diciembre 01, 2010

Especial Diciembre venezolano @Empresate para el mundo


¡Feliz Diciembre para todos !

La Navidad en Venezuela la celebramos desde el 16 de diciembre hasta el 2 de Febrero, aunque los adornos los colocamos desde mediados de noviembre y pueden verse decorados los centros comerciales, casas, abastos, avenidas, y calles y en Maracaibo, Zulia, desde el encendido de las luces de Bella Vista, aproximadamente 4 de noviembre.

En Venezuela es muy tradicional hacer el pesebre, montar el pino de Navidad y adornarlo. Junto con esas tradiciones se mantienen también los cantos de aguinaldos, procesiones de posadas, parada o paradura del niño Dios, Robo y Búsqueda del niño Dios y el Festejo de la Candelaria, ah!! sin olvidar las gaitas que son muy típicas del Estado Zulia pero que en las épocas decembrinas se adueñan de todo el país.

Esta es una época muy sabrosa para todos los venezolanos, en primero y principal puedo decir que el ambiente es muy lindo y muy cálido, en las ciudades y pueblos se realizan muchas fiestas y conciertos con grupos de gaitas, que es una música muy sabrosa, donde los tambores ponen el ritmo principal.

Realizamos intercambios de regalos entre amigos y familiares, y la noche del 24 de diciembre nos reunimos con todos nuestros familiares cenamos y nos entregamos los regalos a las 12:00. Los niños esperan con mucha emoción el regalo de San Nicolás o del Niño Jesús.

En muchos sitios de Venezuela se realizan pesebres vivientes, también se presentan muchas obras de teatros referentes a la Navidad.

Navidad en Venezuela en los Años 60, 70 y 80

Hubo días más amables en Venezuela, cuando nuestro país despertaba al súbito y picante rumor de los patines de hierro que poseían 4 ruedas (2 en la parte delantera y 2 en la parte trasera). Era la época de los años 68 en adelante, aquellas fueron las mejores navidades de mi vida, siendo niña, con todos mis hermanos y mis padres, son navidades que nunca volverán para mí.

Todos los muchachos (tanto hembras como varones) de los campos petroleros (se llamaba así en aquella época a las urbanizaciones petroleras; y en esta población llamada Bachaquero del Estado Zulia, Venezuela; habían 5 grandes campos petroleros, estas se llamaban: Progreso, Lídice, Belmonte, Junín y Miraflores), además del resto de la población que no pertenecían a los campos petroleros. Como les decía, todos los chicos(as) nos levantamos muy temprano, salíamos de la casa, bien abrigados para protegernos de la temperatura decembrina, y todavía oscuro (de madrugada) patinábamos rumbo a la Plaza Bolívar, donde debíamos llegar antes de comenzar la misa de aguinaldo. Rodábamos cuesta abajo, desde las esquinas centrales hasta la topografía más llana de las aceras de la plaza, de la iglesia y sus alrededores. Los más pequeños, aún en pijamas, se asomaban a las ventanas y veían la alegre tropa bajar sobre ruedas, dando voces entre carcajadas y alborozo.

Convocados en la Plaza Bolívar la noche anterior, tenía lugar la patinata, mientras los mayores asistían a la misa de aguinaldo. Y más tarde, con la primera luz de la mañana, desayunábamos aún sobre los patines, los pastelitos, tequeños y chocolate que ofertaban los vendedores ambulantes.

Tal era el tono, en las décadas sesenta, setenta y ochenta, en una población pequeña sin los acosos del tránsito y el crimen, de una tradición navideña que apareció como la adecuación caribe de una costumbre invernal: Patinar sobre hielo.

Las Navidades en las naciones del Norte han de adaptarse al clima duro de la nieve y por ello, la alegría de las fiestas se expresa sobre los patines que rasgan la capa congelada de los lagos. Así, en la bien temperada Venezuela de antes, y en muchas ciudades del interior del país, el asfalto de sus calles y avenidas aparecía como apropiado sucedáneo al patinaje.

Trasiego y Evolución de las Tradiciones Navideñas en la Venezuela de Hoy

Las fiestas de diciembre en Venezuela hoy siguen siendo, indudablemente universal, porque es una de las más felices manifestaciones de acopio de variadas culturas en una nueva. Y las patinadas (que aún perduran) son un episodio más entre muchos que reafirman a nuestra Navidad como un acontecimiento cosmopolita.

Por supuesto que la mayor parte de las tradiciones asociadas a la Natividad de Jesús son de origen hispano, de donde proviene la religiosidad predominante en el país. Y en suelo venezolano han adquirido una tesitura distinta determinada también por lo indígena y lo africano, enriquecidas con el imaginario y la musicalidad local.

