Es cierto que las condiciones económicas son diferentes en Estados Unidos y Europa, donde las presiones inflacionistas son mucho más tangibles en estos momentos. Pero el mensaje subliminal de Jean-Claude Trichet es inconfundible: nosotros nos preocupamos por la inflación y vosotros no. Trichet dejó claro ayer lo que pretende al subir los tipos del 1% al 1,25%, al citar "presiones inflacionistas generalizadas a medio plazo". "Comparemos eso con nuestro atribulado y comprometido presidente, que aseguró que la inflación era transitoria, con la misma convicción con que dijo que la crisis subprime estaba contenida", critica Michael Pento, economista de Euro Pacific Capital. "Sí, los americanos estamos recibiendo lecciones de los franceses sobre cómo ejecutar una política monetaria saludable", añade.
La decisión de ayer del Banco Central Europeo (BCE), aunque esperada desde hace mucho, supone una situación potencialmente embarazosa: las autoridades de la región de la crisis soberana dando lecciones al banco central de EEUU sobre la inflación. El BCE sube los tipos de interés al 1,25%: todo apunta a otro incremento en junio.
"Es triste y patético que nos estemos comparando con los franceses en lo que se refiere a inclinarse a la derecha y subir los tipos ante la amenaza de la inflación", opina Keith McCullough, CEO de Hedgeye Risk Management.
Para Bernanke, este escrutinio llega en un momento crítico, cuando trata de asumir el manto de "maestro" de su antecesor, Alan Greenspan. Aunque los críticos de Greenspan le acusan de crear las condiciones de dinero fácil que condujeron a la crisis subprime, durante la primera parte de su mandato recibió alabanzas generalizadas por su capacidad de encontrar el equilibrio entre crecimiento e inflación.
Ante un reto
Bernanke se enfrenta al desafío de hacer bajar los precios de las materias primas sin acabar con la subida de la bolsa. Hacer subir los precios de los activos, en particular la bolsa, era el principal objetivo del programa de Quantitative Easing de la Fed y ha sido un factor decisivo para crear la impresión de que la economía se está recuperando. Además de dar liquidez a las instituciones para comprar acciones, ha mantenido bajo el coste del crédito y ha ayudado a reabrir el mercado de deuda corporativa.
Pero, al mismo tiempo, ha tenido el efecto de mantener el dólar barato, un detonante principal de la inflación. Cuando Bernanke dice que las subidas de precias son transitorias, se refiere a que su causa principal está en los alimentos y las materias primas. Pero la historia muestra que este tipo de inflación casi nunca es transitoria, según Joseph LaVorgna, economista jefe para EEUU de Deutsche Bank.
"Salvo en períodos de recesión, los precios de los alimentos y la energía casi siempre suben durante un período prolongado. La última vez que los alimentos y la energía bajaron en cualquier período de tres años fue en junio de 1988", señala este analista.
Este banco también cuestiona la afirmación de la Fed de que las expectativas de inflación están dentro de la norma histórica, porque la encuesta de la Universidad de Michigan muestra que las expectativas son las más altas desde agosto de 2008, es decir, justo antes del estallido de la crisis financiera.
"Por tanto, en nuestra opinión, la probabilidad de una subida de las expectativas de inflación a largo plazo es cada vez mayor, particularmente si las expectativas a corto plazo también siguen subiendo", concluye Deutsche Bank.
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