HACE 63 AÑOS.
Hace 63 años los periódicos más importantes del mundo habrán publicado en sus portadas la noticia del asesinato a manos de un extremista del líder Hindú Mohandas Ghandi, el máximo exponente de la lucha No Violenta en el siglo más violento de nuestra larga historia humana, el siglo XX.
Hacer un resumen de la lucha de ese gran hombre implicaría una larga exposición, pues su labor fue titánica, su gesta novedosa y su liderazgo incuestionable.
Ghandi como todos lo conocemos, fue un hombre de clase media alta, que construyó su imagen y su personalidad basado en el aprendizaje derivado de sus propias experiencias.
No fue uno de esos líderes modernos pre fabricados en las grandes universidades. Fue hasta cierto punto un hombre común, bien educado, que se hizo extraordinario y digno de ser recordado, por su palabra y por su gran obra.
Era un hombre desgarbado, flaco, medio feo, pero con una convicción indubitable sobre su capacidad para cambiar el mundo.
Ghandi fue desde el punto de vista político e histórico contemporáneo de los dos más grandes asesinos del siglo XX, Adolfo Hitler y Iosif Stalin. Si para esos dos psicopatas el desprecio por la vida era su máximo ideal, en Ghandi, el respeto por la misma, el respeto por la vida del otro, era inquebrantable.
La lucha de este gran hombre nos demostró a todos que la esencia de la No Violencia está en la capacidad que tengamos de dominar nuestro miedo y enfocar nuestras energías en la transformación de nuestro entorno, en el cual también conviven quienes desean dominarnos.
Ghandi enfocó su lucha en elementos que afectasen en su esencia a todos aquellos a los que quería sumar a su causa, entendiendo que con la suma de los esfuerzos individuales en causas comunes, la fuerza del colectivo está en capacidad de imponerse por encima de las estructuras gubernamentales que los oprimen.
Para los que hemos leído algo sobre su vida, es bien recordada la Campaña de la Sal, que implicaba una afrenta abierta a una ley injusta. Con ello, nos enseño que ante la injusticia, debemos proceder con claridad, organización, disciplina y sacrificio.
En sus caminatas y protestas siempre iba adelante, demostrando un liderazgo del que se habla mucho, pero poco se ve. No pedía sacrificios que no estuviese dispuesto el mismo a hacer. Se podría afirmar que llevaba una vida monástica, llena de privaciones y auto limitaciones, con una disciplina digna de envidia.
Fue un hombre extraordinario, que murió como consecuencia de la intolerancia política y de los grandes intereses del momento, igual que muchos otros grandes hombres. Y al igual que esos grandes hombres, sus enseñanzas han perdurado hasta hoy.
Como conocedor de los esquemas de Lucha No Violentos, recordar a Ghandi me permite enfocar mi propia lucha en los caminos correctos, entendiendo que la premura y el rencor, solo pueden conducirnos a caminos no deseados…
Y cierro con un pensamiento del mismo Ghandi, que es perfectamente aplicable a nuestra realidad: “En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a la dignidad del hombre, ninguna tiranía puede dominarle”.
Alexander Acosta Guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario