En estos tiempos de acelerada desvalorización de las cosas, un hombre se ha empeñado en no dejar morir el prestigio de la profesión del Economista. En artículos periodísticos, mimeografías, folletos, revistas y libros; en la calle, en el aula, y en el congreso, este quijote moderno ha lanzado un centenar de ideas que revalúan indiscutiblemente el signo del pensamiento económico. Su nombre es: DOMINGO FELIPE MAZA ZAVALA.
Desde que se recibió como economista, este diminuto-gigante, con voluntad férrea no ha dejado escapara ningún momento para lanzar a la sociedad porciones de ese manojo de conocimientos impregnados de savia, que ha madurado en su mente. En fecha reciente, en el dictado de una clase magistral con motivo de su jubilación como profesor de la Universidad de Central de Venezuela, nuestro ilustre doctor Honoris Causa, observando una vez mas esa posición constructiva y educativa se refirió a la formación del economista, dijo en ese entonces, que para desempeñar con posible acierto su papel en nuestros países tercermundistas, el economista debía formarse integralmente como científico, como profesional y como miembro de la sociedad. Fue un mensaje dirigido a los preocupados, no a los retraídos.
COMO CIENTIFICO, apunto el viejo roble de la ciencia económica, el economista debe ser capaz de investigar sin prejuicios ni posturas dogmáticas los problemas y los fenómenos que constituyen la vida económica regional, nacional e internacional. De allí que el manejo critico tanto del conocimiento como del instrumental sea indispensable al trabajo científico del economista.
COMO PROFESIONAL, el economista debe dominar los campos de su especial competencia, sin dejar de comprender por ello las relaciones genéricas que condicionan su ejercicio, ni las ulteriores aplicaciones de su trabajo.
COMO MIEMBRO DE LA SOCIEDAD, el economista debe constituirse conscientemente en agente de la transformación de la realidad, en militante de la causa del cambio social en su raíz económica y vinculaciones múltiples.
El economista integral es por tanto una conjunción indisoluble e indivisible de lo científico, lo profesional y lo social. En el dictado de esa clase magistral, Domingo Felipe Maza Zavala, sin quererlo estaba hablando de Domingo Felipe Maza Zavala. Porque es precisamente en esa conjunción indisoluble e indivisible señalada por el profesor jubilado, en donde descansa su mayor mérito como economista y su más sabia elección como docente. Maza Zavala, ha sido un hombre que ha transformado su vida en destino, ha ido de la mano con sus ideas. No cabe duda que todo hombre, conoce muy bien lo que lleva por dentro y lo que realmente vale independientemente del desdén o de las adulaciones extrañas. Por eso, en vez de irse al descanso después de su jubilación, despidió su clase diciendo “presente estamos para el ejercicio de esta competencia y para el cumplimiento de este deber”
Un saludo fraternal para este economista. Vértice del cual los imberbes y los maduros nos sentimos tan orgullosos.
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