febrero 05, 2011

La fuerza moral de la universidad


Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación". Mario A. Puig


En la Conferencia Mundial de la Educación Superior patrocinada por la Unesco en octubre de 1998, en París, quedaron plasmados los retos y exigencias para estas instituciones. Hoy los desafíos a la universidad venezolana son más apremiantes.  Las exigencias de la sociedad y el Estado, así como la vertiginosa producción y distribución del conocimiento a nivel mundial, la obligan a remover sus pesadas estructuras para cumplir con las expectativas crecientes de una juventud que sueña con un futuro mejor y que presiona no sólo por lograr su ingreso a la universidad, sino una educación de calidad.



Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación con su acelerada innovación determinan un nuevo rol a estudiantes y profesores, donde el conocimiento se comparte, ya no se imparte. La universidad no tiene el monopolio del saber; la ciencia está en la calle, en cada hogar, en cada ambiente institucional y, por supuesto, en los laboratorios. Dichas tecnologías se han convertido en experiencias positivas, porque aumentan la interacción fuera de clases entre el profesor y el estudiante. Permiten el acceso al conocimiento actualizado y compartirlo para lograr mayor provecho para ambos.



La universidad debe hacer uso de la inteligencia necesaria para ponerse a tono con las nuevas formas de producir el conocimiento, de captarlo, adaptarlo, transformarlo y distribuirlo en una interacción planetaria con sus pares, en una integración con la sociedad en la que le toca actuar y en una relación de cooperación con el Estado en la búsqueda del saber para ponerlo al servicio del bienestar y de la felicidad del individuo y la sociedad.



En esa difícil relación con el Estado, la universidad, haciendo uso de su autonomía y con toda su fuerza moral histórica, debe exigirle el respeto que se merece como institución rectora de la ciencia y la cultura. La universidad está obligada a servir ética, material y espiritualmente a la sociedad y a la humanidad en su conjunto. La excelencia académica es compatible con el compromiso social y para ello es necesaria la vinculación con el sector productivo y la cooperación con el Estado.

Neuro Villalobos
nevillarin@gmail.com

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