“El año pasado vimos señales de que el mercado del oro se ajustaba a precios más altos. Aunque la demanda de la joyería se recuperó parcialmente, tras las fuertes caídas de 2009, no hubo grandes cambios por parte de la oferta, pese a lo cual el oro marcó nuevos máximos en 2010”, indica Philip Klapwijk, presidente de la consultora GFMS.
Gran parte de la demanda de joyería, explican en la consultora estuvo concentrada en China e India, que se beneficiaron de un entorno económico robusto, y que compensaron la caída de la demanda en otros países como EEUU, Oriente Medio o la Eurozona.
El informe también señala el cambio hacia el oro de los bancos centrales, que fueron compradores netos por primera vez desde 1998. Además, las cifras recogen la venta de oro llevada a cabo por el Fondo Monetario Internacional, sin la que el saldo habría sido mucho más comprador.
Sin embargo, la mayor demanda de oro durante 2010 provino del sector de la inversión. Klapwijk señala que hubo una fuerte demanda inversora por parte de los ETFs o fondos cotizados, la compra de oro físico (monedas y lingotes) y en el mercado de futuros.
Por el lado de la oferta, todas las regiones productoras del mundo colocaron más oro en el mercado, por primera vez desde 1988, lo que supuso un récord. Sin embargo, no fue esa la nota distintiva del oro. La industria aprovechó los precios del metal dorado para dar por concluido su desapalancamiento a finales de 2010, después de 11 años de esta situación.
Así, Klapwijk explica que las previsiones para el precio del oro siguen siendo brillantes este año. Los inversores continúan preocupados con la inflación, con los gobiernos –en general- mostrando poco interés en tensar la política monetaria de forma significativa. Además, la aceptación de los mayores precios por parte de los consumidores, ayudará a sostener la demanda de la joyería. Por todo ello, “no estaríamos sorprendidos si vemos que el oro rompe los 1.600 dólares antes de que acabe el año”.
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