marzo 15, 2011

Néstor Borjas relata la tragedia del accidente aéreo en La Trinidad, Maracaibo


"Estaba yo muy bebé sentado con mi papá en el capote de su carro verde de la época. Recuerdo como si fuera ayer. Escuché un zumbido estruendoso en el cielo. Miré hacia donde estaba el zumbido. Vi horrorizado como un avión caía a toda velocidad con una estela de humo negro copioso. Y entonces vi cómo impactó el avión la zona de La Trinidad. Allí vivía mi tío Rosendo Gutiérrez, Tío de papá,  quien se salvara en conjunto con su familia, porque había salido a jugar softball. Su casa y las de una treintena de familias fueron arrasadas. Mi papá Néstor Borjas Gutiérrez, quien pudo observar caer el avión también se persignó y llamó de inmediato a mi tío Jairo Duarte, hermano de mamá Elsi,  quien vivía en ese entonces con nosotros, en la Urbanización La Municipal Hoy La California. Papá le pidió a Tío jairo que lo acompañara al sitio del accidente. Pensaba que su tío Rosendo y su familia habían muerto. Mamá y yo nos quedamos solitos aterrados. Recuerdo que mamá salió desnuda del baño horrorizada por el estruendo del impacto y el temblor que se originó después. Papa llegó en la noche. Nosotros preocupados. Pudo hablar con tío Rosendo. Trajo máscaras quemadas, cascos partidos, que él y mi tío Jairo recaudaron del sitio. Papá nos llevó después al sitio pero todo estaba acordonado. Hubo temblores en Maracaibo por varios días. Y cada vez que escuchábamos la música de Venevision salíamos a escondernos." Así lo relató Néstor Borjas, Presidente de Fedecámaras Zulia, quien vivió ver el accidente aéreo mas espantoso en la época. Eso fue en el  mediodía del domingo 16 de marzo de 1969 en Maracaibo y estalló el caos. Una tragedia aérea de incalculables dimensiones llenó de luto a la tierra del Sol Amada y a Venezuela.  La noticia conmocionó el mundo entero, cuando un avión DC 9 de Viasa cayó causando unos surcos de tragedia y dolor entre el Barrio de Ziruma y la urbanización La Trinidad en la ciudad de Maracaibo. Mañana se cumplen 42 años de la tragedia.
A pocos minutos del despegue, la aeronave que cubría el vuelo 742 se precipitó a tierra. El avión no voló. A duras penas rebasó la cerca del aeropuerto Grano de Oro y se estrelló. La incertidumbre, el pánico, la muerte y el dolor siguieron al hecho.
Ese siniestro paralizó a Maracaibo y, siete días después, entre las investigaciones y la recolección de restos humanos —principalmente carbonizados— era lento para los ciudadanos volver a la rutina, pues Maracaibo seguía conmocionada.
Todavía en la mente de sobrevivientes y testigos, la imagen es vivida nuevamente, como también les resulta perceptible el olor que inundó a la ciudad: una mezcla de combustible y carne quemada.

El 16 de marzo de 1969 se estrelló el vuelo de Avensa
Una conjugación de elementos fraguaron la tragedia: versiones señalan que el avión, por efectos del equipaje, el pasaje y los 28 mil litros de combustible cargados para operar en Grano de Oro, iba con el máximo de su peso: 108.000 kilos.
Una segunda suposición dispara hacia el error humano. Hacia la tripulación que ese día fue capitaneada por Emiliano Savelli Maldonado, jefe de operaciones de Avensa.
Existen versiones sobre el reto o, mejor dicho, la osadía asumida por Savelli Maldonado, en querer levantar vuelo en el DC 9 a sabiendas, según testimonios, que el capitán de la aeronave, Harry Gibson (y quien comandó ese jet tres días antes del accidente) se negó a tripularlo porque la longitud de la pista marabina era muy ajustada para elevar la nave.
Pero, la nave siguió la carrera para el ascenso, aproximadamente, a las 12:05 de la tarde.

Mañana se cumplen 42 años de la tragedia del avión que cayó en La Trinidad
Lino Connell. Foto: Archivo
Entre las víctimas fatales de ese accidente aéreo, del cual ya se cumplieron 42 años, y que es similar al ocurrido hace días con el Airbus A330 de la aerolínea Air France, se encontraba la familia del reconocido deportista zuliano, Lino Connell, quien perdió a su esposa, tres de sus cuatro hijos y a su suegro.
“Perdí a casi toda mi familia, sólo se salvó la niña, que para ese entonces, tenía tres meses de nacida”, recordó Connell.
El zuliano dijo que “el impacto de perder a tu familia es fuerte (…) Me vi con varios médicos psicólogos que me ayudaron a superar esta terrible experiencia“.
“Imagínate, murió mi esposa que tenía 29 años, mis hijos que tenían 2, 4 y 6 (…) Estaban empezando a vivir (…) Y perdí también a mi suegro”, acotó Lino Connell.
“Uno siempre se pregunta ¿por qué me pasó esto a mí? (…) Y lamentablemente cuando te toca te toca (…) Allá arriba hay un Dios que todo lo sabe, sólo él sabe por qué pasan estas cosas”, comentó el deportista.
Lino Connell considera que la recuperación es tardía, “perder a un familiar no es fácil, sobre todo si fue por un accidente aéreo (…) No es igual perder a un miembro de tu familia que perderla toda”.
Asimismo, afirmó que gracias al deporte logró superar, en gran medida la pérdida de su familia. “El deporte me ayudó a olvidar (…) Ya en agosto estaba compitiendo en unos suramericanos en Caracas (…) La distracción me ayudó (…) Aunque la superación llega poco a poco”.
Por otra parte, Connell, al referirse al accidente del Airbus A330, comentó que “los familiares deben estar desesperados con todo esto (…) Los accidentes aéreos son difíciles de superar debido a que en un avión viajan muchas personas (…) Lamento mucho lo sucedido”.
El accidente del DC-9 de Viasa cobró 155 vidas entre pasajeros y personas en tierra. Fue, entonces, la peor catástrofe aérea del mundo. Es la más grande de una aerolínea venezolana. Aquí están los ecos de una tragedia.

