a Felipe a impulsar la creación de Infocap, una “universidad del trabajador” que además del oficio se preocupa de enseñar una formación profesional para el trabajo.
En esto es enfático: “Todos queremos sacar cuarto medio, pero no nos motiva primero aprender a leer y escribir, parece que eso viene por añadidura y no debe ser así. ¿Quién enseña las manualidades, a ser puntual, responsable, usar las herramientas?”.
¿Estás diciendo que el resto de las universidades están mal enfocadas?
No, pero hay muchas para lo mismo. A los jóvenes les enseñan mucha teoría del marketing, administración, finanzas, todos con títulos rimbombantes, pero ¿quién enseña a cambiar un interruptor o hacer una pieza en torno? Eso es lo que enseñamos en Infocap. Oficios básicos que cuesta encontrar, con un foco profesional.
Bueno, pero existen seminarios, capacitaciones especializadas…
Una cosa es la capacitación, que es aprender una técnica específica para trabajar en un área de la producción, lo que es muy necesario: buenos torneros, soldadores y más. Pero otra cosa es generar una “formación profesional para el trabajo”, un concepto más amplio.
¿Podrías definirlo mejor?
Se trata de enseñar el dominio de ciertas técnicas junto con el manejo de ciertas conductas, como respeto, puntualidad, amor por hacer el trabajo bien hecho, limpieza y otras que son claves para desempeñarse en cualquier oficio.
Interesante…
¡Urgente! El país necesita esto imperiosamente, tanto como profesionales de primer nivel. Esto es lo que mueve a un país.
¿Pero dónde queda el mayor uso de la tecnología? No puedes desconocer que hoy muchas empresas funcionan basadas únicamente en Internet…
No puedo desconocer lo positivo de esta red virtual de información, yo mismo paso horas conectado. El lado negativo es que hoy parece que todo es más fácil o que todo se puede hacer a distancia…
¡Pero Felipe! Así es…
Pero no todo. Con la tecnología, parece fácil cambiar, borrar, guardar todo lo que uno hace en el trabajo, pero alguien tiene que trabajar con la materia, con los elementos. Ahí hay una distancia que impide el éxito que otros países lograron basados en el trabajo manual. Te insisto, se requieren profesionales habilidosos para el uso de un computador, pero también para lo manual.
Felipe íntimo
Sorprende ver a Felipe apasionado, con un tono más alto de lo normal, con las emociones fuertes a flor de piel. A veces su pasión se esconde tras su pasividad, pero al abordar temas de fondo, la persona se impone al personaje.
¿Felipe o padre Felipe?
¡Felipe no más!
¿Cuánto influyó la formación católica en tu manera de pensar?
Mucho. Desde pequeño me llamó la atención el servir al resto y la religión me dio respuestas a muchas inquietudes en ese ámbito. Siempre me llamó la atención la vida oculta de Jesucristo: el vivió treinta años trabajando con su padre que era carpintero, sintiendo la materia, haciendo que las cosas le queden bien.
Parece una historia de emprendimiento…
¡Claro! Jesús también tuvo una pyme. Luchó con todas las vicisitudes propias de los emprendedores que tienen su pequeño taller. Por eso te insisto: el trabajo manual nos enseña quiénes somos, a usar la creatividad.
¿Qué saca de sus casillas a un hombre calmado como Felipe Berríos?
La prepotencia. Salto como resorte (sic). Los prepotentes son básicamente inseguros y me molesta cuando dan opiniones generalizadas que presentan como verdades absolutas. Decir que “los empresarios” son así, “los curas” son acá, los políticos son así… Me molesta que encubran su inseguridad en la prepotencia.
Me imagino que tú y la iglesia en general no quedaron muy satisfechos con la discusión que generó el “sueldo ético”.
Ahí hay un ejemplo de la prepotencia. Muchos tomaron el tema y le dieron una interpretación propia, siendo que Monseñor (Alejandro) Goic fue claro al plantear una cifra y eso obligó a hablar de un tema más allá de lo ético. Afortunadamente el trabajo que hizo la comisión de equidad terminó y demostró que el fondo es más importante que la forma.
¿Tan malo es tener una doble interpretación?
