A la oposición se le presenta el reto de cómo desmontar el engaño, algo que no logró en 2004 con Barrio Adentro.
Con varias semanas de retraso, pero con la puesta en escena y la parafernalia correspondiente, el Presidente lanzó lo que es su gran apuesta política de aquí a las elecciones presidenciales: La Gran Misión Vivienda. Esta nueva misión tiene como objetivo central cumplir el papel que le correspondió a la Misión Barrio Adentro en los años 2003 y 2004 de cara al referéndum revocatorio: Ayudar a ganar una nueva contienda electoral.
Se busca el efecto político. Lo de construir las viviendas, en realidad, es secundario.
El empeño por construir complejos habitacionales en Fuerte Tiuna, al lado de una de las principales vías de acceso a Caracas, en el parque Arístides Rojas en la avenida Andrés Bello, o en el Parque Vargas en pleno centro, tiene uno sólo motivo: que se vean. Exhibir.Que el chavista de a pie exclame: "ven, ahí están la viviendas de Chávez". Que se renueve su fe.Las listas y el empadronamiento, una luz de esperanza para los que necesitan una vivienda, para los indecisos, los ni-ni, los abstencionistas, lo que dudan: "anótate, a lo mejor te dan, quien sabe".
De paso, es un intento por tratar de borrar de la memoria colectiva el que es uno de los fracasos más evidentes y monumentales de este gobierno: un promedio de construcción de viviendas durante 12 años que escasamente supera las 30.000 anuales.
No faltará quien, con muy buenas razones, objete la conveniencia de destinar ciertos espacios públicos o terrenos a las nuevas edificaciones, aduciendo problemas urbanísticos, ambientales, de servicios, etc. Pero eso es parte de la estrategia dentro de la cual ya el gobierno prepara la respuesta: quien cuestione construir viviendas, así sea en El Ávila o en el Parque del Este, es un egoísta, insensible, enemigo del pueblo…
La ya usada táctica de enfrentar a distintos sectores de la población. Unos contra otros. Otra vez el divide y vencerás.Total, ya nadie se acuerda de la Ciudad Socialista Camino de los Indios, donde no hay acceso vial adecuado, ni farmacias, ni escuelas, ni servicios, ni nada alrededor.
Es fácil imaginar en qué va a parar todo. El precedente del Barrio Adentro nos da una idea: era infinitamente más fácil de instrumentalizar que esta nueva misión, pero acabó con la mayoría de los módulos abandonados, los médicos cubanos en Colombia, Estados Unidos o en su país y el grueso de la población más pobre y necesitada acudiendo a la deteriorada red de hospitales y ambulatorios que construyeron los gobiernos del pasado.
Vamos a creer que el alto gobierno sabe que su promesa de construir 2 millones de viviendas en 7 años, 150.000 casas en este, 200.000 el próximo y la aspiración de aumentar a un ritmo que ronde las 300.000 anuales, es imposible. Que el Presidente no es tan ingenuo para creerse eso. Que alguien se lo advirtió.
En la campaña electoral del 2006 un grupo expertos en el tema (que asesoraba al entonces candidato Manuel Rosales), indicó la imposibilidad sistémica del sector de la construcción nacional para poder edificar más de 70 mil unidades familiares al año: falta de cemento, arena, cabillas, bloques, materiales diversos, transporte, empresas, créditos, mercado, los problemas eléctricos e ineficiencia por parte del Estado. Desde entonces es por todos conocidos que la situación no dejó de deteriorarse.Esto el Gobierno lo debe saber. Sin embargo, puede que estemos equivocados y de verdad se creen la consigna según la cual "la vivienda no es mercancía". Que se puede resolver el déficit habitacional sin la iniciativa de los particulares, sin el sistema de crédito privado, sin el ahorro familiar, la inversión privada en las plantas de cemento y de cabillas, y con el estructuralmente ineficiente estado chavista.
A lo mejor Chávez cree que puede tener éxito donde fracasaron Nikita Kruschev, Fidel Castro y todos los dirigentes del socialismo real, precisamente por la misma razón: creyeron de verdad que la vivienda no es mercadeable.
Pero esto no quiere decir que esta vez el truco no funcione.
Y esto nos lleva a la gran pregunta:
¿Cómo responderá a este reto político y comunicacional la oposición y su candidato? No se puede cometer uno de los errores del 2004, cuando las misiones se recibieron con escepticismo y sus efectos se subestimaron.
Pedro Benítez
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