A las 10:30 de la mañana del 16 de marzo de 1969, sale de Maiquetía el vuelo 742 de Avensa con destino a Miami, haciendo escala en Maracaibo. En la capital zuliana debía recoger más pasajeros y despegar hacia el sur de la Florida.
A las 12:00 del mediodía, el DC-9 de Viasa comienza a rodar por la pista de Grano de Oro hacia lo que sería su destino final: la catástrofe de la Urbanización La Trinidad. El vuelo 742, en su momento, fue la peor catástrofe aérea del mundo y sigue siendo la más grande de una aerolínea venezolana.
Y fue tal el impacto a nivel internacional que “en menos de 24 horas La Trinidad estaba lleno de corresponsales de casi todas partes del mundo, de radio, prensa y televisión, aseguró Héctor Escalante, periodista y hoy profesor universitario, quien narró los hechos el fatídico día.
Testigos presenciales del suceso, revelaron que el avión, comandado por el capitán Emiliano Zabelli Maldonado, tuvo problemas aterrizando en Grano de Oro.
El doctor Rafael Soto, quien se encontraba en la urbanización el día del suceso, contó que “Eddy Claude, instructor de aviación, observaba cuando el avión vino. Parece que tropezó o succionó  unas ramas  de los árboles que estaban ahí”.
El avión cargó 28 mil libras de combustible (unos 12 mil kilos) para despegar a las 12:00 del mediodía hacia la ciudad de Miami.  Ya en la pista, solicita permiso para despegar. La torre de control lo autoriza. Así comienza el último recorrido por tierra que realizaría el YV-C-AVD. Al comenzar la carrera para el despegue, el avión recorrió tres cuartas partes de la pista sin levantar vuelo. Sólo le quedaban 200 metros cuando logró alzar el tren delantero.
Pasa por encima de la avenida Ziruma, a escasos 10 metros. Lo peor estaba por venir. Sobrevuela la urbanización La Trinidad, donde se acentúan los problemas. El ala izquierda choca con un poste de iluminación.
Según las investigaciones, y los relatos de la época, más adelante su tanque de combustible, repleto, se rasga con una torre de iluminación de una cancha deportiva de la zona, comenzando a derramar la volátil sustancia sobre las casas y personas que por allí se encontraban. Era el comienzo del fin.
Segundos después, colisiona con un poste de electricidad con dos transformadores, causando una estruendosa explosión. Una de las alas del aparato se desprende y cae sobre una vivienda y arrasando con todos los miembros de una familia que allí estaba. 155 personas fallecieron, entre ocupantes de la nave y habitantes del sector que estaban en tierra.
Además de la familia Connell, varias personalidades perdieron la vida en el lamentable accidente. Don Antonio Herrera, propietario del equipo de béisbol Cardenales de Lara, viajaba junto con su hijo a Miami. Ambos murieron.
También Isaías “Látigo” Chávez, lanzador venezolano de las Grandes Ligas, vio truncado su futuro por la tragedia.
Sobrevivientes
El reconocido periodista deportivo Rubén Mijares tenía previsto viajar a la ciudad de Miami ese día. “Mi destino era el Spring Training, y en la agencia me dijeron que no había cupo en ese vuelo. Yo le pregunté por qué y me dijo que un grupo de 39 norteamericanos viajaba de regreso en ese avión”.


La señora María Morales tampoco subió al YV-C-AVD, pero estaba en una situación igual o hasta peor, vivía en La Trinidad.  “Eso era terrible, eso era un calor terrible, llantos, gritos, no tenía uno por dónde meterse”, fueron las palabras de Morales sobre el espantoso momento.
Otra que vivió de cerca la tragedia fue Isabel Aguache, quien perdió un hijo ese día. “Salí corriendo y me tiré, y cuando agarré al muchachito ya estaba quemado.  Me acuerdo que tenía un vestido y se me pegó todo por las quemadas”, contó, entre lágrimas.
Las causas
Mucho se ha especulado a lo largo de los años sobre lo que pudo causar el accidente. Para la fecha, las herramientas que se tenían para investigar no eran tan sofisticadas como hoy día, por lo que para ese entonces no daba una causa determinante del hecho.


Se rumoraba que la pista de Grano de Oro no tenía a distancia necesaria para el despegue de este tipo de aeronaves. Esa información fue desmentida por expertos que indicaron que la longitud de la pista no era el problema.
Las principales sospechas apuntan a un sobrepeso inminente en el YV-C-AVD, que evitó que se levantara lo suficiente para iniciar su vuelo normal.

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