Es que lamentablemente acá hay dos Chile. Uno real oculto y otro inventado y con cobertura de medios. Uno lee las noticias económicas y a los grandes empresarios los muestran siempre asociados al crecimiento y la innovación, en cambio a los pequeños siempre los asocian con deudas financieras.
Parece que no estás muy contento con “los grandes”…
No es eso. Si Chile ha crecido es por tener una economía estable y políticas públicas serias, pero también empresarios que se han atrevido a invertir en su país y crear puestos de trabajo. El problema está en generalizar.
Populismo político
Veo que no tienes problemas para hablar de política
¡Me encanta! Ojalá todos los chilenos hagamos un esfuerzo para nunca más hablar mal de los políticos y la política. Todos los defectos que puede tener la política y los políticos uno también los encuentra en los curas, en los empresarios o en los profesores. Al criticar a los políticos en general, se destruye lo más básico y se pavimentan los caminos para el populismo.
¿Crees que Chile tiene buenos políticos?
Hemos tenido buenos políticos de todas las veredas, que han logrado acuerdos y que, con ello, han permitido que avancemos como país. Los políticos son el reflejo de lo que somos hoy como sociedad. Pero los medios tienden a mostrar a los políticos oportunistas y que más brillan con frases insolentes, y no necesariamente a los mejores.
¿Pero cómo distinguimos unos de otros?
Fácil. Todos los que usan frases para la galería y entregan soluciones rápidas, cuando todos sabemos que el mundo no es tan simple, no es de extremos. Cuando alguien saca la frase cliché, hay que sospechar.
Nos interrumpe Anita, su secretaria. Le avisa que afuera lo esperan. Me pregunta cuántos minutos nos quedan y le digo que diez. “Tranquilo”, me dice y se acerca a su computador e imprime la última columna que escribió para un medio, que habla de lo difícil que resulta respetar a los pequeños empresarios y que éstos se hagan respetar y se sientan orgullosos de lo que son y lo que hacen.
Con los lentes a media nariz lee cada detalle del texto y resalta los puntos que le parecen relevantes. Luego dobla la hoja y la deja entre los miles de millones de cachivaches que dan vida a su oficina. Ya está preparado para la última parte de nuestra conversación.
Felipe, retomando el tema de las Pyme… ¿Crees que son suficientes las políticas de ayuda a este sector?
Siento que hay una conciencia cada vez mayor, pero no hay unidad desde las bases. Si uno no sitúa como un tema importante al sector siendo pyme, mal se lo van creer nuestros representantes. Los grandes empresarios están unidos en tres o cuatro gremios. Siempre encuentras a los mismos en lugares comunes para ellos, incluso tienen discursos similares.
¿Y podremos pasar de esa “conciencia” a la acción?
La política responde a las necesidades que se muestran en la unión, pero como los más pequeños no tienen esa unión, no pueden ejercen presión.
¿Y a quién pueden culpar las Pyme por esa falta de unión?
A nadie. La culpa no es del resto, sino de nosotros. Tampoco de los sectores de izquierda o derecha, ni siquiera es toda de los populistas que tienen tribuna y no la aprovechan. Como te decía antes, es un tema cultural, de creernos el cuento.
La ridícula exclusión
Ya queda claro lo que te molesta, Felipe. ¿Y qué te arranca sonrisas?
Me alegra el trabajo bien hecho, la creatividad y cuando se hace justicia.
¿Y en la vida diaria?
Me encantaría tener más tiempo para estar en mi taller trabajando con mi cotona y mis herramientas. Apenas tengo tiempo me encierro por días al oficio de pintar, martillar y crear.
Pensé que ibas a hablar del fin de los campamentos para el 2010
Como país, el tema de terminar con los campamentos es una tarea pendiente, pero no sólo con el aspecto físico de eso, sino con lo que produce la pobreza. Falta trabajar más por acabar con la exclusión de las personas por cómo habla, dónde estudió, por si es chileno o peruano, creyente o no creyente. Es ridículo.
La entrevista termina. Afuera lo esperan tres alumnos, un profesor y su secretaria apuntando un reloj de muro. “Tranquila”, le dice y hace pasar al resto a su oficina-taller con una amplia sonrisa. Ya está listo para seguir sirviendo.
Entrevista Revista Pyme junio 2008
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