Otra tradición traída de España y arraigada en la región de los Andes, donde llegó y se aclimató primero, es la Paradura del Niño que también, debido a la afluencia de gentes de Trujillo y Táchira, se ha instalado en la caraqueñísima parroquia Sucre, donde ha adquirido un carácter local determinado además por lo socio-económico. El Tarkarí de Chivo, por ejemplo, plato tradicional asociado a esta fiesta, ha sido sustituido por una preparación semejante pero que prescinde de la carne.

A los rasgos seculares e idiosincráticos de la Navidad Venezolana, que incluyen una particular gastronomía centrada en la Hallaca y una musicalidad dominada por los Aguinaldos y las Gaitas, se suma la abrupta transculturación de la sociedad de consumo y los medios masivos que, inevitablemente, han dado pie a manifestaciones distintas.

El Arbolito de Navidad

Uno de los primeros precedentes de este fenómeno fue y sigue siendo el pino adornado que, aún con las fluctuaciones que la crisis económica imprime a las importaciones, ha mantenido su presencia en las navidades venezolanas. Sean las olorosas puntas de coníferas canadienses que se importan en tiempos de pascua decembrina o sus versiones artificiales en diversos materiales sintéticos, el Pino Navideño remite obviamente a una cultura nórdica e invernal.

Es difícil  determinar cuál fue la primera familia venezolana que se reunió para decorar el arbolito (como pasó a llamarse entre nosotros), pero evidentemente la costumbre se acento con la llegada de norteamericanos a nuestro país. Decían mis abuelos, que sus abuelos les contaban y otros ancianitos que aún en los años treinta no era frecuente encontrar el arbolito junto al pesebre o nacimiento venezolano.

Pero a estas alturas, la imagen del Pino ya no se separa de la Navidad Nacional y en los puntos de especial afluencia extranjera como lo es la ciudad donde vivo, es decir, Maracaibo, debido a su riqueza petrolera, la costumbre trasciende la intimidad del hogar y se apodera de los árboles en la vía pública, que irradian miles de luces durante las refrescantes noches de noviembre (época en que se celebra las fiestas de la Feria de la Chinita) diciembre y parte del mes de enero.

Elementos de Países del Norte: Nieve, San Nicolás y sus renos, Villancicos en Inglés.

También en los centros comerciales que aparecen como el nuevo foco de la actividad navideña abunda la iconografía proveniente del norte: San Nicolás con su vistoso traje rojo, muñecos de nieve simulados en cartón y crepe o anime; por las altas voces mana preferentemente algún villancico en inglés, en vez del tradicional aguinaldo.

Igualmente los cines y la programación de televisión ofrecen historias que transcurren en ambientes nevados, con la aparición de San Nicolás en vez de los más hispanos Reyes Magos; episodios de renos y tranvías, chimeneas y pinos decorados.

Las mismas patinatas que durante un tiempo vivieron un paulatino ocaso, resurgen de la mano de una moda proveniente del mundo industrializado (los lujosos como tecnológicos patines lineales).

Se trata de un fenómeno inevitable de un mundo cada vez más intercomunicado, que no tiene por qué verse desde una perspectiva fatalista, pero que sí amerita un compromiso de los venezolanos hacia sus propias tradiciones.

Mientras en las calles, en los centros comerciales, los cines y la televisión se constata la Navidad venezolana como un hecho multicultural y cosmopolita, en la intimidad de los hogares, al calor de las cocinas, en torno al familiar fogón acontece algo a la vez paralelo e inverso. En las casas de los inmigrantes extranjeros, en el seno de las variadas colonias que honran a nuestro país con su residencia y trabajo, la celebración de la Navidad como lo harían en su tierra de origen recibe amable el dato venezolano que ingresa para formar parte consustancial de sus costumbres en el lugar de adopción. En otras palabras, la criollización de las navidades española, portuguesa, italiana, alemana, entre otras.

Integración de Culturas

Las familias en general, incluyendo la de inmigrantes que también se han adaptado al calendario decembrino propiamente venezolano que, a su vez, es de herencia múltiple. La Noche Buena nuestra, por ejemplo, que coincide con The Christmas Eve del mundo anglosajón, no es una fecha de igual significación en las culturas mediterráneas, como la italiana y la española, que reservan el banquete para el día siguiente. Los italianos, por ejemplo, hacen vigilia la noche del 24, luego de cenar sencillamente con pescado.

Así mismo, la entrega de regalos para los españoles no sucede a la medianoche del 24 al 25, sino hasta el 6 de enero, Día de Reyes.

No obstante, en suelo venezolano las comunidades de inmigrantes celebran al unísono la Noche Buena criolla, fiesta en la que confluye además de su sazón, su música, y es hasta posible ver a una familia oriunda de Sicilia cantando el criollísimo aguinaldo Niño Lindo, pero acompañado no con cuatro, sino con el italianísimo acordeón, lo cual le imprime un carácter un tanto extraño y misterioso, parecido al golpe de estribillo oriental, en el que se emplea la cuereta, indudable hija de la musicalidad corsa que llegara de esa costa.

En memoria de Luis Ernesto, mi hermano, QEPD
Néstor Borjas

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